Creo que un poco de orden al asunto, no viene mal.
En mi opinión, el economista ha hecho "morder el anzuelo" muy bien, para abrir un debate muy erróneo por los cauces, que ha tomado, pasando de una demagogia de un lado, a la del otro.
La finalidad principal de la medida, no es el agujero que producen los inmigrantes o sin papeles, sino cortar el que muy apropiadamente, señala Karlicones, "turismo sanitario" de países RICOS de nuestro entorno europeo, que por indolencia administrativa de las CCAA, no se reclamaba a sus países.
El economista muy inteligentemente, lo ha MANIPULADO interesadamente, como algunos foreros, llevandolo a asuntos, que no son, el centro de debate.
Yo estoy de acuerdo, con el médico FUNCIONARIO, de que el cumplimiento de la norma PUBLICO, está por encima de cuestiones de mera conciencia, que deberían de quedar en lo privado y en la labor de ONG y fundaciones sin ánimo de lucro, aunque nadie recaba en el centro de la cuestión, que es en la falta de diligencia, en el reclamo de ese dinero, por parte de las CCAA.
Aquí las teorías antropologicas sobre el hombre o el llamado "buenismo", es utilizado una vez más, de forma interesada, para justificar la "mano dura" que tanto divierte al respetable, pero que bastaba con hacer cumplir la Ley anterior frente a la "objección de conciencia" de las CCAA, que tanto se ha puesto de moda con otros gobiernos, aplaudido por los mismos que hablan ahora de cumplimiento de la Ley, en asuntos como el aborto, eutanasia, educación a la ciudadanía, etc...
Lo que ha faltado en el debate, es entender que la aplicación de la Ley en el caso concreto es complicada, porque es muy díficil en una situación concreta, vislumbrar si el que tenemos delante con un problema urgente y grave, tiene una nacionalidad, ha cotizado lo suficiente o hecho lo suficiente por el pais:
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La lección que personalmente he sacado de los conflictos, luchas y debates sobre la inmigración que hemos mantenido en Francia en los últimos 20 años es que hay que evitar politizar la inmigración y al mismo tiempo convertirla en una cuestión de identidad. Politizar la inmigración equivale siempre a transformarla en mercancía electoral, en motivo de rivalidad entre partidos en su lucha por conquistar el poder. Pero la experiencia demuestra que esto beneficia ante todo a los movimientos más demagógicos, sobre todo si los inmigrantes carecen de derechos. Por otro lado, dotar de una identidad a la inmigración equivale a reforzar el prejuicio según el cual tanto la sociedad de acogida como los inmigrantes son conjuntos cerrados que se diferencian punto por punto. Quiero insistir en este último aspecto.
Desde una perspectiva histórica, la cuestión de la inmigración nunca se plantea en términos de identidad, pese a que la sociedad de acogida y los inmigrantes la vivan como una cuestión de identidad. Toda la historia de los flujos migratorios, tanto en Europa como en Estados Unidos, demuestra que las situaciones migratorias desembocan siempre en una identidad común en torno a unos valores compartidos. Y esto es cierto tanto para las naciones surgidas de inmigraciones continuas (Estados Unidos, Francia) como para aquellas cuya formación étnica es más homogénea (Alemania, Suecia). En realidad, la vocación de toda inmigración es fusionarse progresivamente en el tejido sociocultural de la sociedad de acogida. Esta dinámica puede verse contrariada por la ausencia de una política de integración, por la territorialización o por la exclusión étnica, pero siempre acaba realizándose. La inmigración no es un bloque homogéneo, sólo existe superficialmente como colectividad. Por lo general, son las leyes del país de acogida las que la obligan a estructurarse en 'minoría' o en 'comunidad'. En su realidad existencial, la inmigración es un fenómeno individual. El inmigrante siempre busca su integración en el proceso de movilidad social del país de acogida. Esto no significa que olvide su origen o su condición, sino que el hecho de emigrar sólo tiene sentido para él si le permite cambiar de posición social (por otro lado, esto es lo que explica que el inmigrante, una vez integrado, se vuelva tan intolerante hacia los extranjeros e inmigrantes que llegan posteriormente). En cambio, los inmigrantes reaccionan como 'grupo provisional' cuando son marginados por la posición social, la lengua, las costumbres y, finalmente, el derecho. Dicho de otro modo, la condición de inmigrante siempre es transitoria: lejos de ser una situación propia de una 'minoría', encarna en realidad una posición ambigua de identidad que juega permanentemente con el pasado, el presente y un futuro anhelado. Oponer a esta transición de identidad la identidad masiva de la sociedad de acogida puede tener consecuencias negativas. Porque supone que la sociedad receptora se define en principio como comunidad orgánica cerrada, en la cual los individuos están subordinados a la unidad de la identidad común. Supone olvidar que la sociedad moderna no es una comunidad en el sentido medieval y tribal, sino un conjunto funcional en el que los individuos son sujetos que pueden diferir totalmente aunque las normas sean muy constrictivas. Además, el propio concepto de identidad no está muy claro: supone, incluso cuando tiene la connotación de tolerancia y apertura, una ahistoricidad, una atemporalidad y una sustancialidad genéricas. Es fundamentalmente una 'esencia', un 'noúmeno' en el sentido en que, como decía Kant, es imposible conocerlo...
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Tres Sami:
1) El autor de arriba, Sami Nair.
2) Sami Khedira (Stuttgart, Alemania, 4 de abril de 1987) es un futbolista alemán. Juega como volante y su equipo actual es el Real Madrid de la Primera División de España.
2)Sami el tunecino,Un inmigrante salva la vida a un vecino de Bilbao:
Un inmigrante salva la vida a un vecino de Bilbao
Un saludo