Carta trimestral de Edouard Carmignac , esta mas positivo
Hace seis meses, me permitía felicitar a Mario Draghi por su ejemplar actuación durante sus dos primeros meses de mandato. Aplaudía, en particular, «el hecho de que hubiera instado a los países europeos a adoptar un pacto presupuestario de buena conducta, paso previo indispensable para un apoyo más decisivo por parte del BCE al mercado de deuda pública de los países más frágiles».
Personalmente, le instaba a ir más allá, específicamente, a que el BCE declarase su intención de comprar, de forma ilimitada, deuda pública de los países en dificultades, siempre que se adoptaran programas creíbles en materia de restablecimiento de las finanzas públicas y mejora de la competitividad. Este es el compromiso adquirido a principios de agosto. Y es ineludible. En efecto, la reducción de los déficits públicos y la adopción de reformas estructurales tardarán meses, incluso años, en dar sus frutos, pero tienen un coste inmediato: la caída de la actividad, que los mercados no pueden financiar sin el respaldo de un prestamista de última instancia.
De este modo, se ha puesto en marcha un plan creíble de rescate del euro, al menos para aquellos países que estén dispuestos a hacer el esfuerzo. Asimismo, se aleja el riesgo sistémico vinculado a la posible desintegración de la zona del euro, al tiempo que se despeja el horizonte de inversión industrial y financiera. La prima de riesgo —que viene penalizando al conjunto de los activos de riesgo desde el comienzo de la crisis griega— se encuentra en retroceso, favoreciendo a las carteras de renta variable. Por otro lado, la caída de la actividad económica en Europa está canalizando el ahorro principalmente hacia inversiones seguras, cuyos rendimientos son a menudo negativos, si descontamos el efecto inflacionista y la retención impositiva.
En el contexto de este panorama más prometedor, reciban, estimados lectores, mis más cordiales saludos.