Una de las polémicas de la época está en el nuevo servicio de traducción simultánea para el senado. El trasfondo del asunto está en el derecho de todos los senadores en expresarse en su idioma y los problemas lógicos que se nos dan cuando no todos las personas conocemos todos los idiomas oficiales de España.
Las dos posturas van desde defender la conquista de conseguir que cada uno podamos expresarnos en nuestro idioma, y por otro lado el despilfarro que supone asumir un coste de 12.000 euros por sesión en cada uno de las sesiones, (o 350.000 euros al año, lo cual nos lleva a que el senado se reúne 29 veces al año). Y bueno, pues como hay jardín me voy a meter y voy a tratar de dar mi opinión.
Lo primero es que no acabo de entender cómo es posible que cueste 12.000 euros por sesión la traducción simultánea, ya que lo que tenemos son 4 lenguas y 7 traductores, lo cual nos lleva a un total de 1.714 euros de coste por traductor, de los cuales la inmensa mayoría se supone que irá a pagar costes salariales, por qué la adquisición de los equipos ya están contratados con la empresa Auditel Ingeniería y Servicios, S.L. por 566.768,17 euros; Como no me puedo creer que un traductor cobre semejantes cantidades por cada una de las sesiones, algo que realmente se encuentra fuera de toda lógica, es de entender que esta cifra guarda truco.
Por un lado podemos pensar que este servicio lo va a prestar una empresa que va a tener unos beneficios estratosféricos respecto a la medida, lo cual implicaría que además de una conquista, un gasto discutido, (y por tanto discutible), tenemos un favor impresionante a alguien. O podemos entender que realmente se van a contratar (o a usar) traductores que tiene el senado y que costarán 50.000 euros cada uno al año, pero que espero se dediquen a otras cosas a lo largo del año. De tal forma que estos 12.000 euros surjan de imputar el gasto anual de una persona a jornada completa a 29 jornadas, lo cual implicaría que el coste está inflado.
En todo caso, y aparte de esta duda, lo que está claro es que los 350.000 euros no son una cantidad significativa en la situación actual, por lo que el problema no es estrictamente económico, y está claro que lo que importa en este caso es la simbología.
Y en la simbología, aunque el debate se esté centrando en los derechos a hablar en una lengua, frente a los famosos recortes; y en cómo se ha de dar ejemplo, creo que estamos olvidando muchos de los símbolos que a lo mejor nos importan.
Y el primero es el gasto. A pesar de que 350.000 euros al año no vayan a ningún sitio, lo primero es quien los cobra. Así de sencillo; porque si esto sirve para que 7 personas tengan un contrato a jornada parcial y una persona un cayenne; el mensaje que enviamos es de locos. Por supuesto, el no saberlo es un mensaje importante. Por supuesto, este mensaje tiene un grave problema porque si bien los 12.000 euros por sesión acaban ahí, las tácticas para dar los contratos no.
Pero el mayor de los símbolos no es ese. O por lo menos en mi opinión no lo es. Y para tratar de entender esto voy a asumir que este servicio sea completamente gratuito, ¡que no nos costase ni un euro a los españoles!. ¿Estaría bien este servicio?.
Pues para entender esto, debemos entender que un funcionario en Cataluña, Euskera, Galicia o Valencia, ha de conocer el idioma de estos sitios y además el castellano. Y por supuesto además de conocer los idiomas, y a pesar de que tengan el derecho de hablar en el idioma que les venga en gana, resulta que los ciudadanos tienen el derecho a ser atendidos en el idioma oficial del territorio que quieran. Esto quiere decir que Don Xoan Digno, funcionario destinado en Ourense, puede hablar gallego, castellano, catalán o chino, pero lo que se olvida es que cuando tiene que hablar con alguien por razón de su trabajo, ha de ponerse a disposición de la persona que aparece por la puerta y le ha de dar a elegir entre gallego y castellano, (evidentemente no tendrá que saber ruso por si algún día pasa). Y esto es para absolutamente todos los funcionarios. Por supuesto, tiene todo el sentido del mundo, porque cuando estamos hablando de los derechos de un servidor público y uno que es parte del público, tendremos que tener en cuenta quien es el servidor público y quién no. Por lo tanto, un funcionario tiene la responsabilidad de hacer todo lo que esté en su mano para hacerse entender y aunque por supuesto en su vida tenga el derecho a usar el idioma que le venga en gana, cuando está actuando para servir a la sociedad tiene que hacer los máximos esfuerzos por cumplir su trabajo. O sea, que estamos en la de siempre; nadie discute los derechos lingüistas pero no olvidemos la responsabilidad.
Por supuesto este funcionario puede pensar que la sociedad está alienada, que el idioma no se debe perder y que se está perdiendo y que hay que fomentarlo; ¡y todo esto le tiene que importar tres pimientos al usuario que elige idioma en base a las razones que estime oportunas o en base a simple capricho!.
¿Son menos servidores públicos los senadores que los auxiliares administrativos que dan las citas en un centro de salud?. Pues resulta que la importancia, el reconocimiento y los sueldos de los senadores son mayores, que además no paran de decir aquello de que trabajan por España, (y sus territorios). Pues esto sólo tiene una lectura posible, que es la de que estos señores y señoras que ocupan, (de vez en cuando) unos sitios en el senado tienen que tener una responsabilidad superior que un auxiliar administrativo.
Realmente es así de simple; Cuando voy a una administración, o a un banco o a un taller o a cualquier sitio donde pido que se me respete, me gusta que se hable en el idioma que yo prefiera. Cuando es una entidad privada, allá cada uno con sus consecuencias, (particularmente no voy a dejar de acudir a ningún sitio ni tener esto en cuenta a la hora de elegir una empresa para lo que sea, pero no deja de ser una opinión particular), pero cuando es la administración la cosa varía.
Y de eso va, de respeto; porque realmente no se ha ganado el derecho a hablar en idiomas varios, sino que lo que se ha perdido es una obligación y una responsabilidad que es la de que sus señorias se aclaren. Si alguien me escribe un mail en gallego, le contesto en gallego; si alguien me escribe en castellano le contestaré en castellano. Y si una persona me escribe en euskera, pues tendré que suponer que o bien no sabe hablar castellano o bien cree que soy vasco o simplemente pensé que anda justito de inteligencia. En todo caso se entiende que contestaré lo primero disculpándome por no poder contestar en este idioma. En todo caso tal cosa no ha pasado.
Pero si alguien me escribe un mail o una consulta y yo le contesto en gallego, ¿Qué es lo que pensará de mi?. Por supuesto, si contesto a alguien en un idioma distinto, conociendo el de mi interlocutor, la realidad es que estaré demostrando algo que me niego a hacer. Jamás he tenido problemas en mi vida para contestar a cualquier persona en gallego o en castellano. (en Galicia es algo habitual el tener que cambiar), y ni los he tenido yo, ni la mayor parte de las personas que conozco porque normalmente se hace gala de respeto y educación. Por supuesto, tengo el derecho a contestar en el idioma que me plazca, como tengo todo el derecho del mundo a ser irrespetuoso con los demás. Pero lo que está claro es que los senadores son servidores públicos, e increíblemente ahora tienen todo el derecho del mundo a comportarse como nadie hace. Pero si malo es que luchen por el derecho a hacer lo que les da la gana, lo más grave es que piensan ejercitarlo.
Yo, perfectamente podía escribir este post en gallego; por supuesto que esto no supondría una falta de respeto a los que son de fuera. (Como tampoco se debe entender una falta de respeto a los británicos que no escriba en Ingles). Tengo todo el derecho del mundo en escribirlo en gallego, y al que le interese que lo lea o no, pero lo que tengo claro es que evidentemente el mensaje llega a menos sitios. Pero en todo caso, si trato temas sobre España, que pretendo que lleguen a España, lo normal, lógico e inteligente es que hable en castellano. Vale que tengo todo el derecho del mundo a hacer una tontería y poner esto en mandarín; pero en definitiva es esto. Yo tengo el derecho a escribir como me plazca, en el idioma que me plazca y evidentemente no soy servidor de ningún lector, y si hago una tontería o no complazco los deseos de los lectores, supondrá eso exactamente. Evidentemente ni se me ocurre usar el gallego, (como no se le ocurre a Duran y Lleida cuando sale en una entrevista en la televisión nacional). ¿Quieren otro símbolo?. Los senadores acaban de dar un paso más en aquello de ejercitar su derecho a cometer la mayor tontería posible. O ¿es que nos vamos a ver en la situación en la que los senadores van a estar con su pinganillo y con traductores cuando pueden hablar en un idioma común?. Entre en un banco y que le pongan el pinganillo para hablar con su vecino. Además de la falta de respeto, la falta de inteligencia es palmaria y el ridículo mayúsculo.
¿Tienen derecho a hablar en su lengua?. Claro, nadie se lo discute; pero tienen la obligación de esforzarse lo máximo posible y tienen la obligación de entenderse, (los vascos con los catalanes y con los chinos si hace falta). Y tienen la obligación de hacer esfuerzos máximos para entenderse. Y el mensaje que han dado es que se la suda. Y está claro que flaco favor se le hace al idioma que sea usándolo para dividir con la coartada de defenderlo.
¿Vamos a discutir por 350.000 euros al año?. Pues yo mire Vd. por donde, prefiero discutir porque tenemos un buen número de niños mimados que van a hacer el tonto 29 veces al año y que en lugar de preguntarse qué es lo que quieren aquellos a los que supuestamente representan se ponen dogmaticos con sus derechos o derechas como diría la AIDO. Por no hablar de la tontería de ¿A que se dedican los senadores?, ¿para qué sirve el senado?. ¡A ver si van a montar un escándalo y un espectáculo surrealista para que hablen sin ningún objetivo!.