Esa estimación de los 150 dólares por barril no es descabellada si realmente se produjera un cierre efectivo y prolongado del Estrecho de Ormuz. Estamos hablando de una arteria por la que pasa alrededor del 20% del comercio mundial de petróleo. Cualquier interrupción duradera tendría un efecto inmediato sobre el Brent y el WTI, y el mercado ya ha mostrado en el pasado lo sensible que es a este tipo de tensiones.
Ahora bien, una cosa es el riesgo geopolítico y otra que ese cierre se sostenga en el tiempo. Hay mucha retórica, pero la capacidad real de Irán para cerrar completamente el estrecho frente a la respuesta militar de EE.UU. y sus aliados es discutible. A corto plazo puede haber spikes de precio, movimientos especulativos fuertes, pero para ver niveles sostenidos por encima de los 120-130 dólares, tendría que combinarse un bloqueo real con una falta de respuesta eficaz por parte de Occidente, algo poco probable.
En todo caso, si el conflicto escala y se prolonga, el impacto no sería solo energético. Veríamos afectación directa en inflación, tipos de interés, márgenes empresariales y crecimiento global. No es solo petróleo, es todo lo que conlleva. Los mercados lo saben y por eso están tan pendientes del frente de Oriente Medio.