Aviso a caminantes, el siguiente poema creo que se lo dedicaron a Ankaser (he dicho, creo).
Por un puñado de higos chumbos
Sagrada breva rallada,
madre de consolación,
mi pluma tiembla agitada
y le pido intercesión.
Para poder relatar
un trance que sucedió,
que al pensar hace temblar
a todo el que es tragón.
Camino de tragapanes,
calle de come sin miedo,
en el pueblo de Brutales
sucedió este lance fiero.
Vivía un sabio profundo,
en ciencia del tragadero,
que cuando probaba el chumbo
olvidaba su trasero.
Armado con su navaja
y con gracia singular,
por llenar pronto la panza
y hartarse hasta reventar,
en un capazo terrero
de dulces higos colmado,
cogidos de las primeros,
se metió navaja en mano,
este quiero y este no quiero,
dio comienzo a la batalla
con tal fiereza y denuedo
que el capazo pone a valla,
trincándoles en el suelo
les corta culo y corona
tocando a fiero degüello
a ninguno se perdona.
Primero los más maduros,
luego los sin madurar,
no da cuartel a ninguno,
todos mueren sin piedad,
en trance tan peligroso
ya no puede respirar,
se pone hinchado y boscoso,
se teme reventar.
Mandó tocar alto el fuego
de sus fieros batallones
desabrochándose el cuello
de chaleco y pantalones,
con fiereza en la acción
entró en terribles navajazos
y terminó la función
dándole fin al capazo.
Pasó la noche en calma,
todo sin revolución,
pero a otro día por la mañana
alzan los chumbos su voz:
-Nos comiste desollados,
sin temor ni miramiento
y aquí nos hemos juntado
para darte escarmiento.
Ya te puedes preparar
para dos mil apretones,
que la tienes que pagar
¡Anda y bájate los pantalones!
Se prepara, desde luego,
con tres puntos de atención
y hace un esfuerzo supremo:
Y no dispara el cañón.
¡Ay, Dios de las batallas!
que sino más desgraciado,
cuando más valiente estaba
el culo se me ha tapado.
¡Qué será de mi barriga
si el tiro no sale cierto!
¡Santísima lavativa,
ampárame que reviento!
Empieza con rogativas
al glorioso San Ramón,
con una sartén de migas
y un atracón de melón.
¡Váleme santo glorioso!
Si me sacas de este aprieto,
triunfador y victorioso
en humildad os ofrezco
toda entera una función
de dulces higos…de higuera
un gran atracón de melón
que no se lo salta cualquiera.
En el fondo de un brazal
coloca la artillería,
mandándole disparar,
pero el tiro no salía.
Se juntan los caballeros
que estuvieron en el trance,
dictaminando casi todos
sobre el terrible combate.
Uno dice: -caballeros,
tengo la opinión formada,
olvidemos el trasero,
observemos la vanguardia:
dos kilos ha de tomar
de excelente sal de higuera,
y así conseguir podrá
de romper la pelotera.
Otro dice: -hay que forzar
que este taco está muy duro
y es necesario empezar
haciendo más grande el tubo.
La punta de una corvilla
dará buen resultado.
se le rasga la presilla
y el ojal queda evacuado.
Tragaldabas protestó,
con el cabello erizado,
dice que la operación
le dejara en mal estado.
Debajo de un parral
se fue con la artillería,
mandándole disparar
cuando despuntaba el día.
Por fin disparó la bala,
fue tan grande la explosión
que vino abajo la parra
con gran precipitación.
Le hicieron:
Duque de Tragaldabas,
Marqués del atracazón,
Conde de Parra Arrancada,
Gran Señor del Atracón.
Gobernador incivil del esparragal,
Virrey de las Chumberas,
Conde del Hinojal,
Y con titulo de indecencia
Medallón del cagadero
Y cagaduro sin conciencia.
Anónimo