La compañía alemana de suministro energético E.On, el mayor operador europeo de redes, obtuvo un beneficio neto atribuido de 1.088 millones de euros en el primer semestre del año, lo que supone una caída del 52% respecto al mismo período del año anterior.
Según ha explicado la compañía en su informe de resultado publicado este miércoles, el beneficio también ha caído en el segundo trimestre del año. En concreto, se ha situado en 1.160 millones de euros, un 18,9%. No obstante, frente al primer trimestre de este año, E.On ha logrado salir de las pérdidas de 72 millones de euros.
La facturación neta entre enero y junio fue de 53.250 millones de euros, apenas un 1,01% menos. Por segmentos de negocio, la división de venta de electricidad a clientes finales creció un 3%, hasta 37.387 millones de euros, mientras que la rama de redes energéticas se situó en 8.513 millones, un 28% más.
De su lado, el resultado bruto de explotación (Ebitda) se quedó en los 5.669 millones de euro, un 40% más. Mientras, la deuda neta de E.On se situó al cierre del trimestre en los 36.965 millones de euros, un 13% que los registrados al cierre del primer semestre del año 2022.
El consejero delegado de E.On, Leonhard Birnbaum, ha señalado que, después de un largo período de crisis, los obstáculos para su negocio "están disminuyendo". "Estamos en un entorno que nos presenta mucho trabajo, pero también ofrece un enorme potencial de crecimiento", ha afirmado.
Del mismo modo, la compañía ha elevado sus previsiones para este año 2023. Así, la eléctrica prevé ahora un Ebitda ajustado que se sitúa entre los 8.600 y 8.800 millones de euros (frente a los 7.800 y 8.000 millones que calculaba a inicios del año).
A su vez, se estima que el beneficio neto se elevará entre los 2.700 y los 2.900 millones de euros (al comienzo de 2023 proyectaba unas ganancias entre 2.300 y 2.500 millones de euros)