Re: Me voy a Lisboa
Como te tomes la Biblia literalmente al pie de la letra, tendré que empezar a pensar que procedo de una costilla de un varón y muchas van a tener que ser las explicaciones científicas que me aportes para empezar a creérmelo... ;-)
Fui yo la que nombré la eliminación de los crucifijos de las escuelas y luego sí, mucha tolerancia con que las señoras musulmanas vayan por nuestras calles con un velo haciendo gala de los imperativos de su religión..., que por cierto, a mí no me molestan, siempre y cuando, permitan que mis hijos puedan ver también con normalidad un crucifijo en una pared, sin considerarlo un acto de provocación.
También considero que los santos se hacen (nos hacemos, espero) nosotros solitos, con nuestra vida ejemplar, con nuestras buenas obras, con amor al prójimo... y la Iglesia se limita a reconocerlos como tales, pero la coronita no nos la pone un cura, sino el mismo Dios permitiéndonos subir al Cielo... La demostración de milagros es un tema que daría para miles de hilos como éste. Unos nunca creerán, otros no necesitamos tantas pruebas.
Si crees a pie juntillas lo del becerro de oro, ¿por qué no crees también que caminó sobre las aguas, que multiplicó panes y peces, que resucitó a los muertos y de entre los muertos, que sanó de enfermedades incurables y que dispuso que Pedro fuera la piedra sobre la cuál edificaría su Iglesia y que siendo perfecto Dios y perfecto hombre sí que -ante muchos hombres- se hizo presente de una forma física y tan tangible, que incluso -después de muerto- permitió a Santo Tomás meter la mano en su yaga? "Dichosos los que crean sin haber visto". Éso también lo dice la Biblia.
Respecto al cartelito de INRI, obviamente Jesús era un judío y el cartelito no dejaba de ser un intento de burla, un escarnio más a añadir al terrible tormento de la crucifixión: "REY de los judíos", "sálvate a tí mismo, si puedes..." le increparon.
Y ya que interpretas el sermón de la montaña como tú lo entiendes, espero que comprendas que leyéndote me surja la imperiosa necesidad de comentar cómo lo entiendo yo.
Según san Mateo... La intención del evangelista es plantear la validez de la ley de Moisés, los diez mandamientos y otras leyes del judaísmo, en relación a la nueva enseñanza de Jesús, su evangelio. Y también ayudarnos a descubrir a nosotros, que somos cristianos la importancia que tienen las leyes del Antiguo Testamento.
“No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”.
Los primeros seguidores judíos de Jesús, al escuchar al Maestro, pensarían: la Ley antigua y los profetas eran la expresión del designio de Dios. ¿Es ahora inútil, o acaso Dios ha cambiado de parecer?
El evangelio, la nueva ley de Jesús, no suprime la antigua, pero tampoco deja las cosas igual. Pide una maduración, una profundización y un cambio.
No hemos de quedarnos en el cumplimento externo de los mandamientos, hemos de llegar hasta el espíritu y no permanecer en la letra.
- En la persona y la vida de Jesús se cumple todo lo que Dios había prometido, revelado y pedido a su pueblo. El es ese cumplimiento.
- Jesús quiere que superemos el legalismo, el cumplimiento externo de la ley, para ir al fondo del corazón y para llegar así a cambiarlo.
- Jesús nos pide que vayamos más allá del mero cumplimiento de las normas. Proclama la ley de amor como principio que ha de impregnar todas las normas y regular nuestras actitudes y acciones, Por ello corrige y enriquece algunas leyes.
Algunos ejemplos que Jesús nos propone:
**Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”. Pero yo os digo: “Todo el que esté peleado con su hermano será procesado.
No matar es lo mínimo, y nosotros no podemos conformarnos con no matar. Y por ello, hemos de descubrir que también matan, en alguna medida, los odios, los enfados, los desprecios, los insultos.
**Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo os digo: “el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior”.
No basta con abstenerse de cometer adulterio externamente. Es preciso cambiar la mirada y la relación entre hombres y mujeres. Se trata de pasar de una mirada-relación posesiva, como instrumento del propio placer, a una de amor sincero que respeta, ayuda, ofrece libertad y humanización.
También está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio”.
Pues yo os digo: “El que se divorcie de su mujer, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio”.
No era suficiente que la ley judía justificase el divorcio, era necesario descubrir que las personas se casan no para divorciarse, sino para amarse.
**Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto. No es necesario jurar, pues tu palabra, sea un sí o un no, ha de ser veraz y verdadera. Se trata de valorar la palabra dada.
Con frecuencia todavía estamos anclados en el Antiguo Testamento. Cristo aún no nos ha tocado y marcado. Juzgamos según los criterios de la antigua ley, y nos damos por satisfechos si cumplimos externamente la letra de los mandamientos. No mato, no robo, no me divorcio... Aún nos parecemos a los escribas y fariseos; el evangelio de Jesús, su novedad, no nos ha tocado.
Pero cuando intentamos amar sinceramente a los demás; cuando tenemos una mirada relación no posesiva, interesada, de utilización de las mujeres o de los hombres; cuando nos esforzamos para que el matrimonio sea un espacio de amor, de comprensión, de superación de conflictos, superando la tentación de echarlo todo a perder en situaciones conflictivas, y no aconsejando ni favoreciendo el divorcio; cuando somos personas fieles a la palabra dada... Es entonces cuando el evangelio ya nos ha tocado, ya estamos en la nueva alianza, en la nueva ley.
Como puedes ver yo también tengo mis inquietudes y leo muchos sermones tan interesantes como los de Don Francesc Pardo i Artigas. Obispo de Girona
Estas inquitudes fueron las que me impulsaron a estudiar Teología después de los tres años que nos impusieron en la Universidad de Navarra, paralelamente a los estudios de Farmacia.
Un saludo
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.