Como cada año por estas tristes fechas, me dispongo a lloriquear un poco por el infierno fiscal en que nuestros amados políticos han convertido a España.
Ya he comentado en otras ocasiones que no está en la condición humana ser feliz pagando impuestos (precisamente por eso se les llama impuestos en vez de denominarlos aportaciones), pero es que estos golfos que nos atracan cada año hacen que las razias del moro Almanzor parezcan simples paseos limosneros si las comparamos con lo que las Administraciones Publican nos roban.
De hecho, tres son los motivos por lo que un ciudadano justo puede despotricar de los impuestos:
1) Por su propio interés, porque no le mola que le birlen lo que se ha ganado con su esfuerzo
2) Por el interés general, porque sabe que los impuestos dañan la economía española.
y 3) Por ética, porque los impuestos son injustos y no están moralmente justificados ni aun cuando nos beneficiasen personalmente.
Es exactamente lo mismo que gobiernen los socialdemócratas de izquierda o que lo hagan los socialdemócratas de derecha. El resultado siempre es un incremento exponencial del gasto social para alimentar el gigantismo del estado de bienestar. Ni siquiera durante la peor crisis de los últimos 70 años se ha recortado ni un ápice de este gasto social.
Y si hay que aumentar la deuda, se aumenta y sanseacabó.
A continuación un gráfico escalofriante sobre la evolución de la deuda pública en los últimos años:
¿No creéis que con la barbaridad que pagamos de impuestos ya debería estar cubierto el gasto social de un país como España?
Pero... ¿hasta dónde puede crecer el Estado del Bienestar? ¿Cuál es su límite?
Para los socialistas de todos los partidos no existen límites para el estado de bienestar. Están dispuestos a incrementar el gasto social hasta el punto de que hace mucho tiempo que no ya no es suficiente con el atraco de los impuestos actuales para costearlo sino que la Administraciones Públicas tienen que recurrir a endeudar a nuestros hijos y nietos.
Es decir, que los gastos que se realizan hoy para mantener a nuestros gorrones sociales los pagarán nuestros hijos y nietos dentro de treinta años. Como si ellos no fueran a tener sus propios parásitos a los que mantener, también les vamos a obligar a costear la deuda generada por los nuestros.
¿No os parece una vergüenza endeudar a nuestros descendientes para tirar el dinero de esta manera?
Porque el dinero se tira a espuertas.
Una pareja paquistaní cobraba 10.000 euros al mes en ayudas sociales
La ruina de las cuentas públicas trae causa de la enervante avaricia de estos parásitos, a quienes todo lo que reciben del Estado les parece poco y que son el motivo de que poco a poco Hacienda le vaya apretando cada vez más las clavijas al sector productivo de la nación con el objetivo para satisfacer la holgazanería de estos gorrones sociales y su insaciable ansiedad de bienes y servicios gratuitos.
Para poder sostener a esta élite de parasitos sociales, las administraciones nos ordeñan hasta unos límites insoportables.
Al final, el resultado de que nos frían a impuestos es que media España se tiene que dejar la piel para mantener a la otra media, formada por parásitos que viven de tocarse las narices. Yonquis del gasto social que sobreviven con muy poco y a quienes no les mola nada eso de madrugar y ganarse el pan con el sudor de la frente. Llevan generaciones viviendo sobre las espaldas de sus conciudadanos.
¿En qué desgraciado momento hemos dejado de darle garrote a esta gentuza para comenzar a protegerles como si fueran especies en peligro de extinción?
Hasta hace dos telediarios estos detritus sociales malvivían como ratas desde que nacían hasta que eran ajusticiados por sus crímenes. Luego llegaron unos gilipollas muy progres y nos hicieron creer que si la sociedad les mejoraba un poco la vida dejarían de ser como son y podríamos reinsertarles como miembros útiles de la sociedad. Pero no ha sido así. Décadas de darles casa, subsidios, sanidad gratuita, escolarizar a sus niños, etc. no han servido de nada.
España no es un país de izquierdas, España es un país de subvencionados, chiringuitos, trepas y mangantes.
Cuando estos gorrones sociales que nos parasitan, estos yonquis del subsidio, exigen más dinero del Estado, lo que están haciendo en definitiva es pedirle a quien tiene el monopolio de la exacción legítima que haga uso de ella para quitarle a otros ciudadanos una porción del fruto de su trabajo para entregárselo a ellos. Cada nueva conquista de todos estos parásitos sociales es siempre a costa de quienes trabajamos y producimos. Sus victorias agravan nuestra esclavitud.
La lucha de clases ya no es entre la clase trabajadora y la clase burguesa SINO entre los CONTRIBUYENTES que aportamos a los gastos generales por medio de nuestro esfuerzo fiscal y los PARÁSITOS Y GORRONES SOCIALES que han decidido que los demás les paguemos su holganza. Es decir, que la lucha de clases actual es entre las clases activas y las clases pasivas, entre quienes trabajamos y quienes viven del Estado del Bienestar. Se trata de un estrato social al que vamos a tener que mantener por la cara y de por vida si queremos evitar que nos incendien las calles o nos limpien el forro en nuestras casas.
Y encima, los que más contribuyen a la sociedad tienen que soportar la envidia de los mierdecillas ==>>
Y me temo que esto no ha hecho más que empezar. Tras el resultado de la últimas Elecciones Generales se oyen en lontananza cantos de guerra y de triunfo. Son ellos, que anticipan las nuevas dádivas que les van a llover del cielo.
Los políticos de derechas son poco de fiar porque prometen que bajarán los impuestos y luego los suben.
Los de izquierdas son mucho más fiables porque aunque no digan nada y ni los mencionen, luego siempre los suben.
Por eso no me hace falta disponer de una bola de cristal para adivinar que vienen subidas de impuestos. Los mismos que llevaban tres años dando la turra con lo carísima que estaba la vivienda y con el IVA cultural ahora dicen que no les importa pagar más impuestos.
En estos momentos, cuando estoy finalizando este lloriqueo, aún no sabemos si Madrid se va a salvar de la quema o si se va al hoyo fiscal.
Quiero terminar este artículo afirmando que Hacienda No Somos Todos. Hacienda son los parásitos lloricas que se manifiestan todos los fines de semana exigiendo dádivas. Y sus cómplices de los sucesivos gobiernos de la nación.
El resto somos simplemente sus víctimas.