La cuestión es si Texas es ejemplo de algo más que eso. Y, dado que suele ser complicado disgregar los múltiples atributos que conforman un todo, la decisión giraría en torno a si queremos parecernos demasiado a Texas, tanto en su configuración urbana como en sus circunstancias sociológicas y el resto de sus peculiaridades exóticas, incluso para los estándares estadounidenses.
Yo, particularmente y sin ningún género de duda, no. Porque Texas está lleno de tejanos, con su conciencia de tejanos, con sus ideas de tejanos y sus deseos y voliciones de tejanos. Conciencia, ideas, deseos y voliciones casi por completo ajenas a las nuestras europeas; ni un ápice menos respetables en su contexto, por supuesto, pero por suerte ajenas a nosotros hasta un punto quizá irreconciliable.
Una vivienda grande, barata y aislada, una pistola al cinto o una Gadsden flag no son el alfa y omega de la civilización humana. Y aquí en Europa deberíamos saberlo y apreciarlo.