«Todos confusamente buscan un bien
en el que el ánimo se aquiete, y lo ansían;
así, todos combaten por lograrlo».
Dante supo expresar con singular genialidad la espera que constituye el corazón de cada uno de nosotros.
Todos secretamente esperamos, a veces casi con vergüenza de confesárnoslo, este bien en el que nuestra alma descanse.
Es como si tuviéramos que hacerlo furtivamente, a escondidas de nosotros mismos y de los demás, como para defendernos. Hasta ese punto es impopular, políticamente incorrecto, admitir la propia necesidad humana. Pero, ¿Por qué?
Porque
«todo conspira para callar de nosotros, un poco como se calla
tal vez, una vergüenza, un poco como se calla una esperanza
inefable» (R.M. Rilke). (Los textos de Rilke son una maravilla, no siempre de acuerdo con las traducciones) ;-) Lo siento, si no lo decía, reventabam jajaaaaa
El poder –de cualquier clase que sea– tiene la pretensión de desposeer al hombre de su propia experiencia, de lo que es más suyo, de sus mismas entrañas.
Su pretensión es tan fuerte que no se conforma con menos de todo: quiere el alma.
Y, desgraciadamente, demasiadas veces encuentra en nosotros un aliado oculto. De forma que también nosotros a veces creemos que no somos más que un sueño.
Para poder mirar a la cara al propio corazón hay que tener un “yo” como el que expresa el poeta Antonio Machado:
«¿Mi corazón se ha dormido?
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio».
Un abrazo
¡Sed felices!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.