Hace unos días, en la puerta de los juzgados de la calle Capitán Haya de Madrid, me dieron un folleto de la Asociación Afes, afectados por embargos y subastas. Había oído hablar de ellos hace tiempo, no recuerdo si bien o mal, pero hasta ahora no me habia colado a cotillear en su web.
Cada día recibo varios mails de inminentes subastados y pese a lo poco que puedo hacer por ellos, me da la impresión de que lo que más necesitan es un par de buenos consejos con sentido común. Eso es lo más importante, que alguien que conozca un poco la Ley, no hace falta que sea un experto, y que tenga un poco de sentido común, les explique cuál es su situación real y las perspectivas que tienen. Los pobres a veces creen que tras la subasta tienen que irse inmediatamente de sus casas y que pierden todo lo que no puedan llevarse con ellos. La desinformación es abrumadora.
Y es ahí donde una asociación como esta puede desarrollar, a poco que se lo tomen en serio, una labor capital exponiendo claramente a los inminentes subastados las alternativas reales que se derivan de su situación. Les pueden poner en contacto con los servicios sociales de los ayuntamientos, les pueden explicar sus derechos, indicarles como pedir al juzgado el dinero sobrante de la subasta, cual es la mejor manera de pagar una deuda para evitar que el acreedor se aproveche (sí, muchos lo hacen sin escrúpulos, los bancos los primeros), cómo protestar por un cobro de intereses y costas indebidos, etcétera.
Ignoro si esta asociación lo está haciendo bien o mal, pero solo por existir ya merece mi agradecimiento. Aunque espero no llegar a necesitarla nunca.