TRES HOMBRES Y UN REINO
De los cinco bancos de negocio que reinaban en Wall Street ya solo quedaban dos: Goldman Sachs y Morgan Stanley. Merrill Lynch, y Bearn Stearns habían sido vendidos a precio de saldo a Banck of América y J.P. Morgan respectivamente (cuando un banco comercial compra a uno de negocios este se extingue, pues el yugo comercial hipotecario se impone a la cultura del trading y los negocios).
Dos días después, Henri Paulson y Ben Bernake, el Presidente de la Reserva Federal, están en el Congreso. Paulson reclama una inyección de miles de millones, en una intervención directa del Estado sobre el mercado, inédita en la historia de Estados Unidos, patria del liberalismo. De lo contrario, advierte a los acongojados políticos, “hundimientos espectaculares de grandes y celebres establecimientos bancarios”. A pesar de la intervención en AIG las cotizaciones de Goldman Schacs y Morgan Stanley están cayendo. Los grandes inversores, fondos de pensiones, fondos de inversión y grandes fortunas, huyen a los bonos del tesoro. Los hedge fund han sido los primero en huir a liquidez reduciendo su apalancamiento. (Margrave se queda en el barco, sudando).
Dentro de un complejo mecano Tim Geitner se desvive, como un comandante en su sala de mando .El tutor de Wall Street. Pide a Lloyd Blankfield que prepara la boda entre Goldman y Citigroup (al borde del desastre), para reflotar su liquidez. Los votantes verían bien la unión de un banco de negocios brillante sin red comercial y uno de depósitos. Pero Lloyd no está por la labor. City cargado de deudas, tiene el atractivo de un apestado. La otra solución es la absorción de Wachovia, cuarto banco estadounidense por activos, que se encuentra en una situación grave. Lo preside un ex de Goldman bien relacionado con Paulson. Pero el Estado rechaza la ayuda exigida por Blankfein. El, el mejor de su generación, obsesionado por la excelencia, se encierra en un bunker, aislado del público, y rumia su odio contra los especuladores a la baja, que están atacando al Rey, algo nunca visto antes.
Paulson dice a Goldman y Morgan: “Buscad inversores. Recorred todo el mundo para encontrarlos. Mirad debajo de cada piedra”. Los asiáticos trabajan con MS, varias veces el Gobierno Chino, ha recurrido a ellos, y han respondido bien, y rechazan a Blankfein, del que no se fiaron nunca. Desesperado acude a Buffett, la mayor fortuna de Estados Unidos. Para sus admiradores es un genio de los negocios. Para sus muchos enemigos es un tiburón con los dientes más afilados de Wall Street, que se aprovecha de las dificultades de las empresas (es ambas cosas). Un falso ingenuo, bajo su aire pueblerino se esconde una de las mentes más agudas del siglo. En la reunión, invierte 5.000 millones. Las condiciones son leoninas (10 %), pero es conocida la obsesión por el dinero del magnate desde que tenia 9 años. Goldman no va a caer. Los mercados saben ahora que DETRÁS de los grandes bancos, está el Gobierno. The New York Times, se pregunta: “Que otra empresa sabe que no será declarada en quiebra nunca, haga lo que haga”. Acaba de nacer el too big to faill. Demasiado grande para caer. Nada nuevo sin embargo, Kostalany había recogido ya a principios del S. XX, un dicho según el ya antiguo: “Las ganancias de los bancos son privadas, las perdidas públicas” (no se ofendan los liberales, la vida es así)-
James Dimon. Familia de financieros. Esmerada educación en Harvard. Presenta solicitud a Goldaman que lo incorpora. Pero ocurre algo, y le enseñan la puerta del paro. Dimon nunca olvidará esta afrenta, de la banca de inversión. J.P. Morgan está en problemas de balance y se fija en el joven, sacándolo del Inem Usa, en 2.004 (el viejo Director ve el sello de Goldman en un expediente del Inem, y algo llama su atención). Dimon recorta al gigante. Los ejecutivos se despiden de su tren de vida y los bonus explendidos. Refuerza el balance, rechaza el riesgo, elimina la exposición al sub prime. El recién llegado robustece la firma. Los periodistas lo tachan de mediocre en este periodo de boom. La acción dormita en bolsa. Los accionistas lo hostigan. No le importa el aislamiento social. Este matemático fuera de serie, desmenuza las cuentas. Es un banquero comercial a la antigua y no un trader. Prudente, desconfía de la ingeniería financiera de los geniecillos de las salas de mercado. El banco reduce el trading, el principio del nuevo director es dar a los clientes los consejos que uno mismo aplicaría. Grandes industriales conservadores, vuelven a J.P.Morgan. La política del fundador ha vuelto. Tanteado por el staff directivo, que lo creía blando, entra en un ataque de cólera, en el que jura como un carretero. Nadie volverá ya a tantear al jefe.
2.007. Las vacas flacas han llegado (llegan siempre). Con un balance a prueba de bombas, J.P.Morgan está en una posición de fuerza increíble en la banca americana. Se ríe de las crisis. El segundón, víctima de la prensa, de repente pasa a ser una estrella. Compra el banco más rentable de Estados Unidos, Bearn Stearns en cuarenta y ocho horas, por cuatro chavos.
Más tarde ejecutará a Lheman Brothers. Es el, y no Goldman, quien la tarde del 12 de Diciembre de 2.008 asesta el primer golpe mortal a Dick Fuld congelando 17.000 millones de dólares en activos y liquidez, depositados en Morgan, exigiéndole al banco sin liquidez, rigurosas garantías suplementarias, que sabe que el banco sin liquidez no podrá pagar (la banca de inversión está pagando caro el rechazo a este hombre. Él dice que solo vela por “la seguridad de sus accionistas”). El 25 de Septiembre de 2.008, con toda la banca luchando por sobrevivir, el marmóreo Dimon se hace con Washington Mutual, en quiebra. Dimon está ahora sobre “el tejado del mundo”, como dice el mismo.
El 18 de Septiembre de 2.008, suena el teléfono de Dimon, 3 días después del funeral de Lheman, en la sede de JP Morgan en Manhattan. Al otro lado de la línea, abrumado por la catástrofe, el Secretario del Tesoro Henry Paulson: “Jamie, te lo ruego, haz algo…. Compra Morgan Stanley… está al borde del precipicio. Si cayera seria el desastre para este Gobierno”.
La gran depresión de los años 30 y el Glass-Steagall Act de 1.934 que impone la separación de la banca comercial y la de inversión. La separación obligatoria demócrata, es un duro golpe para el legendario J.P. Morgan, que ha salvado ya el sistema bancario Usa, poniendo dinero de su propio bolsillo, en un pánico bancario, en una época donde no podía acudirse a la Reserva Federal como hoy. Nunca se lo perdonara. Morgan coloca a su propio hijo y un grupo de directores al frente de la escisión, va a llamarse Morgan Stanley. Ellos llevaran la parte de inversión y negocios.
Volvemos a 2.008, si compra Morgan Stanley como le pide el Gobierno, Dimon devolverá el esplendor a la mítica firma, los anillos del tiempo se cerraran y resurgirá de sus cenizas la “house of Morgan”. Pero dimon es el hombre de mármol. Tarda 3 horas en contestar (mientras lo piensa profundamente), rechazando la oferta. “Creariamos un artefacto inoperativo hoy, Henry. Demasiadas duplicidades de operaciones. Somos ramas del mismo tronco. Deja que entren los japoneses de Mitshubisi. Hace muchos años que van juntos. La alianza es buena”. La historia no pudo ser. Los actores del mercado bancario internacional han tomado buena nota de un líder de peso: J.P. Morgan. Espero os guste la historia rankianos. Saludos