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Versos sueltos

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Versos sueltos
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561 / 638
#4481

Re: Versos sueltos

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MURCIÉLAGOS

Creí que un gran dolor desplazaría
los pequeños dolores.
Y sin embargo
chillan allí, debajo de su ala,
hacen
crujir sus dientes, no renuncian
al pedazo de carne al que se aferran
mientras que yo suspiro
me canto una canción
y digo soy la madre que los pare,
tendré que hacer del hueso mi instrumento
y de mis días una pared ardua
para que ya no trepen, ya no aturdan,
y pueda concentrarme en el silencio
donde el Dolor empolla su gran huevo.

autógrafo

Piedad Bonnett

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4482

Re: Versos sueltos

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AJEDREZ

              I

En su grave rincón, los jugadores 
rigen las lentas piezas. El tablero 
los demora hasta el alba en su severo 
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores 
las formas: torre homérica, ligero 
caballo, armada reina, rey postrero, 
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido, 
cuando el tiempo los haya consumido, 
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra 
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. 
Como el otro, este juego es infinito.

              II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
reina, torre directa y peón ladino 
sobre lo negro y blanco del camino 
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada 
del jugador gobierna su destino, 
no saben que un rigor adamantino 
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero 
(la sentencia es de Omar) de otro tablero 
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

autógrafo

Jorge Luis Borges, 1960

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4483

Re: Versos sueltos

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CRISTO EN LA CRUZ

Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.
Los tres maderos son de igual altura.
Cristo no está en el medio. Es el tercero.
La negra barba pende sobre el pecho.
El rostro no es el rostro de las láminas.
Es áspero y judío. No lo veo
y seguiré buscándolo hasta el día
último de mis pasos por la tierra.
El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima.
No lo alcanza la befa de la plebe
que ha visto su agonía tantas veces.
La suya o la de otro. Da lo mismo.
Cristo en la cruz. Desordenadamente
piensa en el reino que tal vez lo espera,
piensa en una mujer que no fue suya.
No le está dado ver la teología,
la indescifrable Trinidad, los gnósticos,
las catedrales, la navaja de Occam,
la púrpura, la mitra, la liturgia,
la conversión de Guthrum por la espada,
la Inquisición, la sangre de los mártires,
las atroces Cruzadas, Juana de Arco,
el Vaticano que bendice ejércitos.
Sabe que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.
Le importa el duro hierro de los clavos.
No es un romano. No es un griego. Gime.
Nos ha dejado espléndidas metáforas
y una doctrina del perdón que puede
anular el pasado. (Esa sentencia
la escribió un irlandés en una cárcel.)
El alma busca el fin, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?

autógrafo

Jorge Luis Borges

 

 

 

 

Oscureció bastante más que un poco...

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4484

Re: Versos sueltos

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    SONETO LXXXV

Quien dice que la ausencia causa olvido 
merece ser de todos olvidado. 
El verdadero y firme enamorado 
está, cuando está ausente, más perdido.

Aviva la memoria su sentido; 
la soledad levanta su cuidado; 
hallarse de su bien tan apartado 
hace su desear más encendido.

No sanan las heridas en él dadas, 
aunque cese el mirar que las causó, 
si quedan en el alma confirmadas,

que si uno está con muchas cuchilladas, 
porque huya de quien lo acuchilló 
no por eso serán mejor curadas.

De la edición de Obras de Boscán y Garcilaso (portada)

Juan Boscán

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4485

Re: Versos sueltos

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 SALVACIÓN EN LA PALABRA

            (El poema)

A Jorge Guillén

                1

Dejad que la palabra haga su presa lóbrega, 
se encarnice en la horrenda miseria 
primaveral, hoce del destino, cual negra teología 
corrupta. 
                  Súbitas, algunas formas mortales, 
dentro del soplo de aire 
permanente e invicto. 
La palabra del hombre, honradamente 
pronunciada, es hermosa, aunque oscura, 
es clara, aunque aprisione 
el terror venidero. 
Hagamos entre todos la palabra 
grácil y fugitiva que salve el desconsuelo. 
...Como burbuja leve la palabra 
se alza en la noche, y permanece 
cual una estrella fija entre las sombras.

                2

Y así fue la palabra 
ligero soplo de aire 
detenido en el viento, 
en el espanto, 
entre la movediza realidad y el río 
de las sombras. Ahí está detenida 
la palabra vivaz, salvado este momento 
único 
entre las dos historias. 
...De pronto el caminar fue duradero 
y el hombre inmortal fue, 
y las bocas que juntas estuvieron 
juntas están por siempre. 
Y el árbol se detuvo en su verdor 
extraño, y la queja 
ardió en una zarza 
misteriosa.

                3

Allí estamos nosotros. 
Allí dentro del hálito. 
Tú que me lees estás allí 
con un libro en la mano. 
Y yo también estoy. 
Tú de niño, cual hombre, como anciano, 
estás allí. 
Tu corazon está con su amargura, 
ennoblecido y muerto. 
Y vivo estás. 
Y hermoso estás. 
                                    Y lúcido.

                4

Todo se mueve alrededor de ti. 
Cruje el armario de nogal, salpica 
el surtidor del jardín. 
Un niño corre tras una mariposa. 
Adolescente, das tu primer beso 
a una muchacha que huye. 
Y huyendo así, huye nada, 
quieto en el soplo tenue.

                5

Y así fue la palabra entre los hombres 
silenciosa, en el ruido 
miserable 
y la pena, 
arca donde está el viento detenido 
y suelto, 
acorde suspendido y desatado, 
leve son que se escucha 
como más que silencio, en el reposo 
de la luz, de la sombra.

Así fue la palabra, 
así fue y así sea 
donde el hombre respira, 
porque respire el hombre.

autógrafo

Carlos Bousoño

 

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#4486

Re: Versos sueltos

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          A QUEVEDO

  Aunque ya el peso no leve
De sesenta y un octubres
Poco ágil hace a mi diestra
Para plectros y laúdes,
  Como carga concejil
De que ninguno se excluye
Pídeme el moderno Pindo
Que a Quevedo cante y juzgue,
  Y que mi juicio y mi canto
En un romance formule,
Siendo el lecho de Procusto
A tal joya tal estuche.
  No; para encomiar a un vate
De tan superior cacumen,
Poco es emplear un metro
Sobrado pedestre y dúctil.
  Rimas de Taso o de Ariosto
Pide el asunto, y un numen
Émulo del que a Virgilio
Inspiró su Arma virumque.
  Yo, amén de eso, que en un drama
De cinco puentes no supe
Revolverme con holgura,
¿Qué haré en tan estrecho buque?
  Si informe bosquejo apenas
Hizo entonces mi chirumen
De tan colosal figura
Que se pierde entre las nubes,
  ¿Por qué, a riesgo de que un zoilo
Me llame Petrus in cunctis,
Lo que dialogué en domingo
He de romancear en lunes?
  ¿Qué, será lo que mandada
Hoy mi péñola ejecute,
Sino de aquel espontáneo
Embrión pálido resumen?
  Dejadme pues que en silencio
Admire, ría y estudie
Al que imitar no sabría,
Y ¡ay del que a tal se aventure!
  Harto lo que calle yo
Y lo que Tarsia no incluye
Mi amigo Fernández Guerra,
Veraz biógrafo, suple,
  Y harto en sus propios escritos,
Con pincel digno de Rubens,
El sabio autor se retrata
Sin comentarios ni apuntes.
  Harto el Lipsio castellano,
Mozo todavía impúber,
A España asombró y al orbe,
Doctor in utroque jure.
  Bien en rimas y discursos
Su lectura inmensa luce
Y de aquel estro viril
El alcance y el empuje.
  Que era hombre de pelo en pecho,
Si hay alguno que lo dude,
A Pacheco  el maestrón
Y a otros guapos lo pregunte.
    O Trinacria lo dirá,
Y Saboya, y los insubres,
Y la embaidora Venecia,
Nueva Cartago palustre.
  Ni cuando sueña despierto,
¡Con tanta sal!, o prorrumpe
En jácaras y romances,
Que cien prensas reproducen,
  Sólo el Juvenal hispano
Dueñas fustiga y tahures,
Escribanos y alguaciles,
Alcahuetas y gandules.
  También a la residencia
Llama de Plutón o Júpiter
A los próceres que viven
Y a los magnates que pudren;
  Y ni en claustro o sin clausura
Las tocas y los capuces,
Ni coronas y tiaras
Son a su látigo inmunes;
  Que él sólo, o mejor que nadie,
Mezclando lo agrio a lo dulce,
De su corrompido siglo
Osó pintar las costumbres.
  Y si, a fuerza de escarmientos
Que hicieran mella en un yunque,
Tal vez a extraños golpea
Cuando a los de casa alude;
  Y con su cuenta y razón
A Bruto o César contunde,
Y Opas y Judas compendian
A otros mil ejusdem furfuris;
  El más lerdo echa de ver
Que a la estratagema acude
De: «A ti te lo digo, Brígida;
Entiéndelo tú, Gertrudis».
  Entre máximas sublimes,
Que por donde quiera fluyen
De aquella valiente pluma,
Azote de los embustes,
  Suele cansar al lector
Con el truque y el retruque
De equívocos sempiternos
Y de conceptillos fútiles.
  Mejor que el oro y las perlas
Describe el lodo y la mugre
Y goza más de lo justo
En historiar podredumbres.
  Tal vez con torpes vocablos,
Que guardar debió en su buche,
Aun escarneciendo el vicio
Su talento prostituye.
  Mas resabios fueron estos
De lozanas juventudes,
Que harto compensó en hazañas
Y harto expió en pesadumbres.
  Ni porque a las cotarreras
Tanto glose y tanto zurre
Y en sus artes nos instruya
Y las cuentas los ajuste;
  O de viejas Mesalinas
La incontinencia vapule,
Y los ridículos dengues
Y jalbegues y menjurjes;
  Y de ver se desazone
Que culto a Venus tribute
Quien sólo ha quedado para
Rosarios y via crucis;
    Ni, en fin, porque a pecadoras
Con tal desenfado zumbe,
Dejó de dar a las buenas
Amparo, alabanza y lustre.
    Dígalo el que en San Martín
Contra una dama de fuste
Se desvergonzó villano,
Pensando quedar impune,
  Y remolcado a la calle
Desde el sacro balaústre,
Quevedo con fiero estoque
Le hizo bueno el quia pulvis.
  Envidiosas medianías
Y negras ingratitudes
En vano eclipsar pretenden
De aquel sol la viva lumbre,
  Y Montalván y comparsa,
Calumniando sus volúmenes,
Vierten en ruines libelos
El veneno que los nutre.
  Pretexto fueron las faltas
En que fácilmente incurre
Quien tiene el saber por junto
Y el donaire por azumbres,
  Para acusarle de hereje
Y jurar que huele a azufre
Quien de español y cristiano
Siempre rebosó el perfume.
  Y ¿quién como él supo honrar,
¡Oh Yago! tu cruz de gules
Que en el manteo dibuja
Y en el corazón esculpe?
  Pues aun este corto premio
De servicios no comunes
Ocasión fue para él.
De mortales inquietudes;
  Que por sostener los fueros
Del que a cántabros y astures
Contra el sarraceno impío
Defendió, armado querube,
  Guerra atroz le declaró
La monacal muchedumbre,
Dando por pendón al cisma
De una santa las virtudes;
  De una santa cuya gloria,
Para brillar en la cúspide
No ha menester que con bandos
La paz del reino se turbe.
  ¡Ay! las amargas verdades
De que derramaste almudes
Fueron, Quevedo, tus culpas,
Y no las que te atribuyen.
  Los perdidos que robando
Se convirtieron en Fúcares,
Los necios que con lisonjas
Ganaron sillas curules,
  No al madrileño Aristarco
Perdonan que los denuncie
Y que descubra la lepra
Bajo el armiño y el múrice.
  Le improperan, le persiguen,
Le saquean, los baúles,
Y a morirse  le condenan
En calabozo insalubre.
  En tanto, mártir insigne,
Tu constancia no sucumbe,
Y tu merecida fama
No cabe en el mapamundi.
  Y cuando menos lo piensa,
Al soberbio Condeduque
Llega la hora de todos,
Y despriva, y cae de bruces.
  Y aún vives tú lo bastante
Para que, él viviendo, triunfes
Y la infamia de su nombre
Haga el tuyo más ilustre.
  ¡Fiara el cuarto Filipo
A tus superiores luces
Y a tu ardiente patriotismo
La nave en que otros le hunden,
  Y ni a Portugal perdiera,
Ni Cataluña voluble,
Rebelde al propio Monarca,
Pidiera leyes al Lubre;
  Y (¡mengua al león de España
Que estremecido no ruge
Y a la degradada estirpe
Del Cenobita de Yuste!)
  No el escándalo se viera
De que a Nápoles sojuzgue
Un grosero pescador
De merluzas y de atunes;
  Y mientras inciensa el Rey
A la diosa de Amatunte,
Su juguete no le hicieran
Monseñores  y monsiures;
  Ni escala el vil lenocinio
Para trepar a la cumbre
Fuera, y blasón el cohecho,
Y ejecutoria el matute;
  Ni para locos festines,
Présagos de luto fúnebre,
Mamara a Castilla el fisco
Hasta secarle las ubres;
  Ni a la hartura de los zánganos
Que el trono ibero circuyen
Sirvieran sólo, y al lucro
De negociantes ligures,
  Los ríos de plata y oro
Que en América descubren,
Colón a Hernando Cortés,
Y a Pizarro, Vasco Núñez;
  Y en suma, no a tal oprobio
Viniera y tal servidumbre
La nación que el non plus ultra
Desmintió con tantos pluses,
  Y pasmo de Europa un día
Desde el Bósforo hasta Dubres,
¡Con las palmas de Lepanto
Tejió los lauros de Túnez!

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4487

Re: Versos sueltos

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CATÁLOGO DE RIDICULECES

  Cuando era un pelafustán
Que mendigaba mi sopa
¡Cuál me estimaba Beltrán!
Mas hoy que con viento en popa
Por esa mar palaciega
Diplomático navega,
No me habla Su Señoría.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Dio gran cena don Clemente
Que, aunque insigne majadero,
Es gastrónomo excelente
Y tiene buen cocinero.
Sandeces dijo a millones,
Mas la turba de gorrones
¡Con qué fervor le aplaudía!
  ¿Y no quieres que me ría?

  El vulgo estúpido piensa
Que es Blas un Licurgo, un Tales
Porque tiene entre cristales
Una librería inmensa.
¡Por vida del Cancerbero!
¡Si no sabe el majadero
Ni siquiera ortografía!
  ¿Y no quieres que me ría?

  El hijo de don Facundo,
Que merecía una leva
Por zoquete y vagabundo,
En las tertulias se lleva
La universal atención
Porque baila un rigodón
Con destreza y gallardía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Sin ser dueño de un ochavo,
Sin más talento que un roble,
Ni más coraje que un pavo,
Blasona don Gil de noble.
Dice bien: noble ha nacido.
¡Vaya! Está muy engreído
Con su rancia baronía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Un tiempo anhelaba Roma
No más que pan y circenses:
Ópera, aunque no se coma,
Piden hoy los matritenses.
Sólo al músico se premia;
Que es ya en Madrid epidemia
De la solfa la manía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  A su mujer don Alejo
Tiene por una Susana,
Aunque muda de cortejo
Dos veces a la semana;
Y si alguno en lo más leve
A censurarla se atreve,
Sañudo le desafía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  De cincuenta años Inés
Con un mancebo se casa
Que ayer cumplió veintitrés.
Ridículo amor la abrasa,
Y porque es pingüe su dote
Piensa con tal monigote
Vivir siempre en armonía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Él jura amor sempiterno
Cuando a Inés vende su mano.
¡Qué fenómeno! El invierno
Se casa con el verano.
Aún más. Llamándola bella
Diz que se casa con ella
Por amor y simpatía.
  ¿Y no quieres que me ría?
  ¿Y no quieres que me ría?

  El amigo don Pascual,
Que exige de su consorte
Eterna fe conyugal,
Fruta muy rara en la Corte;
El pan y el amor le niega,
Y ora al garito se entrega,
Ora a torpe mancebía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Juró amor en el terrero
Doña Isabel a don Bruno:
Otro tanto a don Antero
Le juró en el desayuno,
Y a otros dos en el teatro.
Pues la tienen todos cuatro
Por incapaz de falsía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  No sale Juana a la calle
Sin que admiren necios mil
La elegancia de su talle,
Su cabellera gentil.
Pues peluca y polisson
Se lo trajo un faetón
De París el otro día.
  ¿Y no quieres que me ría?

  De su amiga Sinforiana
Dijo mil pestes Lorenza:
Tratola de ruin, villana,
Sin talento y sin vergüenza.
Vino luego, y la besó
Con tanto ahínco, que yo
Pensé que se la comía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  El hijo de un mal barbero
Hoy es un grande señor;
Por intriga, o por favor,
Que averiguarlo no quiero.
Ni un cuarto a su padre da;
Pero avergonzado está
De verle con la bacía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  El cínico don Trifón,
Que viste de lana burda
Y duerme en una zahúrda
Sobre un ético jergón,
Las onzas cuenta a millares;
En viñas y en olivares
Tiene media Andalucía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Mira a aquel momio vejete
Tan galán como un Cupido,
Tan bailarín y aturdido
Como cualquier mozalbete.
Aun la quiere echar de potro
Con un pie y parte del otro
Dentro de la tumba fría.
  ¿Y no quieres que me ría?

  Ese maldito usurero,
Que ciento por ciento gana,
Y por granjear dinero
Pondría en venta a su hermana,
Reza a san Pedro, a san Juan,
A san Cosme, a san Damián,...
A toda la letanía.
  ¿Y no quieres que me ría?

  ¿Don Luis? ¡Noble caballero!
¡Qué comedido! ¡Qué afable!
Mejor sujeto no es dable
Hallar en el mundo entero.
¿Sí? Pues, ahí donde le ves,
A dos gobiernos o tres
Ha servido ya de espía,
  ¿Y no quieres que me ría?

  Ya está visto que este mundo
Es un continuo sainete.
No es filósofo profundo
Quien a enmendarlo se meje.
Por mi parte así lo entiendo;
Y pues a ninguno ofendo,
Déjame por vida mía,
  Deja, Fabio, que me ría.

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4488

Re: Versos sueltos

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EL SOLDADO Y EL CARRETERO

    Bueno es ser comedido, mas no tanto
Que raye la modestia en tontería.
      Fábula al canto.

    Ya no podía continuar su ruta,
Con la mochila y el fusil cargado,
      Pobre recluta.

    Viéndole un carretero muy bizarro
En tal angustia, «¡Militar!», —le dijo—,
      «Sube a mi carro».

    —«De perlas me vendría, que voy muerto;
Mas si a pagar el porte se me obliga...»
      —«¡Eh! No por cierto».

    —«Gracias. Bendigo al cielo, que me trajo
Tan buen padrino», —le responde, y monta
      No sin trabajo—.

    —«Ahora, bueno será dar un refuerzo
Al estómago», —dijo el trajinante—.
      —«No, yo no almuerzo».

    —«¡Eh! Nada de melindres y pamplinas.
La bota tengo llena, y en la alforja
      Pan y sardinas».

    Al fin, transido de hambre el buen soldado,
Aunque gravar temía su conciencia,
      Toma un bocado.

    Ya durmiendo, ya hablando al camarada,
Dejado había atrás el carretero
      Media jornada;

    Y todavía el mílite (¡da grima!)
No se había quitado la engorrosa
      Mole de encima.

    Ríe el otro y le dice: —«El sol escalda,
¡Y aún la ruda mochila, majadero,
      Veo en tu espalda!

    »Ya que me ahorro de pisar hormigas,
No es justo dar a la cansada mula
      Nuevas fatigas.

    »¿Y alivias por ventura su molestia?
De ti y del carro y todo el cargamento
      Tira la bestia.

    »No es tu propia carrera la castrense».
—«¿Pues cuál?» —«Hazte, ya que eres tan pacato,
      Fraile mostense».

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.