No tenemos nada que envidiar a los americanos en el tema de personas “duras”, pero sin embargo el hecho de que sean un poco “tipical spanish” explica algunas de las situaciones. En particular no acabo de entender que Arias Cañete siga con su particular adaptación a la famosa imagen de Manuel Fraga, dándose un baño en Palomares, para tratar de dar la sensación de que no había problema tras el accidente de los aviones norteamericanos con bombas nucleares.
Hace muchos años, en plena crisis de las vacas locas, nos encontrábamos con las explicaciones de Celia Villalobos y sus famosos huesos para el caldo, y ya el ministro Cañete poniéndose ciego a pepitos de ternera allá por donde fuese.
Sin embargo, la crisis llegó y en lo que va de legislatura, (un año y medio), nos enteramos que ha dejado los pepitos de ternera por los yogures caducados, que se ducha en agua fría y ahora que ha comido insectos. Como los grandes actores, debió haberse retirado de estas tácticas antes de ser ridículo, pero creo que por un lado ya es tarde.
Por otro lado, lo que me extraña es que aún no se haya apuntado a la de vida sana. En fin, todo el mundo sabe que el deporte, mantener la línea y ciertas actitudes son muy recomendables, pero esa es una campaña en la que no logramos ver a este personaje.
Pero, ¿tiene sentido todo este circo?. La respuesta es más que evidente; si estamos ante una campaña de marketing en la que se busca convencer al público de las bondades, (o de las no maldades), de consumir determinado producto. Es exactamente lo que hace cualquier persona famosa publicitando un artículo en spots publicitarios.
Lo malo es que el ministerio de agricultura, alimentación y medio ambiente no es un actor publicitario, sino que ha de ser el responsable del regulador del sector y el representante de los ciudadanos en este sector. La diferencia es fundamental ya que no debe convencernos de nada, (sea cierto o no), sino que ha de buscar conseguir lo que los ciudadanos quieren.
Es decir, cuando estamos con un problema de Vacas Locas, tiene que hacer lo necesario para que el problema no se produzca, o minimizar los efectos e incrementar al máximo las garantías a los consumidores. Tiene que hacer lo necesario para que los consumidores tengamos lo necesario. Y en este aspecto la mejor publicidad que podemos tener no es otra que un organismo que ante un escándalo “de etiquetado”, no se le ocurra otra cosa que hacer que tratar de quitar hierro al asunto. No se trata de convencer a los ciudadanos de que las cosas no son graves, sino que se trata de atender los deseos, siempre que se pueda de los ciudadanos, sean o no los más inteligentes.
No se trata de que si comer insectos es bueno o malo, se trata de entender que un ministro de alimentación lo que ha de conseguir es que los ciudadanos tengan acceso a la alimentación que desean, sobre todo si es el caso de un país como España, (que no es un sitio especialmente conocido por su mala alimentación). No tiene sentido alguno plantearse soluciones, ni tan siquiera como broma, como las de los insectos, mientras tenemos una situación en la que los agricultores están abandonando los cultivos, destruyendo producciones o malviviendo, mientras los precios de los alimentos se desbocan.
Lo que se espera a un ministro es que defienda los intereses de toda la población y esto pasa porque las personas puedan vivir de producir alimentos, mientras que otras personas puedan vivir con estos alimentos, y para esto lo que se pide a un gobierno y a un regulador es que trate de minimizar las ineficiencias y sobre todo que trate de luchar contra los grupos que tienen cierto poder de mercado, bien a través de la oferta, bien a través de la demanda.
Esto va para el agua, en la que determinadas empresas están pidiendo subidas incontrolables del agua en base al argumento de siempre y por supuesto para todos los intermediarios que disparan los precios agrícolas, que son el problema en un sistema en el que se supone que se ha de procurar ofrecer a los consumidores y ciudadanos lo que necesiten de tal forma que se pierdan los mínimos recursos a tal efecto.