Y el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza
Podríamos plantearnos el hecho religioso, la trascendentalidad e incluso la existencia de Dios.
La teoría científica más aceptada sobre el origen del universo es la teoría del Big Bang por la que el universo se originó hace unos 14.000 millones de años en una singularidad espaciotemporal de densidad infinita. La Iglesia, con su conocida capacidad de adaptar la interpretación de las Sagradas Escrituras a los progresos científicos, la acepta ya que considera que explica la creación del universo por parte de Dios en un instante concreto. Ya, aunque le costó, había aceptado otros avances científicos como el hecho de que la Tierra no fuera el centro del universo o la Teoría de la Evolución de las Especies de Charles Darwin.
El hombre es un animal racional con un nivel de inteligencia que le permite ser consciente de su propia existencia, así como de sus limitaciones entre las que se encuentra su propia mortalidad. Ello le lleva a cuestionarse el sentido de la existencia, la posible trascendentalidad y la inmortalidad. Aquí está el terreno abonado para que las religiones proliferen y ofrezcan certidumbres así como promesas de inmortalidad que alivien en parte la desazón que produce en el ser humano el sentido de la existencia y su miedo a perderla.
La Iglesia nos habla de un Dios que nos juzgará e impartirá justicia. Atendiendo a su supuesta propia creación observamos que la vida en la Tierra es puro darwinismo (no se observa sentido de la justicia por ninguna parte). El sentido de justicia es de creación humana. Por tanto ese sentido de la justicia que le atribuyen a Dios, ¿no es realmente atribuirle a Dios una característica humana?
La Iglesia considera que la creación es obra de un ente inteligente. El hombre se caracteriza por su inteligencia, su consciencia de si mismo. ¿No se le estará atribuyendo a Dios, lo mismo que sucede con el sentido de la justicia, otra característica humana?
Según la Iglesia Dios nos ofrece la salvación eterna si cumplimos con un comportamiento terrenal acorde con unos principios morales que el cristianismo establece. En cualquier caso, ¿los principios éticos no son también una creación humana? Puede existir una moral establecida por cada religión pero, ¿no es cierto que el hecho de tener unos principios éticos no tiene que estar vinculados a ninguna religión? ¿Se ha de actuar correctamente en la vida por considerar que se hace lo adecuado o por conseguir una recompensa (vida eterna)?
Jesús fue un hombre extraordinario y revolucionario para su época, con ideas innovadoras. Pero este hecho junto con unos supuestos milagros no tienen porqué hacer pensar o dejar de hacerlo que fuera hijo de Dios. No podemos dar explicaciones sobrenaturales (consideración de milagros) a aquello que no podamos explicar cientifícamente, quizá algún día se encuentre esa explicación. En todo caso estos milagros no son más que una minucia en la inmensidad del Universo y en la comprensión del mismo. La propia Iglesia Católica los utiliza políticamente como ha sucedido con la reciente beatificación (en tiempo récord) de Juan Pablo II.
El mito de la virginidad de María quizá responda más a la propia moral cristiana, que parece tener aversión a la sexualidad (a fin de cuentas es lo que nos proporciona nuestra continuidad como especie) que a una explicación científica. En cualquier caso, aunque se aceptara su embarazo de Cristo por obra del Espíritu Santo, es de suponer que, con posterioridad, pudiera mantener relaciones con su esposo José.
Las religiones da la impresión que nos ofrecen certidumbres, consuelo, expectativas de trascendentalidad y unos valores morales que vienen a coincidir con aquellos vigentes en las sociedades de las que surgen, con algunas innovaciones aportadas por alguna personalidad especialmente brillante.
El propio Stephen Hawking ha declarado que no observa la intervención de ningún ente inteligente en el nacimiento y la evolución del Universo (algo que, por supuesto, es perfectamente debatible).
Desde una posición agnóstica no se puede negar la existencia de Dios ni afirmar la misma. Sin embargo en vista de que el ser humano es un ser inteligente debe rebelarse ante el hecho de que un ente, aunque se suponga superior, tenga la atribución para decidir sobre el propio ser humano. Debe afirmar su libertad aunque no le quedara más remedio que aceptar la autoridad de un ente superior.
Ante el hecho de la consideración de Dios como omnipotente, omnisciente y omnipresente, ¿no es esto una idealización del ser humano? El ser humano puede, no lo puede todo; sabe, no lo sabe todo; y está, aunque no en todas partes. Por tanto, en vez de considerar que Dios nos creó a su imagen y semejanza (algo que conociendo la inmensidad del universo resulta poco modesto por nuestra parte). ¿No sería más acertado considerar que hemos creado nosotros a Dios a nuestra imagen y semejanza?