Toda la historia del honrado Sr. Rato, (los chanchullos y otras lindezas)
Rato, lastrado por los favores de la banca a sus empresas
VULNERABLE
Los problemas para mantener a flote las compañías que Rodrigo Rato y sus hermanos Ramón y Mª Angeles controlan están comenzando a debilitar la posición del vicepresidente en el Gobierno y en la carrera sucesoria. La Argentaria de Francisco González, sobre la que el PSOE ha pedido explicaciones en torno a un crédito de 650 millones de pesetas concedido a las empresas Rato, ya les denegó anteriormente otro de 3.000 en base a un informe al que ha tenido acceso El Siglo y que tachaba la solicitud de “carente de lógica empresarial” debido al elevado endeudamiento y la debilidad patrimonial del grupo. Aun así, los créditos y favores que Banesto, Repsol e, incluso, el Banco Zaragozano han concedido a las empresas Rato jalonan una historia que amenaza con rodear al vicepresidente y que ha revivido al calor del escándalo del BBVA.
Por Vera Castelló
Cómo cambian las cosas. Si levantara la cabeza Ramón Rato Rodríguez no comprendería muy bien cómo el pequeño imperio radiofónico que creó en vida bajo el nombre de Cadena Rato ha dado lugar hoy a un complicado entramado de empresas de dudosa rentabilidad bajo la gestión de sus hijos, el vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato y sus hermanos Ramón y Mª Angeles. Efectivamente, lejos han quedado los tiempos en los que la familia vendía 63 de las 68 emisoras de la Cadena a la ONCE –actualmente Onda Cero– en una operación por la que ingresaron más de 5.000 millones de pesetas. Hoy, todo es distinto. Los Rato controlan, directa e indirectamente, más de medio centenar de sociedades, sí, pero esas empresas dan más disgustos que alegrías.
No sólo buena parte de ellas está en pérdidas, sino que su elevado nivel de endeudamiento es la tónica general.
Precisamente esa fama de malos gestores que se están granjeando los hermanos Rato está terminando por empañar el currículo político del ministro de Economía. Poco a poco, va engordando la lista de actuaciones comprometidas llevadas acabo en las empresas que componen su emporio familiar.
La mala situación de las empresas Rato tiene un punto de inflexión en 1996, año en el que el PP, con él como vicepresidente de Gobierno, se aupa al poder. A finales de ese año, el grupo familiar acumula unas deudas con los bancos que sobrepasan los 3.500 millones de pesetas, a los que hay que añadir los créditos que soporta Refrescos y Bebidas de Castilla (Rebecasa), estandarte del grupo, empresa que ya por entonces pasaba por muchas dificultades económicas, que suponían unas deudas de 960 millones.
A principios de 1997, pocos meses después de que Francisco González, a instancias del propio Rato, asumiera la presidencia de Argentaria, entidad aún con un importante capital público, una de sus empresas Construcciones Riesgo, S.L. solicita un crédito al banco de 3.000 millones a amortizar en diez años, con tres de carencia. Dado lo abultado de la cifra, Argentaria elaboró un completo informe tanto de la empresa solicitante como de otras pertenecientes al grupo Rato (Construcciones Riesgo, Aurosur, Radio Forana, Viajes Ibermar, Jaume Serra, Edificaciones Padilla, Refrescos y Bebidas de Castilla, Rueda de emisoras Rato y Arada) que, mediante contundentes argumentos que reproducimos a continuación, recomienda denegar el crédito. Para la solicitud del préstamo, según consta en la documentación del banco a la que ha tenido acceso esta revista, la empresa presenta como garantías hipotecarias un solar en Getafe (Madrid), propiedad de Construcciones Riesgo con un valor de tasación de 514 millones de pesetas –aunque se indica que el ayuntamiento de la localidad acababa de aprobar un P.A.U. que previsiblemente incrementaría su valor– y una finca de 110 hectáreas en “Vilanova y Geltrú” (sic) propiedad de Aurosur, S.L. –tambien perteneciente al grupo Rato– con un valor de tasación de 420 millones –también se indica aquí que han sido expropiadas 60 hectáreas y recalificadas como urbanas 50–. Además, la empresa solicitante aporta como garantías solidarias el patrimonio de Mª Ángeles, Ramón y Rodrigo Rato, y de las empresas Rebecasa, Aurosur S.L., Edificaciones Padilla S.L. y Rueda de emisoras Rato S.L..
En esta misma información del banco, a la que El Siglo ha tenido acceso, aparece como objeto de la operación la reestructuración de deuda financiera. Del importe solicitado, 2.200 millones se aplicarían a cancelar la deuda bancaria con diez entidades financieras y, en segundo lugar, a la capitalización de sociedades del grupo. La titular destinaría 750 millones a cubrir sendas ampliaciones de capital de Rebecasa (500) y Jaume Serra (250). Todos estos datos, llevan a comentar al banco que “el objeto de la operación propuesta que supone que nuestro grupo se quede como casi banquero exclusivo, carece de lógica tanto desde la perspectiva empresarial como de la bancaria al establecer una relación de dependencia/cautividad de posibles muy negativas consecuencias a futuro”. El informe también concluye que “la generación de recursos tanto de la titular como del conjunto de empresas del grupo resulta insuficiente, de hecho es negativa en la práctica totalidad de las sociedades, para atender la amortización de la deuda, aspecto determinante en la valoración de cualquier tipo de riesgo”. Todo ello lleva a Argentaria a denegar la solicitud de crédito y a indicar que “la posición actual de riesgo del banco con el Grupo Rato (unos 500 millones de pesetas de los cuales 300 son riesgo financiero) se estima suficiente atendiendo a lo comentado a lo largo de la nota”. Es decir, que la entidad tenía todavía pendientes deudas de la familia.
Meses después, la misma Construcciones Riesgo solicitó otro crédito, en esta ocasión más modesto, de 550 millones a pagar en cinco años. En esta ocasión, las garantías hipotecarias que constan en el informe de Argentaria son “200/300 parcelas en Getafe resultantes del nuevo PAU ya aprobado con un precio de venta estimado de 3,7/4M (millones) por unidad”. En cuanto a la finalidad, 125 millones se destinarían a una ampliación de capital en Rebecasa y el resto a la cancelación de créditos a corto plazo. Tampoco Argentaria consideró que las garantías fueran suficientes y denegó el préstamo.
Pero a la tercera fue la vencida. Según documentación que maneja el grupo socialista en el Congreso, finalmente Francisco González terminó por conceder financiación a la familia Rato a finales de 1997 por valor de 225 millones de pesetas, un crédito que fue devuelto con las plusvalías generadas por la venta de la finca que se aportó como garantía hipotecaria. Por las mismas fechas, otra empresa del grupo, Ciuvasa, obtuvo de la misma entidad financiación por importe de 656 millones de pesetas que se utilizó para reordenar participaciones dentro del grupo de empresas Rato. Este crédito es precisamente el que los diputados socialistas han querido aclarar interpelando al propio Rodrigo Rato en la Cámara, sin embargo, la presidente del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, ha vetado la formulación de la pregunta. No obstante, el PSOE no ha tirado la toalla y ha anunciado que todas las semanas volverá a presentar la pregunta hasta que la presidenta de la Cámara apruebe su formulación.
Sobresaliente endeudamiento. Es a través del informe técnico que se elaboró a raíz de la petición del crédito de 3.000 millones, cuando se confirma el fuerte endeudamiento bancario de las empresas Rato que conoce Argentaria por entonces. En esos datos figura que, a 31 de diciembre de 1995, existía un endeudamiento de 4.821.400.000 pesetas, que se había reducido a 31 de noviembre de 1996 en 1.256.650.000 pesetas, hasta quedar en 3.555.750.000 pesetas. En el documento que reproducimos en este reportaje, se puede observar como existen algunos créditos muy abultados que permanecen con el mismo saldo diez meses después. Es el caso de la deuda contraída con Banesto, a la que nos referiremos más tarde, un préstamo o varios por valor de 1.985 millones de pesetas que aparece sin amortizar en cuantía alguna. Tampoco parece que se pagara nada, durante ese periodo, a Bandesco (entidad peruana que adquirió en 1994 el grupo chileno Inverraz). Sin embargo, llaman la atención los casos contrarios de Bancaja y Unefi, sendas deudas de 818,4 y 32 millones que existían a finales de 1995 parecen canceladas meses después. También hay que llamar la atención sobre la información con que cuenta el banco sobre el endeudamiento concreto de Rebecasa. Ahí se observa como en 1996 contrae una deuda de 360 millones con Rabobank y de 600 millones con Ibercaja. Curiosamente, este último crédito aparece sin que una deuda anterior de 46 millones hubiera sido saldada. En total, el endeudamiento de Rebecasa era en noviembre de 1996 de 960 millones.
Sin embargo, según la información con la que cuenta El Siglo, esta no fue la última vez que la entidad presidida por Manuel Pizarro, hombre muy cercano a Aznar y Rodrigo Rato, confió en la familia para otorgar préstamos (ver el reportaje “Empresas Rato” publicado el 29 de octubre). Nos referimos a un crédito de 100 millones de pesetas que Ibercaja concedió a Muinmo, propietaria del 100% de Rueda de Emisoras (Rato), el 28 de diciembre de 1998, con amortización a finales de 2001. Esa operación suponía una prueba más de la confianza que une a Pizarro con los Rato, ya que Ramón, hermano del vicepresidente del gobierno, es consejero de una filial de Ibercaja. La entidad no ha querido hacer ningún comentario a esta revista más allá de que “no da información sobre sus clientes”.
Lo cierto es que en el sector la familia Rato no tiene precisamente fama de buenos pagadores. Una entidad que aún mantiene relaciones crediticias con las empresas del vicepresidente del gobierno recuerda como, durante una inspección rutinaria del Banco de España,hace 3 años, los inspectores comentaron que eran “unos afortunados” ya que eran los únicos que estaban logrando cobrar lo que los Rato les debían ya que en el resto de bancos tenían muchos problemas.
A esa época se remontan los requerimientos que el Banco de España cursó a distintas entidades para que provisionaran en sus balances los créditos que esta familia estaba dejando de pagar. Concretamente, se dirigió a Ibercaja, Argentaria y Banco Zaragozano. Esta última entidad, copresidida por Alberto Cortina y Alberto Alcocer, admite la existencia de relaciones con algunas empresas de la familia asturiana. Concretamente, reconocen haber concedido créditos a Aguas de Fuensanta, S.A; Arada S.L; Aurosur S.L; Constructura Inmobiliaria Urbanizadora Vasco Aragonesa S.A. (Ciuvasa); Muinmo S.L; Refrescos y Bebidas de Castilla S.A (Rebecasa) y Viajes Ibermar S.L. El montante de dichos créditos, según una fuente oficial del Zaragozano, “nunca ha excedido los 1.000 millones de pesetas (6,01 millones de euros)”. En cuanto a la seriedad a la hora de cumplir los plazos de pago, indican que “siempre se han ido pagando correctamente, tanto es así que actualmente los riesgos que tenemos con esas empresas son de alrededor los 100 millones de pesetas ( 601.012 euros)”.
Sin embargo, estas afirmaciones contrastan con las informaciones a las que ha tenido acceso El Siglo. Fuentes muy cercanas a la entidad, confirmadas en círculos conocedores de los negocios de la familia Rato, afirman que el pago de las deudas contraídas con el Zaragozano no ha sido precisamente modélico. Sin embargo, la entidad se resistió a incluir estos créditos en la categoría de dudoso cobro o impagados para evitar que su índice de morosidad se viera resentido.
La técnica utilizada por la entidad bancaria para evitar provisionar esos créditos y poner en entredicho a sus perceptores fue la de ir renovando los préstamos, un mecanismo que hace que la antigüedad del impago nunca obligue a incumplir las normativas de la entidad supervisora. Sin embargo, el ardid no pudo mantenerse por más tiempo y, según confirman a esta revista, Luis Ángel Rojo, por entonces gobernador del Banco de España, requirió al Zaragozano para que procediera a provisionar dichos créditos por considerar que debían estar ya en la cartera de dudosos. Tras la inicial negativa de los copresidentes, al final se optó por provisionar parte de los créditos a los que la entidad reguladora ponía peros. El Zaragozano, por su parte, niega oficialmente que se recibiera requerimiento alguno en ese sentido.
En entredicho. No parece que esta operación haya sido la única ayuda que las empresas Rato han recibido de entidades bancarias. Quizás el caso más sobresaliente tiene como protagonista a Banesto y el año 1999. Tres años antes, San Miguel y Schweppes rompieron unilateralmente los contratos de distribución que tenían firmados con Refrescos y Bebidas de Castilla (Rebecasa), estandarte del grupo Rato. A finales de 1997, la compañía se vio forzada a suspender pagos, proceso que degeneró en una insolvencia definitiva contestada duramente por los trabajadores que permanecieron durante algún tiempo acampados en el madrileño paseo de la Castellana, en frente de la sede del Ministerio de Economía, reclamando el pago de las indemnizaciones pactadas. Los propios empleados acusaban al inquilino del Ministerio de Economía de descapitalizar la empresa mediante préstamos a otras sociedades instrumentales e interpuestas del propio grupo Rato.
La situación no se solucionó hasta que apareció en escena Banesto. La entidad decidió en 1999 comprar participaciones en las empresas de la familia Rato Aguas de Fuensanta (42,8%), Grupo Alimentario de Exclusivas (40,53%) y Cartera del Norte (36,10%), dedicadas a la comercialización y embotellamiento de agua mineral Especialmente desastrosa era la situación de Fuensanta que ese año cerró con pérdidas. El importe de la operación nunca se ha llegado a conocer –en alguna ocasión se ha cifrado en 1000 millones de pesetas la compra de Fuensanta-. Sin embargo, algunas fuentes indican que sirvió para pagar la deuda crediticia que mantenía con la entidad del grupo Santander y hacer frente a las consecuencias de la suspensión de pagos de Rebecasa. Esa operación fue la que más resquemores levantó, ya que la estrategia de Banesto, por entonces, era deshacerse de sus participaciones industriales, y entrar en el sector de embotellamiento de agua no parecía ser consecuente con esa dilosofía. Fuentes del sector justifican este tipo de operaciones en que “cualquier empresario pasa por baches y épocas de éxito y las entidades bancarias estamos para hacer negocios y apoyar a nuestros clientes en todas las circunstancias”.
El tratamiento a sus empresas le ha sacado los colores más de una vez al ministro de economía. Por ejemplo, cuando se publicó que el propio Ministerio de Economía concedió el pasado año una subvención a fondo perdido de 22.581.700 pesetas a Aguas de Fuensanta, empresa en la que todavía constaba como consejera Ángeles Alarco, esposa del titular de economía.
Sin embargo, cuando más evidente se hizo el trato de favor que puede llegar a dispensarse a la familia Rato por parte de algunos bancos fue cuando salió a la luz el crédito de 525 millones concedido por el HSBC –implicado en el caso Gescartera- a Muinmo SL, la empresa propietaria del 100% de Rueda de Emisoras, de la que los hermanos Rato se reparten, a partes iguales, el accionariado, una concesión que ningún experto se explica dado que Muinmo presentó pérdidas en 1999, exiguos beneficios en 2000, un capital social de 5 millones de pesetas y unas posibilidades casi nulas de generar ingresos para devolver el préstamo y sus intereses en dos años.
También tuvo que mirar a otra parte cuando el diario El País denunció que las seis emisoras de Muinmo recibieron en 2001 unos 40 millones de pesetas en contratos de publicidad de Repsol, el 6,66% del presupuesto de la petrolera, una cifra absolutamente desorbitada teniendo en cuenta que la audiencia estimada de esas emisoras no sobrepasa los 26.000 oyentes. De hecho, según han confirmado a El Siglo fuentes solventes, otras grandes empresas y entidades financiera, incluída la ya mencionada Banesto, fueron también invitadas por la cadena de Rato a aumentar su apoyo publicitario.
Además de créditos y ayudas publicitarias, los Rato aún tienen que agradecer a algunos de los más señeros bancos y empresas del país su aportación económica a una curiosa fundación, creada y auspiciada por distintos miembros de la familia, en la que, con el objetivo de desarrollar proyectos de solidaridad con El Salvador, también participan las empresas familiares.
“La misteriosa fundación de los Rato”), Felicidad Salazar-Simpson, esposa de Ramón Rato, hermano del vicepresidente, preside el patronato de la fundación Padre Arrupe, fundada en sus inicios por otro cuñado de Rato, el jesuita José Ricardo Salazar-Simpson, ya fallecido, y en el que están presentes otros miembros de la familia.
Aparte de que la fundación está enfrentada con los jesuitas, a los que no agrada que se utilice el nombre de uno de sus más emblemáticos miembros en una organización con la que nada tienen que ver y de que sus proyectos educativos para niños salvadoreños tienen sus detractores (el mismo Padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, les retiró una ayuda después de ver su colegio en El Salvador y considerarlo “para niños ricos”), el hecho de que las mismas compañías del grupo empresarial familiar figuren como “empresas colaboradoras” alimenta todo tipo de sospechas sobre el origen y destino de los fondos de los que Ramón Rato, el hermano del vicepresidente, es el tesorero.
A nutrir su presupuesto colaboran también, según el listado conseguido por El Siglo el año pasado, bancos como Argentaria y el Bilbao Vizcaya (separados en la memoria de la Padre Arrupe del 2000), el SCH, Cajamadrid, Bankinter o Ibercaja y empresas como Aldeasa, Cepsa, Endesa, Planeta, Retevisión, Tabacalera, Iberdrola, Iberia y Telefónica, de las que no se especificaba la cantidad aportada.
Rato, sin embargo, ha mantenido todo este tiempo, según un portavoz de su ministerio, que “no tiene nada que ocultar. Todos los créditos concedidos lo han sido en condiciones de mercado”.