Otra buena leyenda de la manzana...
Mitología nórdica
Freyja, de El oro del Rin, con el árbol de las manzanas doradas.
En la mitología nórdica las manzanas doradas conceden la inmortalidad a los dioses. Dichas manzanas son cultivadas por la diosa Iðunn.
Cierto día Loki, Odín y Thor paseaban por el campo cuando un águila (en realidad un gigante disfrazado) raptó a Loki y le hizo prometer que le daría a Iðunn para poder casarse con ella y disfrutar así también de la eterna juventud. Loki accedió y le dio a Iðunn. Los dioses no echaron en falta las manzanas al principio, pero luego empezaron a buscar dónde habían ido a parar Iðunn y sus manzanas. Loki confesó y se dispuso a traerla de vuelta, so pena de muerte. Lo consiguió tras un arriesgado vuelo, y los dioses se regocijaron al haber recuperado las manzanas.
Las manzanas doradas son un elemento importante en la ópera de Richard Wagner El oro del Rin (Das Rheingold), preludio de la tetralogía El anillo de los Nibelungos (Der Ring des Nibelungen). Tras construir el Valhalla para los dioses, los gigantes Fafner y Fasolt pidieron a Wotan que les diese a Freyja (llamada Freia en la obra), la diosa que cultivaba las manzanas de oro, como éste les había prometido. Cuando los gigantes se la llevaron, los dioses se volvieron súbitamente viejos y débiles, lo que convenció a Wotan para ir a Nibelheim con Loge para robar el anillo de Alberich y obtener así un sustituto de Freyja que complaciese a los gigantes.
Las manzanas doradas están relacionadas con un leitmotiv, cantado primero por Fafner cuando explica a su hermano Fasolt por qué deben alejar a Freyja de los dioses