Fondos con rentabilidad objetivo: ¿qué son y por qué se los quiere vender su banco?
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Son productos que apenas necesitan gestión, cuentan con elevadas comisiones para disuadir al partícipe de que no salga antes de tiempo y no garantizan un rendimiento mínimo a vencimiento
Las comisiones medias de suscripción y reembolso ascienden al 5% además de una de gestión del 2,25%, así como una comisión de depósito media del 0,20%
¿Le va a vencer su depósito? ¿Tal vez el garantizado en el que invirtió hace unos años? Cuando acuda a su banco para ver qué hace con su dinero a buen seguro le hablarán de los fondos con rentabilidad objetivo. Es el producto de moda en los escaparates bancarios y el último éxito de la factoría financiera. Estos fondos están llamados a ocupar el hueco que parecen abocados a dejar los fondos garantizados y también de los depósitos. Los datos de entradas y salidas de dinero en los últimos seis meses en unos y otros productos así lo corroboran. El paralelismo es absoluto desde el pasado mes de octubre y así, euro que sale de un fondo garantizado entra casi con toda seguridad en uno con rentabilidad objetivo. Su composición es casi idéntica, pero sus condiciones no lo son. A diferencia de sus antecesores, los productos objetivo, que comenzaron a comercializarse desde finales de 2012, no garantizan un rendimiento determinado al inversor.
Ese matiz, que no son un producto garantizado, es el que los asesores financieros y la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) han insistido en reseñar. El pasado mes de julio el supervisor emitió un comunicado en el que exigía a estos fondos que aclararan que su rendimiento no está asegurado. De hecho, esta misma semana el supervisor europeo ESMA advertía de los riesgos de invertir en productos complejos y hacía referencia, entre otros, a aquellos que no garantizan su rentabilidad. A pesar de ello, las redes comerciales de las entidades trabajan a plena potencia para ponerlos en manos de los ahorradores más conservadores. “Su denominación puede inducir a error porque el objetivo no siempre puede cumplirse”, afirma Martin Huete, director general adjunto de Caja España Fondos, ya que estos productos “se comprometen a alcanzar un umbral de rentabilidad pero nada les obliga a ello”.
Enfoque conservador sin garantía alguna
El negocio está servido. En un escenario en el que la rentabilidad de los depósitos está bajo mínimos, con la mayoría de las ofertas por debajo del 2% TAE, y en un año con amplios vencimientos de garantizados (14.400 millones según datos de VDOS Stochastics, de los cuales 5.600 tienen fecha de caducidad en el primer trimestre) el objetivo rentabilidad se postula como el gancho perfecto para retener el ahorro conservador. Un producto con mínimas necesidades de gestión y sin el coste que exige la garantía para la entidad comercializadora que se vende como si fuera tan seguro como un depósito bancario o un fondo garantizado. No es así.
Estos nuevos fondos surgen en un entorno en el que los tipos de interés se encuentran en mínimos históricos y en el que los bancos deben reforzar capital de cara a cumplir con los requerimientos europeos de solvencia. Dicho de otra forma, no queda margen para ofrecer una rentabilidad mínima al partícipe y hacer frente a su vez a una garantía que responda en caso de que no se alcance un rendimiento mínimo a vencimiento del producto (en el caso de los garantizados, esta cobertura la ofrecía el propio banco de la gestora y su coste consumía capital en el balance de la entidad).
Estos productos se constituyen a partir de la compra de un bono, cuya fecha de vencimiento sea lo más coincidente posible con la caducidad del fondo. Con ese bono, la entidad intenta proporcionar el rendimiento pretendido por la estrategia sin la asunción de un elevado riesgo. A ello se añade la adquisición de una opción con la que parapetarse ante posibles problemas que puedan surgir a lo largo de los cinco años de media que suele durar la vida de estos productos o bien para conseguir una revalorización extra por encima del mínimo marcado como objetivo. Esta opción puede ser sobre un sinfín de activos, generalmente con un riesgo mayor y, por tanto, habitualmente vinculada a renta variable.
Por ejemplo, hace unos días La Caixa ha comenzado a comercializar su fondo FonCaixa Rentas Julio 2019, un producto con una rentabilidad objetivo de entre el 1,75% y 2,10% (según el desembolso de cada cliente), cuya política de inversión versa sobre deuda pública española y activos monetarios de emisores con mejor ráting de España. El folleto también precisa que “se podrá operar con instrumentos financieros derivados con la finalidad de cobertura y de inversión para conseguir el objetivo concreto de rentabilidad. Esta operativa comporta riesgos por la posibilidad de que la cobertura no sea perfecta, por el apalancamiento que conllevan y por la inexistencia de una cámara de compensación”, añade.
“Ha sido un chollo para las redes comerciales de las gestoras. Sólo tenían que elegir los activos en un primer momento y sentarse a esperar durante los próximos cuatro años con el dinero de sus partícipes en el bolsillo”, apunta Huete. En esta línea, Víctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis, cree que “si suben los tipos de interés en el plazo referido y queremos salir del fondo lo haremos en pérdidas, lo que convierte al cliente en cautivo. Hay alternativas igual o más rentables, totalmente líquidas, que nos dan margen de maniobra si en el futuro cambia el escenario de tipos”.
Altas comisiones, rentabilidad moderada
La herencia de los fondos garantizados en los de rentabilidad objetivo queda plasmada principalmente en el hecho de que el inversor está totalmente cautivo durante los años que dura la vida del producto. Al no existir garantías y asumir más riesgo en la inversión, las comisiones son algo menores que en los garantizados y la rentabilidad final un poco mayor. Pero no es oro todo lo que reluce. Primero porque, al no haber garantías, puede que no se alcance el objetivo e incluso puede haber pérdidas. Y segundo porque no es aconsejable invertir en estos vehículos si no se va a cumplir la permanencia estipulada en el folleto del fondo, ya que la entidad gestora le aplicará un severo rejón en formato de comisiones.
Para comenzar, el partícipe que decida sacar el dinero antes de tiempo (o fuera de las ventanas de liquidez que ofrecen algunos fondos) tendrá que asumir la evolución de la cotización en el mercado secundario de los bonos en los que está invertido el fondo de turno. Si el precio del bono ha caído, el partícipe podría sufrir pérdidas al salir del fondo. A ello se aplicará una comisión de reembolso (por retirada anticipada) que suele situarse en el entorno del 5% (esta tasa también se aplica para suscripciones que se realicen fuera del plazo inicial). Las gestoras elevan estas tasas para disuadir a los inversores de que realicen entradas o salidas de dinero fuera de plazo y evitar que eso les lleve a replantear su cartera.
Según los últimos datos de la patronal Inverco, a la comisión de suscripción o reembolso hay que añadir una de gestión media del 2,25%, así como una de depósito que asciende al 0,20% del capital invertido. No obstante, tal y como señala Martín Huete, “cerca de un 70% de las comisiones que se aplicaban van a parar a las redes comerciales, ni siquiera al gestor”.
Enmarcados dentro de la categoría gestión pasiva a ojos de Inverco (representan más del 85% de la misma), estos productos, que han crecido de 2012 a 2013 de 85 a 153 fondos, son los que más suscripciones netas obtienen. Félix González, director financiero de Capitalia Familiar considera que, en términos de rentabilidad, “existen otras alternativas con un perfil de riesgo similar y unos rendimientos mucho más significativos”. Estos asesores apuestan por los fondos perfilados, adaptados a los distintos caracteres del inversor.
Los fondos con objetivo de rentabilidad son una opción en auge. En enero consiguieron acumular unas entradas netas de dinero de 1.900 millones de euros. Esta cifra, casi tres veces mayor que la de la segunda categoría que registró más suscripciones netas el pasado mes, demuestra el afán de las entidades por impulsar la venta de estos productos.
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