Si hay una cosa que no soporto es que un cliente regatee mis honorarios. Primero porque me parece de mala educación discutirle a nadie el valor que le da a su trabajo y segundo porque es muy injusto decir que son excesivos unos honorarios del 6% sobre el precio de adjudicación con un mínimo de seis mil euros. Es una miseria comparado con el ahorro que obtiene el cliente adjudicatario de una subasta.
Conozco inmobiliarias que cobran eso por vender pisos al precio de mercado, cómo va a ser excesivo cobrarlo por venderlos un veinticinco o treinta por ciento por debajo del valor de mercado. Al contrario, es baratísimo.
Por otro lado, si mis honorarios fueran inferiores a los que son qué incentivo tendría yo para acudir a las subastas acompañado por un cliente en vez de participar en mi propio nombre.
¿No me sería más rentable adjudicarme yo las subastas y obtener para mi ese veinticinco o treinta por ciento? ¿Lo haría, quizás, para hacerles un favor?
Hoy menciono esto porque hace unos días tuve que enviar a alguien a paseo porque el día de la subasta no se le ocurrió mejor idea que poner en cuestión mis honorarios. El hombre, acostumbrado a lo accesible que soy por internet y a que respondo a todas las cuestiones de forma gratuita, confundió las cosas y creyó que en los negocios soy un panoli.
Conclusión, que participé en esa subasta en mi propio beneficio y me la adjudiqué muuuuuuy barata. No digo cuánto de barata para evitar el peor problema que tengo con los aspirantes a clientes, que no es otro que el hecho de que no tienen los pies en el suelo y pretenden comprar a mitad de precio. Como si eso fuera posible.
¿Será el momento de mandar a paseo a todos los clientes o simplemente se trata de cribarlos aún más?
Por cierto, respecto a mis honorarios, me estoy replanteando incrementarlos al diez por ciento, que es como estaban hasta hace unos años.