Pues estando en una farmacia, ya me entró en una ocasión un candigato de esos. Iba repartiendo flores, rosas, para más detalle y nunca mejor dicho lo de "detalle", porque me encantó. Acólitos a su alrededor, le llevaban puñados -de puño, vendrá, digo yo, jajaaa- de rosas y se las iban dando a poquitines, para que no le pesaran demasiado en sus tiernas manitas, ;-)
La menda estaba en el laboratorio y las chicas de dispensación me vinieron a buscar: ¡Ven, que están repartiendo flores!
Acepté la rosa y sonriendo le pregunté a ver si sabía si más tarde iban a pasar los otros, los de su competencia, repartiendo floreros. Creo que no me entendió. Asumo que soy difícil de comprender, jajaaaaa. De todos es sabido que, en mi tierra, durante muchos años, un partido hacía más de florero que de otra cosa.
Con este candigato me he encontrado más de una vez en el Parque de Doña Casilda. Él corriendo, yo paseando a mi chuchi. (Entonces solo tenía uno).
Si entrase Rajoy en mi farmacia para darme las gracias, le sacaría mis últimas declaraciones del Patrimonio y le diría en su cara, que no puedo contestar "de nada"... y si sus guardaspaldas, por allí iban siempre de esta guisa, me lo permitieran, le preguntaría que por qué mintió para subir al poder.
Ya lo sé, soy persona non grata para con floreros y rosales.
Un saludo cordial
¡Sed muy felices!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.