La trampa en las subastas judiciales, ya en desuso, consistía básicamente en acordar previamente el precio de remate. A esta práctica se le llamaba "subastilla"
Llevo casi dos meses con este blog y quien lo haya leído desde el principio habrá notado que trato de dar un punto de vista profesional al mundo de las subastas judiciales. Pero en realidad no todo es color de rosa en las subastas.
Respecto a los subasteros son varios las prácticas que nos achacan los medios:
- Especulamos y nos enriquecemos con la desgracia ajena
- Organizamos mafias para controlar todas las subastas judiciales
- Nos ponemos de acuerdo en los precios de remate
El primer punto es una sandez pues la desgracia ajena se la busca cada cual y cada uno es dueño de su propia biografía. Los subasteros nos limitamos a invertir nuestro dinero de la forma más rentable posible, como todo hijo de vecino. Imagino que en Rankia se entenderá muy bien este punto de vista, pues invertir es lo que hacemos todos. Y especular es la manera más inteligente de invertir.
Quien conozca algo las subastas habrá notado la intensa rivalidad que hay entre los subasteros, lo que imposibilita la creación de ninguna mafia. Como os puede explicar McFioso, las mafias son organizaciones clandestinas de criminales que se juntan para defender sus intereses por medios ilícitos. Nada que ver con las subastas, sería imposible organizar tal cosa en ese mundo.
Y finalmente, respecto a que nos ponemos de acuerdo en los precios de remate, no puedo negar que hace años sí ocurría, pero no era una práctica habitual, ya hubieran querido algunos.
Esa práctica, que los subasteros llamaban "subastilla" está tipificada como el delito de "conspirar para manipular el precio de las cosas" y consistía en acordar previamente quién se iba a quedar la vivienda y cuánto iba a pagar al resto de los postores, a cada uno lo que le correspondía proporcionalmente a lo que pensara pagar de celebrarse la subasta sin acuerdo. El reparto seguía un sistema muy antiguo y muy justo, de forma que aquel que pensara subir muy poco en la subasta, también recibía muy poco en la subastilla.
Supongo que es a las subastillas a lo que se refería Echevarri entre líneas en el punto 4 de su entrada sobre cómo ser subastero.
Y el reverso de la moneda es que hay subasteros aún más tramposos que hacen trampa a los subasteros que están haciendo trampa con las subastillas, de manera que las rivalidades que ocasionaban los múltiples desacuerdos provocaban que cada vez fuera una práctica más ocasional. La mayoría de las enemistades entre los subasteros tienen su origen en aquellas subastillas de antaño.
Actualmente es una práctica en desuso, hace tiempo que no asisto a ninguna.
Como descargo sólo quiero añadir Tres comentarios:
- En todas las profesiones en las que hay jugosas comisiones a ganar, surgen personas que saben buscar la trampa que hace posible aumentar sus beneficios. Tenemos el mundo de la construcción, el de la asesoría fiscal, el del fútbol, y sin ir más lejos el de la banca o los fondos de inversión.
No sólo ocurre en las subastas. - Pregunta para el lector: Imagínese que mañana usted se encuentra al vecino de la puerta de al lado en la subasta del piso de arriba. A ambos les interesa y están solos en el juzgado. ¿Llegarían a un acuerdo?
- Para rizar el rizo: Usted va a participar en la subasta del piso de arriba que le interesa para su hija. En el juzgado sólo se encuentra a un vecino que le dice que si usted promete darle tres mil euros le deja entrar sólo en la subasta lo que le ahorrará un pico. ¿Aceptaría?
Si tu respuesta a estas dos preguntas es negativa, ya puedes empezar a tirar piedras