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El desplome del turismo ha puesto en alerta a la banca, que está detrás de gran parte de los compromisos financieros de las grandes cadenas hoteleras del país, unos préstamos que se remontan a antes del estallido de la crisis del coronavirus y que, ahora, se enfrentan a una oleada de refinanciaciones y búsqueda de nuevas inyecciones de liquidez para intentar sobrevivir.
Las 10 primeras compañías del sector (Meliá, NH, Hotusa, Palladium, Barceló, Iberostar, RIU, Grupo Piñero, Promotora Hotelera Canaria y H10 Hotels) sumaban compromisos con entidades de crédito por 2.812 millones de euros ya antes de la llegada del coronavirus, según sus últimos informes anuales de cuentas, que, salvo en los casos Meliá y NH, corresponden al año 2018. Pero las cifras se han disparado en los últimos tiempos.
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Esta cifra solo hace referencia a la exposición directa de la banca en forma de créditos como hipotecas, líneas de crédito o préstamos personales, deudas a las que se suman otro tipo de compromisos financieros, como emisiones de obligaciones o arrendamientos financieros, que elevan todavía más los compromisos financieros totales de estas empresas y el riesgo asociado a ellas de la banca.
Y lo peor está por venir, como demuestran los informes del primer semestre de este año de Meliá y NH (únicas obligadas a publicarlos por ser cotizadas), que han disparado sus préstamos bancarios y, con ellos, han llevado la suma de la deuda con entidades de crédito del ‘top ten’ hotelero por encima de los 3.300 millones. Si a esta cantidad se suman los préstamos ICO que han ido acordando otros grandes grupos, como Barceló o RIU, estaríamos hablando de más de 3.500 millones.
El sector se enfrenta a unos duros ejercicios que conllevarán renegociaciones de estos préstamos, desinversiones y búsqueda de nuevas vías de financiación que ya se están dejando ver en forma de solicitudes de préstamos ICO, que se han utilizado tanto para dar el relevo a financiaciones existentes como para lograr nueva liquidez, o emisiones en el MARF (Mercado Alternativo de Renta Fija) respaldadas por el instituto público.
La compañía de la familia Escarrer es la que tiene una deuda bancaria más elevada. Al cierre del pasado ejercicio, reconocía unos compromisos con entidades de crédito de 887,26 millones, cifra que a 30 de junio de este ejercicio, periodo que incluye todo el estado de alarma y el cierre obligado de la totalidad de sus hoteles, se ha elevado un 30%, hasta 1.150 millones.
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La propia Meliá reconoce en su informe del primer semestre de 2020 que este incremento incluye “328,2 millones de euros de nueva financiación” que se ha contratado “con el objetivo de garantizar la liquidez de la compañía”. El grupo hotelero está aplicando una política de ajuste de costes, reducción del 'capex' (inversión en mejora de los activos) previsto, obtención de nueva financiación y aplazamiento de los vencimientos, que exigen este año el repago de 41,9 millones y de 194,7 millones el próximo.
La otra gran compañía cotizada del sector, NH Hoteles, también ha disparado su deuda con las entidades de crédito, al haber pasado de 108 a 401,7 millones de euros este pasivo, incremento que ha llevado a cabo poniendo además en marcha todas las opciones a su alcance desde el punto de vista financiero.
Por una parte, en mayo logró la dispensa de las entidad financieras para el cumplimiento de sus 'covenants' habituales (ratios financieras) hasta junio de 2021. Ese mismo mes, firmó con Caixa un nuevo préstamo por importe de 10 millones, el mismo importe que renovó en sendas líneas de crédito con Bankinter y BBVA el pasado junio, todos ellos avalados por el ICO.
El instituto público también está detrás del crédito sindicado por importe de 250 millones de euros que firmó la hotelera en abril. Además, ya en julio, la cadena ha contratado un bilateral de 7,5 millones con Abanca por un plazo de tres años y respaldado por el Estado, y ha vendido la sociedad dueña del hotel NH Best en Holanda.
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Otro caso significativo es el de Hotusa, pionera en acudir al MARF para emitir 100 millones de euros en pagarés respaldados por el ICO. La compañía, que a cierre de 2018 reconocía una deuda con entidades de crédito por 741,7 millones de euros, y casi la mitad vencía en un plazo de cinco años, tenía ya entonces concedidas garantías a su banca acreedora por importe de 696 millones. Una situación que, con el estallido de la crisis del coronavirus, ha abocado al grupo a sentarse con sus entidades acreedoras para reestructurar su deuda.
La otra cara de la moneda es el Grupo RIU, la empresa sin deudas, ya que tanto su sociedad explotadora de los hoteles, Riusa II, como la empresa que los construye, Riu Hotels, apenas reconocen compromisos con entidades de crédito en su último informe de cuentas anuales publicado. No obstante, según reconocen desde la cadena, esta situación ha cambiado en los últimos meses y la compañía también ha tenido que pedir préstamos a la banca, por una cifra que oficialmente no ha sido desvelada, pero que se ha cifrado en 50 millones de euros.
Barceló, que ya se anotaba unos compromisos de 450 millones de euros a cierre de 2018, también ha hecho importantes esfuerzos en los últimos tiempos para lograr varias líneas de crédito, con aval del ICO, por un importe total de 200 millones de euros. Otra de las grandes cadenas con un importante pasivo con entidades financieras es Grupo Piñero (Bahía Príncipe Hotels), que en sus últimas cuentas auditadas ya reconocía 380 millones; cifra que en el caso de Iberostar es de 110 millones; de 101 millones en Grupo Palladium; Promotora Hotelera Canaria (Princess Hotels & Resorts) apuntaba algo más de 30 millones, y H10 recogía 2,7 millones.
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