Buenas tardes Antonio
Érase una vez un joven trader y pastor -quizá en homenaje precursivo al Gran Pepapi de Rankia- que se pasaba el día con sus gráficos y sus ovejas. Cada mañana muy temprano las sacaba al aire libre para que pastaran y corretearan por el campo. Mientras los animales disfrutaban de su libertad, Pedro se sentaba en una roca y las vigilaba muy atento para que ninguna se extraviara al tiempo que trazaba sus bandas bollinger, macds e ichimokus.
Un día, justo antes del atardecer, estaba muy aburrido ante la falta de volatilidad y se le ocurrió una idea para divertirse un poco: le gastaría una broma a sus vecinos y a sus compañeros de foro para que se llevasen un buen susto. Entonces, se subió a una pequeña colina que estaba a unos metros de donde se encontraba el ganado y comenzó a gritar a viva voz:
– ¡Cuidado! ¡Que viene una gran caída! ¡Que viene una gran caída! ¡Corrección, corrección!
Los compañeros de foro se sobresaltaron al oír esos gritos tan estremecedores y se apresuraron a cerrar sus posiciones largas y entrar cortos. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando vieron que el índice comenzó a recuperar al poco, superando máximos anteriores
– ¡Ja ja ja! ¡Os he engañado a todos! ¡No hay gran caída!
Los compañeros, enfadados, trataron de leer las mil explicaciones plausibles de la subida -véase mensaje a que da respuesta este a modo de ejemplo- y asumieron las pérdidas cuantiosas. (alguno las dejó fluir, con el consabido drama doloroso).
Al día siguiente, el pastor regresó con sus ovejas y gráficos al campo. No hacía más que mirar las velas, las nubes y a las ovejas así que empezó a aburrirse otra vez sin nada ¡Qué aburridos se le hacían los días sin volatilidad! Así que decidió que sería divertido repetir la broma de la tarde anterior, a fin de cuentas, se había divertido mucho.
Subió entonces a la misma colina y cuando estaba en lo más alto, comenzó a gritar:
– ¡Caída, caída! ¡He visto un montón de indicadores y noticias que aterrorizan al mercado!
El pastor gritaba tanto que su voz se oía en todo el valle. Un grupo de hombres se reunió en el foro y se organizó rápidamente para cerrar coordinadamente todas las posiciones y entrar cortos con todos los dracmas disponibles. Todos juntos se pusieron a ver los gráficos, pero la gran caída no se veía por ninguna parte. Se acercaron y entonces, vieron al pastor riéndose a carcajadas.
– ¡Ja ja ja! ¡Me parto de risa! ¡Esto vuelve a subir! ! A máximos! ¡ja ja ja!
Los hombres, realmente indignados, sin apenas contener su ira, cerraron sus pérdidas y regresaron a sus casas. No entendían cómo alguien podía gastar unas bromas tan pesadas y de tan mal gusto.
El año bursátil llegaba a su fin y el trader seguía, día tras día, acompañando a sus ovejas, con sus gráficos, al campo.
Una tarde, entre bostezo y bostezo , observó un destello rojo entre los gráficos . Se frotó los ojos y vio un una vela roja que sigilosa crecía y crecía hacia la parte inferior de la pantalla. Con gran susto, salió corriendo hacia lo alto de la colina y comenzó a gritar como un loco:
– ¡Cuidado, cuidado! ! Gran caída, debacle, desplome! !Que esto se cae!!
Como siempre, los compañeros escucharon los gritos , pero creyendo que se trataba de la enésima "trampa para osos" , siguieron con posiciones largas y no le hicieron caso. El joven trader seguía gritando desesperado. La gran vela roja se comió todas las plusvalías de su cuenta sin que él pudiera hacer nada por evitarlo.
Y así fue cómo el joven pastor se dio cuenta del error que había cometido burlándose de sus vecinos. Aprendió la lección y nunca más volvió a confiarse en las alturas.
Un saludo