Estos días hemos escuchado, otra vez, un par de argumentos para tratar de justificar los casos de corrupción. De hecho deben estar en algún manual, ya que en todos y cada uno de los casos que nos hemos encontrado desde que yo recuerde, sea de quien sea, donde sea y como sea, con el mismo argumento. Por un lado tenemos el “¿y no hablas del otro?”, lo acompañamos del “esto es lo que haría cualquier español” por lo que debemos solucionar las pequeñas corruptelas y en este caso tenemos también el acostumbrado “no ha sido para tanto”.
Pues me gustaría dejar claras algunas reflexiones acerca de estos tres aspectos. Respecto a lo de ¿no hablas del otro?; la respuesta es sencilla para todo aquel que entienda que me importa un pimiento bajo que siglas se cargan el país. El 20 de noviembre de 2011, publiqué un post en el que anunciaba, (desgraciadamente), la continuidad de este blog. Sin embargo, aprovechaba para despedir a los protagonistas principales de estas líneas hasta ese momento. Curiosamente han desaparecido los comentarios que me reclamaban que no prestaba demasiada atención a las burradas del PP, (que las había y muchas), por los que me reclaman que no presto demasiada atención a las burradas del PSOE y otros, (que las hay y muchas).
En todo caso, me gustaría aclarar que dado que no estoy en una guerra PP vs PSOE, sino que más bien he manifestado muchas veces la necesidad de cambiar el sistema para que se represente a los ciudadanos, resulta que el escándalo de los ERES no minimiza el hecho de que el PP pueda haber obtenido fondos de empresas, (que habrán pagado por algo), y los haya repartido en negro. Es más, Agrava el problema y particularmente siento que me carga de razones. Si no podía imaginar que se robase el dinero de los ciudadanos para gastarlo en prostitutas y drogas hasta ese punto, me gustaría señalar que tampoco podía imaginar que la cúpula del PP cobrase en negro, las recompensas de las empresas. Y el conjunto es peor que cualquiera de las partes, de tal forma que todas han de salir.
Respecto a lo de los ciudadanos y “las pequeñas cosas”, debo señalar que es Rosell el que primero ha lanzado públicamente este mensaje; olvidando, como mínimo un par de detalles tontos; el primero es que en noviembre de 2010, en plena campaña, el citado señor se quejaba de las leyes y ponía a parir a los funcionarios que se empeñaban en cumplir las leyes, y a cambio halagaba a los que aplicaban el sentido común. Parece que quiere cambiar esta situación cuando nos dice que hay que acabar con las pequeñas cosas, que al final hacen que “determinadas cosas parezcan normales”, pero resulta que luego nos encontramos con unas declaraciones incendiarias acerca de los funcionarios; que me llevan a pensar que ni de coña.
Pero independientemente del cacao a la hora de criticar o no las pequeñas cosas; (supongo que criticará las que le vengan mal, pero halagará las que le vengan bien), lo que no comparto es que “se vea normal” lo que está ocurriendo. Tan sencillo como el hecho de que estos días he hablado con mucha gente por la calle, y “normal”, “comprensible” o palabras similares no las he escuchado. Esto no se ve normal en casi ningún lado; de hecho el cabreo expresado en todos los sitios donde podamos es manifiesto, (y no sólo contra el PP y PSOE).
Por supuesto que hay que acabar con aquello de robar bolígrafos, pero el que quiera relacionar esto con los hechos que están saliendo (y vuelvo a repetir) por todos lados, es que tiene un ligero problema; o bien de graduación o bien de morro. Voy a poner un ejemplo salvaje para que se entienda; Cuando nos encontramos con un asesinato, a nadie se le ocurre decir que el problema es que todo el mundo de vez en cuando injuria a una persona. Vamos a tener en cuenta que a una persona le puedes injuriar, le puedes vejar, le puedes agredir, la puedes herir, la puedes violar y la puedes asesinar. Y aunque todo el mundo haya criticado a un vecino o a cualquier otra persona por cualquier desavenencia o porque simplemente le caiga mal, no implica que todo el mundo esté dispuesto a asesinar. Esto va porque evidentemente hay muchas personas que roban bolígrafos o que cuando éramos niños nos quedábamos el cambio de la compra. Pero a ver si entendemos que la inmensa mayoría de las personas no están dispuestas a cargarse un país para generar un negocio a cambio de una comisión o un estudio.
Y puestos a buscar por donde empezamos a acabar con esta situación; y en referencia a lo de Rosell de comenzar con lo pequeño; pues tengamos en cuenta un pequeño detalle. Si tenemos un problema de asesinatos; ¿empezaríamos a actuar contra las injurias?. Por puro sentido común se ha de comenzar por lo más grave, que aún por encima agrava el resto. ¿Está un responsable de una administración pública vendido a alguien legitimado para acabar con el robo de bolígrafos?. Por supuesto que tenemos un problema con la corrupción, pero esto no se evita disparando o amparándose en los demás, ni viéndolo normal. ¿Acaso es normal que la sociedad sea mucho más honrada que sus representantes?. Por ejemplo; mentir no es algo de lo que nos debamos sentir orgullosos, pero ¿alguien conoce a alguien que mienta tanto como los políticos?. Y al respecto, pues sigo sin estar de acuerdo en lo de que son representativos de la sociedad; ¿alguien conoce a una sola persona con el cuajo de ponerse delante de los periodistas a mentir en todo y a todos y con explicaciones absurdas como la de Floriano para mantener a Sepulveda?.
Y ya que estamos con las graduaciones, y lo que es un importe mucho más modesto en el caso del Partido Popular, tenemos que tener en cuenta también un pequeño detalle al respecto. Podemos distinguir dos tipos de casuísticas en los casos de corrupción. En el primer caso, a través de ciertos artificios se desvía dinero público a patrimonios privados; En este caso se está robando al estado, por lo que en estos casos, cuanto más se robe, peor.
Pero la segunda situación es aquel en el que a cambio de una comisión, donativo o regalo, se consigue una determinada actuación que pagaremos los ciudadanos, bien a través del presupuesto público o bien fuera del presupuesto público. En este caso no estamos exactamente ante un robo, sino que estamos ante una venta. Por cuatro duros nos han vendido. En este caso, la gravedad no está directamente en el importe, sino en el daño que provoque lo aprobado. Y lo curioso es que cuanto menos sea el importe que se haya cobrado por esto peor; lo que indica eso es el precio de estas personas.