Más de 4,4 millones de estadounidenses dejaron voluntariamente sus puestos de trabajo en septiembre
Desde las primeras semanas del verano, que confirmaron la recuperación económica tras la pandemia antes de que
el gran atasco global dejara sentir sus turbulencias, las empresas de EE UU se están viendo en dificultades para ocupar todos los empleos vacantes. La oferta de puestos de trabajo supera a la demanda, sobre todo en los oficios menos cualificados y con remuneraciones más bajas, algo a lo que no resulta ajeno el grifo abierto de los estímulos del Gobierno federal, con tres planes de rescate desde marzo de 2020.
Los datos de septiembre confirman la sangría de trabajadores. Más de 4,4 millones de estadounidenses dejaron voluntariamente sus trabajos ese mes, lo que se suma a una cantidad similar (4,3 millones) de cesantes voluntarios en agosto, según las estadísticas del Departamento de Trabajo publicadas este viernes. Se trata del porcentaje más elevado de abandono desde que empezó a registrarse este tipo de absentismo laboral, hace dos décadas. Casi un millón de los extrabajadores se desempeñaban en el sector del ocio y la hostelería, uno de los que han recuperado tracción a mayor velocidad. No obstante, las empresas sumaron 531.000 puestos de trabajo en octubre, una gran mejora con respecto al mes anterior y una señal de optimismo
en medio del recalentamiento de la economía,
con la inflación en máximos históricos.
A finales de septiembre había 10,4 millones de puestos de trabajo vacantes en el país, una cifra ligeramente inferior a la de agosto, pero aún extraordinariamente alta para los registros históricos. Es decir, aproximadamente 75 trabajadores desempleados por cada 100 vacantes, la proporción más baja de las últimas dos décadas. Algunos sectores, como el del transporte, son especialmente deficitarios, mientras los empresarios se desesperan para cubrir vacantes que les permitan superar
los problemas de distribución por el atasco global en las cadenas de suministro. Pero no sólo faltan camioneros, también conductores de autobuses escolares. O cajeros de supermercado: en las distintas sucursales de unos grandes almacenes de una conocida cadena, en Nueva York, es frecuente encontrar abiertos solo tres mostradores de la quincena existente. Los carteles con ofertas de empleo son visibles en todos los ámbitos, de pequeñas peluquerías de barrio a grandes empresas como la de Correos.
La contratación fue plana durante todo el mes de septiembre, aunque datos publicados la semana pasada indican que el crecimiento del empleo se recuperó en octubre, pero que la fuerza laboral apenas creció, lo que sugiere que las dificultades de contratación de los empleadores continúan. Este miércoles, el presidente Joe Biden se felicitó de que las solicitudes de desempleo hayan caído un 70% desde que llegó a la Casa Blanca, en enero. “El paro se ha reducido en lo que va de año al ritmo más rápido desde la década de 1950; mucho más rápidamente que tras la Gran Recesión de 2008″, dijo el demócrata.
El fenómeno ofrece una doble lectura. Muchos atribuyen a la inyección de estímulos del Gobierno -liquidez vía cheques mensuales- la falta de motivación de los trabajadores e incluso la desincentivación a la hora de buscar empleo. Varios Estados gobernados por los republicanos pidieron ya en junio a Washington que cerrara el grifo de las ayudas (
los subsidios de desempleo de la pandemia expiraron a primeros de septiembre). Por otro lado, la creciente valoración del trabajo -y el consecuente el empoderamiento del trabajador- explicaría
una movilización sindical al alza.
Tras los motivos coyunturales que provocarían el abandono de los trabajadores, figuran según los expertos factores tales como la atención de los hijos, que complica la reincorporación al trabajo sobre todo de las mujeres; la falta de seguridad ante la covid-19 -denunciada por ejemplo en gigantes como Amazon- e incluso el temor a contagiar a otros miembros de la familia en situación de alto riesgo. Muchos estadounidenses también han acumulado ahorros durante la pandemia, lo que les ha permitido poder elegir,
así como consumir a un ritmo frenético, excesivo según algunos expertos.