Holanda quiere dejar la Unión Europea
Es el corazón de la Unión Europea; uno de los seis socios fundadores, con un potencial económico tremendo y con unos derechos sociales que son la envidia de muchos de sus vecinos. Pero es posible que Holanda tenga los días contados en la comunidad europea y la puerta de salida de la Unión se abra para el país tulipán casi 60 años después.
Para que esto ocurra solo es necesario que el líder xenófobo, Geert Wilders, del Partido por las Libertades gane las elecciones legislativas que se celebrarán en el año 2017 y atendiendo a las encuestas va camino de lograrlo. Cuenta con una amplia ventaja sobre liberales y socialdemócratas que en este momento comparten coalición en el poder, según cuenta Isabel Ferrer en El País.
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Más allá de que la propuesta tiene tintes populistas, también hay un criterio económico en el que se apoya Wilders. Y es que según un informe de la consultora Capital Economics, fuera de Europa, el Producto Interior Bruto (PIB) holandés superaría entre un 10% y un 13% al del resto de la Unión Europea en 2035. Un dato muy a tener en cuenta ya que tendría un enorme impacto económico en un país que tiene una gran fuente de ingresos en la exportación.
Pero claro, dejar la comunidad europea también tiene sus riesgos y la única forma de hacerlo sería con una salida pactada y que los países miembros de la UE estuviesen de acuerdo en comerciar con Holanda a través de la Asociación de Libre Comercio igual que hacen con Suiza o Noruega entre otros. De esta forma, además de exportar e importar productos de sus vecinos, el país también estaría abierto al comercio con todo el mundo.
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Esta sería la mejor de las opciones para Holanda, pero la forma de actuar de los mercados es imprevisible y todo podría torcerse, por lo que debe pensar muy bien su decisión, ya que en los últimos años sus exportaciones a otros miembros de la comunidad europea siempre han superado los 400.000 millones de euros con una balanza comercial en superávit, según datos de Eurostat.
Muy cerca de allí, en Bélgica está ocurriendo exactamente lo contrario. El país, dividido en valones y flamencos, con la capital Bruselas en el centro de las disputas, afronta una nueva etapa después de que el partido independentista flamenco N-VA, el más votado en las últimas elecciones generales, haya renunciado a su máxima aspiración: la secesión.
El temor a ser expulsado de la UE unido al rechazo de gran parte de la población, provoca el cambio de rumbo, más centrado en asuntos socioeconómicos que en la quimera de la independencia. El objetivo es el “confederalismo, con dos estados que trabajan juntos con Bruselas como capital”, explicó Eric Defoort, uno de los fundadores del N-VA.
Las otras dos patatas calientes en la Unión Europea son Escocia y Cataluña. Mientras que los primeros ya tienen fecha para el referéndum de independencia pactado con David Cameron (18 de septiembre de 2014), los segundos siguen insistiendo en que lo harán aunque no tengan la autorización del estado español (9 de noviembre de 2014). Las últimas encuestas reflejan en ambos casos que la opción de la secesión pierde fuerza entre la población.