Re: El paro vuelve a subir en agosto. Seguimos como estamos
Te dirán que somos "libres" de elegir un seguro privado en las clínicas donde va el rey, si pagas lo suficiente se olvidan, por ello, porque "cualquiera" puede contratar un seguro privado.
Todo depende de la oferta sanitaria existente en cada lugar y en los recortes no te dan a elegir.
Lo demás, no es libertad, es subsistir o instinto de supervivencia para que te engañen lo menos posible con información sesgada que obvia lo principal.
Las cosas son lo que son, no lo que parece o nos quieren hacer ver que son.
Si la oferta sanitaria privada en España SOLO vive del subsidio de Muface presionará como lobby para que desaparezca la más eficiente sanidad o seguro público con mucho relación coste-beneficio CIUDADANO (no para el negocio privado):
----------------------------
España, a la cola de Europa en camas de hospital por habitante
El gasto sanitario, un 9,4% del PIB, está ligeramente por debajo de la media
La esperanza de vida al nacer, con 82,5 años, es la más alta de la UE
España está a la cola de los países europeos en número de camas hospitalarias. Con 3,1 por cada 1.000 habitantes, se sitúa como el cuarto con menor dotación en uno de los indicadores usados habitualmente para evaluar y comparar los sistemas de salud públicos. Es uno de los muchos datos que proporciona un informe reciente del Ministerio de Sanidad sobre los distintos sistemas sanitarios de los países de la UE. El trabajo, que se nutre de distintas bases de datos (Eurostat, OCDE, OMS, fuentes españolas...) ofrece una panorámica sobre modelos, copagos, estado de salud de la población y financiación de la sanidad. España mantiene el primer puesto en esperanza de vida; en gasto sanitario, está en noveno lugar, ligeramente por debajo de la media europea.
El informe también señala que para valorar el dato hay que considerar lo sucedido antes de 2009, “periodo pre-crisis”, y lo sucedido después. “En el periodo 2001- 2009 el porcentaje del gasto sanitario sobre el PIB creció 2,4 puntos y en el 2010-2011 cambió la tendencia decreciendo 0,3 puntos”, señala. El rango de lo que los países destinan a sanidad va desde el 12% de los Países Bajos al 5,9% de Rumanía. En España la financiación pública del gasto sanitario es del 73%, inferior a la de países como Dinamarca, Suecia, o Reino Unido, todos con proporciones superiores al 80%.
Mortalidad por infarto. Uno de los indicadores para evaluar la calidad de la atención sanitaria es el de la mortalidad intrahospitalaria por infarto agudo de miocardio (en los primeros 30 días después de entrar al hospital por un infarto; en adultos a partir de 45 años). La variabilidad es muy alta: del 3% de Dinamarca o el 4,5% de Suecia, a valores superiores al 8% en España, Alemania, Hungría y Luxemburgo. España es el cuarto país con el peor porcentaje: 8,5%. “Es sorprendente porque en otros indicadores de calidad asistencial hospitalaria (ingresos evitables por insuficiencia cardiaca, diabetes, asma...) estamos mejor que la media. Una posible razón podría encontrarse en que los infartados españoles tengan una mayor edad media que en otros países”, apunta Oliva. Pero la tendencia es descendente: España pasó del 10,5%, en 2005, al 8,5%, en 2011.
Copagos. En todos los países de la UE existe el copago en los fármacos con receta, según recoge el informe. En atención primaria (médico de familia y pediatra), España es uno de los seis países donde no existe copago (junto con Alemania, que lo eliminó en 2013, Dinamarca, Grecia, Italia y Reino Unido). En 11 países de la UE-15 la consulta ambulatoria a especialistas tiene copago. Las urgencias tienen copago en otros 11 Estados.
---------------------
Daría para otra tribuna analizar el valor que aporta nuestro sistema público de salud a la sanidad privada en España. Qué incidencia tiene la existencia de la sanidad pública en el precio de los seguros privados, cómo afecta a las pólizas de responsabilidad patrimonial de las empresas y de los profesionales, qué supone como garantía de cobertura real su ‘póliza oro’ de atención sanitaria de calidad en el conjunto del territorio para la mayor parte de la población. Sería igualmente prolijo abordar cómo contribuye el sistema público en su conjunto, la atención primaria de salud y la salud pública a la contención del gasto sanitario directo de las familias o el papel que tiene la sanidad pública en la formación de los profesionales que luego desarrollan su carrera parcial o totalmente en empresas privadas o cómo ayuda su inversión en el parque instalado y en tecnologías que de otra forma les sería imposible abarcar. En definitiva, qué supone la cooperación pública con sus recursos asistenciales.
Todas estas cuestiones a menudo no son tenidas en consideración por quienes sostienen el discurso de la mayor eficiencia de la sanidad privada frente a la pública. Sin embargo, resultan determinantes para comprender nuestro modelo sanitario europeo. ¿Cómo se explica que Estados Unidos haya destinado en 2011 el 17,7% de su PIB a sanidad, 8,4 puntos porcentuales más que la media de los países de la OCDE?
Esta situación, esta nueva oleada de recomendaciones de privatización, de desgravación fiscal por los seguros médicos, de nuevos copagos y de introducción de sanciones surgida del entorno del ministro Montoro, no puede impedirnos abordar reformas para modernizar la sanidad pública española en un momento de escasez de recursos para los servicios públicos. Estamos convencidos de su urgencia, pero también de la necesidad de hacerlo manteniendo el derecho de todos a una sanidad de calidad y equitativa, planteando claramente que estamos decididos a modernizar el sistema para ganar en eficiencia, para optimizar recursos, para vincular pertenencia con valores, asumir riesgo, buen gobierno o códigos de buenas prácticas profesionales.
La sanidad pública de cualquier país, y la española no es una excepción, necesita del pleno reconocimiento como un derecho ciudadano. Tiene que ser fuerte, eficiente y bien organizada y ha de ser necesariamente valorada por la mayoría de la población como el instrumento más eficaz y seguro de cuantos se conocen para alcanzar mayores niveles de bienestar y cohesión social, que son la única antesala posible al desarrollo económico.
Como valor estratégico hemos de conseguir una sanidad pública innovadora, eficaz y austera. Necesitamos manifestar, sin concesiones, que cada euro destinado a esta actividad tiene que ser utilizado de la manera más optima para obtener los mejores resultados en salud. Precisamos igualmente que una sociedad concienciada decida cómo asignar los recursos para poder ofrecer unos servicios de buena calidad y accesibles a toda la población.
EEUU destina aproximadamente un 8,3% de su alto PIB a sanidad pública y un 9,4% a sanidad privada. En la Europa de los 15, la sanidad pública se lleva algo más del 7,5% del PIB. Deberíamos arbitrar un consenso político con el objetivo asumible de que la financiación sanitaria pública acabe siendo la media de los países de la OCDE, un 7,5% del PIB. Para conseguir este fin es necesario asumir condiciones como que paguen todos los que deben hacerlo y una reforma fiscal que haga que los ingresos públicos escalen los nueve puntos porcentuales que nos alejan de la media europea en términos de Producto Interior Bruto.
En este escenario sería del mismo modo conveniente que la financiación sanitaria tuviera un carácter finalista, de tal manera que las Comunidades Autónomas recibieran el gasto per cápita ajustado por edades y atendiendo a otras correcciones como el coste efectivo de los servicios por unidad de análisis correspondiente a su población y dispersión.
Respaldo la tesis de la OCDE de que se pueden seleccionar objetivos internos de mayor eficiencia que generarían ahorros sustanciales al tiempo que se protege a los grupos más vulnerables. Además, tenemos que adquirir mayor experiencia en nuestras todavía débiles políticas de promoción de la salud. El movimiento asociativo, hasta la fecha no demasiado presente, habría de ser el verdadero impulsor de actividades comunitarias o de programas y activos de salud, que estaremos obligados a incorporar a nuestro conocimiento y a nuestra realidad.
Urge reflexionar acerca de la necesidad de integrar y coordinar los cuidados de salud que se hacen desde el sistema sanitario con los que se llevan a cabo desde entornos sociales próximos al mismo, en un modelo de gobernanza local que implica a la atención primaria y hospitalaria, los hospitales de subagudos, la red de salud mental, el tercer sector, las asociaciones, los ayuntamientos y el propio movimiento ciudadano.
El método de trabajo debe basarse en la posibilidad de tratar a las personas en aquel ámbito sanitario en el que los resultados se puedan conseguir con eficacia y eficiencia. Con estas premisas estaremos contribuyendo a defender uno de los servicios públicos más valorados por los ciudadanos y protegiéndonos de un sistema que cada año lleva a la quiebra a miles de familias en aquellos países que carecen de un buen modelo de sanidad pública equitativa y universal.
Un saludo