Tienes razón.
A mi me pasa parecido.
Por fortuna nosotros en ese tema económico, hemos tenido más suerte.
El tema de la salud fue diferente, y eso me afectó.
Hoy, soy como te pasa a ti, más sensible. Valoro el día a día. No quiero vivir ni un día más de lo que me toca y de lo que se puede vivir con dignidad.
Lo que me resulta sorprendente es ver como antes los chorizos entraban por la ventana rompiendo el cristal y te robaban. Siempre te quedaba el consuelo de que eran un atajo de desgraciados y las ganas de pillarlos y terminar con ellos a bastonazos.
Hoy, los chorizos trabajan en el banco. Se quedan con tu vivienda, con los ahorros de toda la vida, y encima siguen manteniendo el traje y la corbata y una aséptica sonrisa. El colmo es que incluso justifican su acción. Esos no son para nada esos trabajadores que antaño cuidaban de tu dinero como si fuera propio. Hoy son un atajo de chorizos de la peor calaña.
Antes te endosaban una vajilla de cristal de bohemia, una enciclopedia que no necesitabas o las chorradas más peregrinas. A mis padres les pasó eso un par de veces. Pero era una chorrada pequeña y hacíamos una colecta y nos reiamos de ellos por su candidez e ingenuidad.
Ahora, con solo firmar un puñetero papel, el banquero de turno les deja sin un euro de la noche a la mañana. Ahora tienen miedo de ir solos al banco. Saben que el médico va a curarles. El verdulero les vende lo más fresco y puede ser algo pocho. El ferretero les hace las llaves, puede equivocarse pero con un par de euros arreglado. Pero el Banquero, cielos, tiene todos los ahorros de su vida y se los puede quitar con un papel y una firma que en ocasiones no pasa de ser una cruz o una huella dactilar.
Por fortuna hay gente muy buena como tu, te he leido en muchos foros, sobre todo el de Lisboa, y me reconforta verte ayudar a los demás. No te es indiferente el dolor ajeno. Lo sientes como propio y eso, creo yo, te hace más humana. Nunca sientas vergüenza de ello. Debes sentirte orgullosa.
Lo único que echo de menos, es la capacidad de llorar. A los hombres se nos secan los ojos despues de ser niños y no nos salen las lágrimas aunque el deseo de llorar nos deje sin respiración.
Lo de M Blanco, lo de las Torres, a nadie con un poco de sangre pudo dejarles indiferentes. Ver el sufrimiento nos afecta a muchos. Hoy, lamentablemente creo que hay gente que no es igual, no les afecta, y si me apuras serían capaces por dinero de hacer atrocidades.
Pero ellos son minoría y no hay que hacerles caso.
Hemos de apoyar a la gente sencilla, porque ellos somos todos. Porque nuestra felicidad depende de la de ellos, y porque es la única forma de ser nosotros mismos felices.
Un fortísimo abrazo. Gracias por ser como eres y estar ahí.