Así trabajan , BBVA, Repsol, Caixabank, para acceder a los fondos de la UE
La repercusión sobre el despegue de la economía española, sobre la modernización del sistema productivo y sobre la reconversión digital y ecológica de las empresas de los recursos europeos Next Generation EU ha captado la atención de las cotizadas. Varias de ellas, explican sus diagnósticos de situación, sus análisis sobre la transformación socio-económica de la sociedad y sus visiones sobre la capacidad de absorción y gestión de los fondos europeos de España.
Miguel Cardoso, de BBVA Research, recuerda que “el factor de mayor trascendencia para la recuperación, ahora mismo, es el contener la pandemia y alcanzar lo más pronto posible la inmunidad de grupo”. Sin este objetivo, “las restricciones a la apertura y el distanciamiento social seguirán siendo necesarios para evitar situaciones de tensión en el sistema sanitario”. Los fondos -señala Cardoso- “tendrán un mayor impacto si vienen acompañados de una inoculación de la vacuna rápida, efectiva y masiva”. En todo caso, “por los mismos tiempos establecidos por los Gobiernos europeos, esperamos que la mayor parte del impacto en el gasto público y privado se comience a ver apenas durante la segunda mitad del año”. En particular, asumimos que sólo entre 10.000 y 15.000 millones de euros, de los 27.000 presupuestados, se podrán ejecutar a lo largo de 2021. El año siguiente, “con más certidumbre y con mayor experiencia, es posible que este grado de ejecución aumente hasta niveles alrededor de los 20.000 millones”.
Los fondos suponen una oportunidad histórica para que la economía española pueda implementar reformas ambiciosas. Primero, aprovechando la oportunidad para impulsar la digitalización de las administraciones públicas y la utilización de las grandes bases de datos en favor de los ciudadanos. Un ejemplo claro -destaca Cardoso- lo representan “las políticas activas de empleo, que podrían beneficiarse particularmente de una modernización de los Servicios Públicos de Empleo (SEPE) que hicieran un trabajo más eficiente en la formación de los parados y en encontrar emparejamientos más eficientes y rápidos entre empresas y desempleados”. Segundo, los fondos son una clara oportunidad para transformar la economía española y diversificar su estructura productiva. En particular, impulsando una mayor digitalización e internacionalización de sus empresas. Para ello, será importante impulsar infraestructuras adecuadas, pero también la formación de empresarios y trabajadores. Finalmente, los fondos deben de crear las condiciones necesarias para evitar que aquellos trabajadores, sectores o empresas que sean perjudicados por las necesarias reformas que se tienen que acometer, puedan transformarse rápidamente e incurran en bajos costes de transición.
Para el analista de BBVA, estos recursos, sin embargo, “quizás lleguen demasiado tarde para poder implementar procedimientos de evaluación ex-ante de los proyectos”. Sin embargo, “no lo es para especificar mecanismos de evaluación continua, donde los involucrados rindan cuentas de cómo se está gastando el dinero y cuál está siendo la rentabilidad económica y social del proyecto en cuestión”. Esta evaluación, en cualquier caso, insiste Cardoso, “debería de ser hecha por expertos independientes”.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, destacó hace unas fechas en la Junta General de Accionistas de la compañía, la necesidad de combinar del mejor modo posible las políticas públicas y la iniciativa privada para recuperar cuanto antes la senda de la prosperidad. Ante el reto global que suponen el cambio climático y las consecuencias de la crisis del covid-19, Brufau defendió la industria y la apuesta por todas las tecnologías como palancas esenciales y señaló la obligación de actuar con decisión, implicando a múltiples actores y soluciones. El máximo responsable de Repsol enfatizó la “decisiva encrucijada” que afrontan las sociedades europeas y la española con la receta de recuperación a través de los fondos europeos y los avances en sostenibilidad y digitalización, y que incluyen “apuestas en muchos ámbitos”; entre ellos, la calidad de la Administración, la política y los servicios públicos”. Brufau ratificó el compromiso de Repsol de contribuir decididamente a superar estos desafíos, para lo que destacó dos palancas esenciales: la industria y la apuesta por la neutralidad tecnológica.
La industria “genera empleo estable y de calidad con la característica adicional de que también crea riqueza en el territorio en el que se implanta. Si España tuviera un mayor porcentaje de su PIB en actividades industriales, habríamos resistido mejor la crisis”, afirmó. Para el presidente de la multinacional energética española, “de esta crisis tenemos que salir con más industria, y no con menos, con más empleo de calidad, y no con más precariedad capturando todas las oportunidades de los Fondos Europeos Next Generation, que están basadas en proyectos viables y de ejecución asegurada”. Sobre este último aspecto, Brufau anunció que, en el marco de las convocatorias de manifestaciones de interés llevadas a cabo por el Gobierno, Repsol cuenta con un portafolio de 30 proyectos, con una inversión total asociada de 5.959 millones de euros, en el que “se combinan tecnología, descarbonización y economía circular, creación de empleo de calidad y generador de equilibrio territorial”. Se trata de 8 proyectos de hidrógeno renovable, 9 de economía circular, 4 de generación renovable y almacenamiento, 8 de energía distribuida y movilidad eléctrica, y uno que aborda la infraestructura de transformación digital.
Para Brufau, la industria juega también un papel clave para lograr un futuro con menos emisiones, para lo que “es crítico y esencial que Europa y España creen un marco regulatorio equilibrado para hacer posible la descarbonización con el concurso de todos”. Pero, para ello, hay que creer y que apostar por la industria europea como generadora de riqueza para todos”. Por lo que reclamó que desde las instituciones se permita “acudir a las soluciones más eficientes desde un principio de neutralidad tecnológica”, teniendo en cuenta aquellas “más adecuadas y eficientes en términos de coste para reducir las emisiones”. También se refirió a la captación y gestión de los recursos europeos el consejero delegado de la firma, Josu Jon Imaz, quien, al repasar los hitos de 2020, “un año muy relevante, en el que hemos gestionado con éxito nuestro Plan de Resiliencia en respuesta al duro contexto y también hemos presentado el Plan Estratégico que marca la ruta de nuestra actividad para los próximos años y reafirma nuestro compromiso con la transición energética” -precisó- señaló la prioridad de Repsol por mantener en funcionamiento sus instalaciones y proporcionar un servicio esencial para la sociedad” durante la crisis sanitaria. “Garantizando -añadió- suministros indispensables, como la energía o las materias primas necesarias para la fabricación de un elevado número de productos sanitarios”.
Clàudia Canals y Oriol Carreras, del servicio de estudios de la entidad bancaria, resaltan el efecto balsámico de los recursos europeos sobre “la inversión en intangibles”, que adquieren un mayor relieve. “El desarrollo y la implementación de las tecnologías digitales y, en especial de la IA, requiere de una importante inversión en activos intangibles”. Ejemplos de este tipo de activos son el software, las bases de datos, la innovación (a través de la I+D) o el capital organizativo. En contraposición -explican- al capital más tradicional (el tangible), compuesto, en su gran mayoría de máquinas y edificios, los intangibles carecen de un componente físico. La IA, más allá de precisar de una buena infraestructura de telecomunicaciones (capital físico o tangible), necesita de muchos otros activos de carácter intangible para que afloren plenamente los rendimientos de esta tecnología”. El software y el empleo de Big Data se dan por descontados, dado que son insumos principales para su uso, pero también requiere cambios en el modelo organizativo de las empresas y de inversiones sustanciales en capital humano.
Uno de los pilares sobre los que se vertebra el plan económico europeo -dicen los economistas de CaixaBank- es el de la transformación digital. La inversión en digitalización contemplada en los seis planes de actuación anunciados por el Gobierno para el periodo 2021-2023 asciende a 16.250 millones de euros, de los cuales, 15.400 serán financiados por el NGEU. De este montante, sería preciso excluir 4.700 millones destinados al Plan de Conectividad, al Plan 5G y a otras inversiones en equipamiento TIC, dado que la inversión en infraestructura, aunque crucial para la digitalización de la economía, no computa como inversión en intangibles. De este modo, en términos anuales, el Next Generation EU representa una inversión directa en activos intangibles de casi 3.600 millones anuales durante los próximos tres años, lo que equivale a un 0,29% del PIB por año. Asimismo, se prevé que el impulso inversor público atraiga inversión privada en intangibles. De manera más concreta, el Gobierno pronostica que en el trienio en el que se efectúan estas inversiones de la mano del NGEU se atraigan 26.000 millones de euros en inversión privada en intangibles. “Este efecto arrastre añadiría al impacto mencionado anteriormente entre un 0,2% y un 0,7% del PIB más en inversión en intangibles, según si se supone que se logra atraer la totalidad de la inversión privada prevista por el Gobierno o si se aplica un cálculo más conservador de que se atrae tan solo una cuarta parte de la cantidad prevista”. De modo que la suma del impacto directo más el efecto arrastre supondría incrementar el peso de la inversión en intangibles sobre el PIB entre un medio y un punto porcentual. Esta es una cifra notable que, según nuestras estimaciones de ejecución de los fondos presupuestados, permitirá alcanzar en 2022 niveles de inversión en intangibles que, en ausencia del NGEU, no se hubieran alcanzado al menos hasta el año 2026.
Fuente.- Estrategias de Inversión