Cuando pensemos largo, entramos cortos. Cuando pensemos corto, entramos largo. Es la única metodología que garantiza que, entre autoestima y dinero, uno de los dos siempre está preservado. (Sr Chang, en original)
Sr Chang puso frase al vuelo. Pero no deja de ser cierta. Como no dejar de ser cierto que, entre autoestima o dinero, qué creen Ustedes que preferimos preservar? Para Sr Chang respuesta estaría clara: la autoestima, sin duda.
El dinero solo es importante para quien no lo tiene, y a resultas de no tenerlo no puede satisfacer necesidades básicas - en su caso más extremo- o no puede permitirse aquello que razonablemente cree que debería. (Esto es, si alguien que va escaso invierte 500 euros para tradear en una cuenta y los pierde, sí lamentará perder ese dinero, también es verdad que alguien debería haberle aconsejado no hacer semejante apuesta). Pero el 95% -quizá más- de quienes intervienen en este foro o incluso de quienes nos leen o , más aún, de los que hacen trading intradía, tiene un perfil al que aplica perfectamente ese postulado. Cuando acontece una pérdida, incluso una pérdida de cuenta (eso es amor, quién lo probó lo sabe, Lope de Vega lo anticipó magistralmente en estremecedor soneto) , lo que de verdad duele es la autoestima, lo que enfurece es la sensación de fracaso, de oportunidad errada, asumir que no hemos sido capaces de cumplir objetivo. La pérdida de dinero que va asociada no es más que la representación simbólica de todo lo anterior. El saldo de la cuenta, el saldo de cada operación, no es más que una cifra abstracta en una esquina del broker. Con excepción de los temerarios, cuya cuenta incluye un dinero que pueden necesitar, la vida no cambia nada cuando se pierde una operación, o incluso cuando se pierde una cuenta. No tiene impacto tangible fuerte. Sí tiene impacto mental, bastante potente.
Esta reflexión conduciría a no pocas bifurcaciones reflexivas.
Por ejemplo, la tan manida cuestión de vivir del trading. Sr Chang cree que problema es que los inicios comportarían demasiada presión (Sr Chang no vive de trading, no quiere vivir de trading, otras actividades profesionales también son sumamente estimulantes, más allá de consideración pecuniaria, otra cosa es que con pandemia, con sovietización, muchas no han resultado posibles -no, Sr Chang no tiene bar de copas, no, no están por tanto invitados-). Algo similar a quien abandona un trabajo más o menos fijo remunerado para lanzarse a una aventura autónoma o empresarial. Con el añadido de que, por mucho que sepas, esto es como surf, depende de olas, ni siquiera Kelly Slater podría tomarlas en playa de Gandía o en tempestad indonesia. Nadie puede garantizar -ni siquiera los traders más consistentes- ganar justo hoy, justo ahora.
Por ejemplo también, la escasa atención que se presta a una variable que para Sr Chang resulta absolutamente decisiva, fundamental (sí, cursos -los buenos- suelen enseñar gestión de riesgos por un lado, psicotrading por otro, pero casi nunca las implicaciones cruzadas): tamaño de la cuenta y de la posición. Es algo esencial, porque condiciona totalmente la operativa. Se ve en los excesos: una posición demasiado baja llevará a relajar los mecanismos de protección porque, total, lo que se pierde es insignificante, se forzará no perder en ningún caso autoestima (que no entiende de volumen, uno puede cabrearse por perder una apuesta live de basket por medio punto aunque acaso la pérdida monetaria sea de 5 euros); una posición demasiado alta implicará nervios, tendencia a cerrar al primer beneficio, a efectuar un seguimiento tenso y compulsivo.
Es un mundo fascinante, este. El de la bolsa, y el de la vida también.