No son más que negros.
En recientes fechas se ha producido un nuevo desembarco de subsaharianos en las costas de Tarifa. Evidentemente ha sido con el consentimiento de Marruecos que de vez en cuando necesita hacerse notar. El problema de la inmigración irregular es realmente complejo y ni desde Europa ni desde España parece existir el más mínimo interés en abordarlo. La idea más genial consiste en pagarle al sátrapa de Mohamed VI para que evite que embarquen en pateras.
Rosa Díez como consecuencia consideró evidente que Marruecos deja pasar a los inmigrantes “ilegales” hacia España. Yo le diría a doña Perfecta que se equivoca, que precisamente Marruecos, con nuestro apoyo y financiación, nos hace el trabajo sucio, lo que no permitirían nuestras leyes; los maltratan, torturan y llegan a ponerlos frente al desierto. En este último caso el final no es difícil de imaginar. Lo que pasa es que nuestro querido Mohamed necesita recordarnos el servicio que nos presta, nadie concede favores gratis. Si realmente permitiera que accedieran a nuestras costas libremente, entonces si tendríamos un problema real.
Con la situación en que se encuentra África esto sólo puede ir a más, tarde o temprano la situación puede convertirse en explosiva. A no ser que los eliminemos, y de esa forma daríamos salida al stock de armamento, y crearíamos más puestos de trabajo en esta industria. Como no es cuestión de plantear barbaridades ni tampoco soluciones como la libertad de entrada a todo el que así lo quiera (con los enormes problemas de gasto sanitario, educativo y social que ello conllevaría, algo inasumible; así como la conflictividad social que provocaría) como proponen algunos. Se podría intentar una solución capitalista.
El capitalismo es como el hámster que no cesa de caminar sobre la noria para que esta no se pare. Ha de generar productos de consumo para que los consumidores los adquieran. El consumo genera actividad económica y puestos de trabajo, es decir, ingresos para seguir consumiendo. Éste sería su círculo virtuoso. Cuando falla le toca al círculo vicioso en el que nos encontramos.
Tras la Gran Depresión EE. UU. necesitó de la II Guerra Mundial para salir de ella. Tras ella, para ayudar a la Europa aliada a superar la posguerra, puso en funcionamiento el Plan Marshall. Dicho plan supuso un desembolso de 13.000 millones de dólares de la época, su aplicación se extendió desde 1.947 a 1.952. Consiguió que en este año los países participantes, excepto la RFA, superaran los níveles anteriores al conflicto. El desarrollo económico y social posterior de Europa no tiene precedentes históricos. No se puede adjudicar todo el mérito al citado plan, pero es evidente su éxito.
Actualmente Europa es una sociedad envejecida y sin dinamismo. Podemos empezar otra vez a construir sin mesura hasta que nos demos cuenta que no tenemos compradores para las nuevas viviendas. También podríamos mirar a África, continente joven y con ganas de trabajar. Un segundo plan Marshall en África sería mucho más complicado y no solo por el coste. Tienen grandes deficiencias en cuanto a la formación de sus habitantes, así como de infraestructuras. Y lo peor, donde radica el gran problema, sus dirigentes no miran más allá de la evolución de sus cuentas en Suiza. No les preocupa sacar adelante a su población. Pero, ¿quiénes mantienen a estos dirigentes?, ¿dónde están los bancos en que guardan su dinero (convenientemente expoliado a su población)?, ¿no mantenemos a estos dirigentes para que las grandes multinacionales exploten sus recursos?, ¿de quién es la responsabilidad?
Lógicamente al actuar sobre los bancos suizos (y otros paraísos o pseudoparaísos fiscales) los primeros perjudicados serían ellos. Pero claro ahí no están solo los dineritos de estos tiranos, sino también los de otros poderosos de piel más clara. Los mismos que controlan los medios de comunicación que nos bombardean con sus noticias y comentarios tendenciosamente Los mismos que ofrecen colocación, muy bien remunerada por cierto, a muchos de nuestros ex dirigentes (con Felipe y Aznar como máximos exponentes). A veces elegimos a políticos que consideran la política, más como MEDIO de obtención de méritos curricalares, que como FIN de servicio público
Alemania es quien por su potencial y división del resto de grandes países de la zona euro marca la política económica a seguir. Tiene histórica fijación con el control de la inflación (el auge del nazismo fue consecuencia de la hiperinflación provocada por las indemnizaciones impuestas a Alemania tras la I Guerra Mundial). Pero actualmente el riesgo de deflación es superior al de alta inflación. En EE. UU. se ha introducido liquidez en el mercado y actualmente su crecimiento es del 3%. De Europa ni comento.
Sin ser ni empresario ni economista el sentido común me dice que cuando una empresa recorta y no invierte no puede crecer. Si asume riesgos puede prosperar. El crecimiento en Europa es anémico (Rajoy saca pecho por un 0,6%), EE.UU tiene un crecimiento mucho más vigoroso.
Evidentemente es utópico luchar contra los poderosos, pero el voto nos pertenece. Podemos elegir entre un capitalismo de acumulación de grandes fortunas que hacen pulular los capitales por los mercados, así cuando un país perfectamente viable está en dificultades especulan contra su moneda hasta obtener pingües beneficios sin haber producido nada (España se habrá escapado por formar parte del euro). Por otra parte tendríamos un capitalismo de inversión productiva que si generaría riqueza y prosperidad.
Invertir en África, acabando previamente con sus élites corruptas (lo mismo que las hemos puesto las quitamos) abriría nuevos mercados para nuestros productos y aumento de intercambios comerciales que generarían riqueza y prosperidad para las personas. El sistema económico (en este caso capitalismo) ha de estar al servicio de las personas y no al contrario.
También tenemos el problema de que China está comprando materialmente el continente negro. Quizá los próximos conflictos con China no sean como en el siglo XIX en Asia sino más cerca de nuestras fronteras.
Tendremos que elegir entre que China se apropie de las tierras de los africanos (compradas a unas élites que guardan el dinero en Occidente) y que ingentes cantidades de desheredados asedien nuestras fronteras, o en desarrollar ese continente con los beneficios económicos, geoestratégicos y de estabilidad social que conllevaría. Si EE. UU. ideó el Plan Marshall para frenar el comunismo,¿no es igualmente preocupante China y una inmigración descontrolada?
Pero con unos políticos interesados, manipulados y tan míopes que no ven (o no quieren ver) más allá de la próxima encuesta, la situación degenerará progresivamente y las consecuencias (eso sí) las pagaremos nosotros, no las élites políticas y económicas.