¿Seremos de verdad racistas o es que nos toman el pelo?
Mi sorpresa fué mayúscula en una farmacia de guardia. Dieciocho personas esperando en cola. Tres dependientes despachando al público. Llega una musulmana de unos 35 años con su pañuelo y se coloca en el mostrador. Un señor de unos 65 años se dirige educadamente a ella y le pide que se coloque en la cola, como todos los demás. Excuso los modos de la recien llegada. Baste con decir que se dirigió a su interlocutor a grito pelado acusándole de racista. Pero también tengo que añadir que, pese a todo, el mancebo la despachó rapidamente y así pudimos librarnos de la gresca. Por eso digo yo siempre que a mí me fascina eso de la integración y de la alianza de civilizaciones. ¡Menos mal que esos ineducados constityen tan solo una minoría!. Aunque, pensandolo bien, son los que arman más ruido.
A los posibles insidiosos añadiré que soy padrino de un chico musulmán que en la actualidad tiene 38 años y nos unen lazos verdaderamente familiares.