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¿Qué porcentaje de mi cartera debería estar en renta fija vs renta variable?

La distribución entre renta fija (bonos y letras) y renta variable (acciones) de cada inversor varía según sus objetivos, horizonte y perfil. En general, la renta fija ofrece flujos más estables y rendimientos moderados (también hay clases con mayor riesgo y rentabilidad potencial), mientras que la renta variable es más volátil y el potencial de crecimiento para la cartera ha sido históricamente mayor.

Invertir en bolsa implica asumir más riesgo (y potencialmente más ganancia), en tanto que la renta fija busca proteger el capital y amortiguar posibles caídas en la cartera de la renta variable. Por ello, antes de decidir la asignación conviene definir claramente los objetivos financieros (compra de casa, jubilación, ahorro de emergencia, etc.), la prioridad de cada uno y el tiempo a dedicar en la inversión para conseguirlos. También es clave evaluar la tolerancia al riesgo personal: cuanto más conservador nos sintamos, mayor peso dedicaremos a renta fija.

En resumen, por regla general se aconseja ajustar la proporción atendiendo a factores como el plazo previsto, la necesidad de liquidez y la capacidad de soportar caídas de mercado.

  • Horizonte de inversión: Plazos más largos permiten mayor exposición a renta variable (bolsa) porque hay tiempo para recuperar eventuales caídas, el efecto de la volatilidad se mitiga con el tiempo y el potencial de crecimiento es mayor. Plazos cortos o metas próximas sugieren más renta fija para preservar capital asumiendo una rentabilidad y riesgo menor.
  • Perfil de riesgo: Un inversor conservador (poca tolerancia a las pérdidas) suele llevar una cartera con ponderación alta en renta fija para limitar volatilidad. Uno arriesgado prefiere más renta variable para maximizar el potencial de crecimiento.
  • Objetivos personales: Si se busca crecimiento intenso del patrimonio (por ejemplo, jubilación a 30 años = largo plazo), se puede asumir más renta variable. En cambio, si el objetivo es proteger un capital específico (fondo de emergencia) en el corto plazo, se elige renta fija que nos permita tener mayor seguridad y disponibilidad en caso de necesitarlo.
  • Situación económica y financiera: Tener deudas o ingresos inciertos aconseja ser más conservador. En cambio, si se cuenta con una economía sólida y estable, se puede tolerar mayor riesgo.

Relación Retorno-Riesgo por tipo de activo


Ejemplos de asignación según perfil de inversor

La industria financiera suele plantear carteras tipo según el perfil de riesgo: conservador, moderado o agresivo. Por ejemplo, un perfil conservador suele tener alrededor de un 70–80% en renta fija y el resto en variable, buscando ante todo estabilidad. Un perfil moderado se equilibra aproximadamente 50% renta fija – 50% renta variable. Y por último, un perfil agresivo podría rondar un 30% en fija y 70% en variable, priorizando el crecimiento del capital. 

Hay extremos: algunos carteras muy conservadoras llegan al 100% en renta fija y viceversa, aunque lo típico es mezclarlas.

Estas reglas son solo guías iniciales. Cada inversor puede ajustar los porcentajes según su realidad personal. Por ejemplo, personas muy cercanas a la jubilación quizá prefieran aún más renta fija para “dormir tranquilo”, mientras que jóvenes con fuerte tolerancia al riesgo pueden mantener un peso alto en bolsa. En la práctica la tendencia es reducir gradualmente la exposición al riesgo con el pasar los años.

Ejemplo: Cartera conservadora


En resumen

No existe una fórmula única: la combinación óptima varía con la edad, horizonte y circunstancias personales. Es recomendable definir los objetivos y el perfil de riesgo, y a partir de ahí orientar la cartera. Con el tiempo conviene reequilibrar periódicamente para mantener la asignación deseada a la situación actual de la persona. En definitiva, cada inversor debe buscar un balance entre protección y crecimiento que le permita dormir tranquilo, asegurando una evolución razonable de su patrimonio. 
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