Los malvados especuladores. Carta abierta a inversores, traders y jugadores
Parece ser que “specula” es un término latino que designaba la parte más avanzada de los campamentos de las Legiones romanas, aquella donde estaban los vigías, y centinelas, que observaban los movimientos del enemigo, para dar las alarmas en caso de ataques. En ese sentido la especulación es anticipación, a través de la observación atenta.
En estos tiempos de crisis, los políticos, indignados, revolucionarios, antisistema, etc., han puesto de moda una profesión que, para el común de los mortales, durante al época de bonanza, ni se sabía que existía. ¿Quiénes son esos malvados, culpables de los errores económicos de los Gobiernos y las crisis: los especuladores? ¿Es tal vez tu vecino del quinto? ¿Sera aquella señora gorda que coge el taxi y que tiene demasiadas joyas? ¿Son los malvados bancos americanos, tal vez Goldman Sachs, con sus ataques bajistas a Europa? ¿O esas perversas agencias de calificación, siempre molestando? ¿Es un day-trader un especulador? ¿O es un jugador de derivados y futuros? Sabemos poco de ellos. Para los políticos es cualquier cabeza de turco que aparte la atención de la masa de su nefasta gestión económica. ¿Y qué decir de las maquinas, serán tal vez los algoritmos?
El especulador se encuentra en un punto intermedio entre el inversor a largo plazo y los cortoplacistas, siendo delgada la línea de frontera, como suele suceder en los asuntos humanos. Al contrario que al inversor a largo, al especulador le interesan todas las noticias económicas que afecten a las cotizaciones. El especulador observa la política financiera, de créditos, de tipos de interés, la situación mundial, las divisas, los informes empresariales, etc. Crea un patrón intelectual, en otras palabras tiene ideas, correctas o equivocadas, pero ideas. Esta es la diferencia crucial con el jugador, que simplemente juega al alza o a la baja, sea a cara o cruz, o merced a un sistema, más o menos complejo, y más o menos supuestamente infalible, para aprovechar a su favor las volatilidades del mercado.
Al contrario que el bancario, el especulador es participe pasivo del mercado. No produce en el fluctuación alguna, solo intenta aprovechar las existentes. No reemplaza a la Dirección de una sociedad, sino que hecha de su cartera a dicha sociedad. Que profesión tan señorial para quien piensa como Horacio “Feliz el que vive alejado de los negocios”. Como dice Kostolany, “el especulador reflexiona sumido en sí mismo, sin contacto con el público, sin ensuciarse las manos con un trabajo humillante, lejos de toda la mercadería, de los almacenes polvorientos, libre de las confrontaciones cotidianas, entre comerciantes y negociantes. Medita envuelto en el humo de su puro y sentado cómodamente en su mecedora, lejos del mundo, y sus ruidos. Sus herramientas sencillas…… teléfono, televisión, Internet y periódicos e informes. No tiene empleados ni jefe, no tiene que repartir saludos y sonrisas de un lado a otro, ni aguantar la lata de algún cliente nervioso, como el bancario. No tiene que convencer a nadie y es un caballero (o señora), que dispone libremente de su tiempo. No es de extrañar que algunos le envidien”. “Pero vive en peligro, como los cocodrilos debe habituarse a dormir con los ojos abiertos. La especulación es un viaje por mar entre la fortuna y la ruina”. (“El arte de reflexionar sobre el dinero”. André Kostolany). Precisa de dinero, paciencia y nervios de acero. Conocéis la historia de Damocles, a quien los envidiosos cortesanos querían emular por sus comidas, sus lujos palaciegos, su riqueza. Cuando le dejó probar a uno a sentarse en su trono, este vio sobre su cabeza, una espada (de Damocles) suspendida y se asustó mucho. Cuando le preguntó que porque estaba allí aquello, tan peligroso, Damocles le dijo que si quería el puesto, debía tomar también los peligros continuos que conllevaba. Balzac escribió en su tratado sobre “La vida elegante” que hay tres tipos de personas en el mundo: los que trabajan, los que piensan y los que no hacen nada”. El auténtico especulador, es aquel que piensa. La profesión no se puede aprender en escuela alguna. Es experiencia, experiencia y más experiencia. La bolsa es una habitación oscura, cada perdida en bolsa es una ganancia en experiencia.
Si las cosas van mal el especulador se arruinará. Solo alguien que se halla arruinado al menos 3 veces merece la pena ser llamado especulador, según Kostolany. Debe de ser porque tal vez, no es tan fácil como nos dicen los políticos del tres al cuarto. Sus peligros son grandes. En su novela “El diablo de la botella”, el escritor Robert Louis Stevenson nos describe este caso. Podemos comprar una botella, con un inquilino dentro, su genio, por el precio que libremente fijemos. El genio satisfará todos los caprichos del dueño y sus deseos de toda clase. Solo hay una condición, tras acabar con la botella, debe venderla por un precio estrictamente inferior al que la compró. De no poder hacerlo, la venganza del genio conlleva perder todo lo que se tiene y un tormento infinito. ¿Cuánto pagaría el especulador por esa botella?. No 1 centimo, pues no podría venderla. No dos céntimos, porque no nos la compraría nadie, ya que él no podría venderla por 1 céntimo. Análogamente para los precios de 4, 5 , 6 céntimos, etc. La inducción matemática permite demostrar que no puede comprarse al genio por ninguna cantidad. Sin embargo casi con toda seguridad que estaríamos dispuestos a comprar la botella por mil euros. ¿En qué punto deja de ser convincente el argumento contrario a la compra de la botella?. Muy difícil el cálculo real del especulador, (que se juega su patrimonio, ya que nadie va a darle crédito para especular), ya que la gente tiende solo al corto plazo. El especulador opera para obtener unas ganancias que puedan modificar efectivamente el ritmo de su vida, no para obtener una ganancia diaria como un jornalero, o para obtener una rentabilidad a largo plazo como un inversor. “Gran riesgo, gran beneficio”, dice el proverbio. En caso contrario, no opera. Vemos que quedan ya muy pocos especuladores individuales, la mayor parte de los bolsista buscan más el sueldo diario, y la rentabilidad de años, que la ganancia. Paradójicamente sus técnicas buscan minimizar el riesgo, a largo con el buy and hold, y a corto con los stops y demás. Lo mismo podemos decir de los bancos que juegan con ventaja de su mejor información y volumen de capital. El especulador, asume el riesgo. Es como un surfista que navega sobre una ola, que él no ha creado (la fuerza gravitatoria de la luna, generó la marea), y que puede llevarle a la cima o tragarlo. En este sentido toda operación es tan irrepetible como una ola. “No te bañas dos veces en el mismo rio”, decía Heráclito.
Y la pregunta final: ¿Hay algún rankiano que quiera contar abiertamente una experiencia (buena u horrorosa) de especulación suya, en cualquier mercado y a cualquier plazo temporal? También podéis dejar vuestra opinión si queréis, ¿queda algún especulador hoy en día? Saludos