La derrota del independentismo escocés lo es también de los separatistas catalanes, encabezados por los líderes de CiU, Artur Mas, y de ERC, Oriol Junqueras, que esperaban un resultado favorable para impulsar su objetivo de romper España. La torpeza del «premier» británico, David Cameron, ha estado a punto de provocar una crisis de graves consecuencias y, sobre todo, ha provocado una fractura muy importante en la sociedad escocesa. El ejemplo británico será esgrimido, como están haciendo los nacionalistas catalanes, para pedir consultas en otros puntos de la Unión Europea donde algunos territorios buscan la ruptura de sus estados. Es cierto que la victoria unionista permite ganar tiempo, pero no hay que olvidar que los independentistas escoceses utilizarán ese 44,7 por ciento como una sólida base para continuar con su campaña. Es algo que caracteriza a los nacionalistas. Las reformas que quiere impulsar Cameron, consecuencia de los compromisos que ha adquirido durante la campaña, servirán para dotar de más recursos y competencias que serán utilizados por el nacionalismo escocés en su camino para lograr la independencia. Es lo que ha sucedido en España con la autonomía en Cataluña y el País Vasco, que ha sido el medio para fortalecer las posiciones identitarias y favorecer a las asociaciones y grupos independentistas, impulsados y controlados por CiU y ERC.
No hay autonomía que sea suficiente para calmar al nacionalismo, que siempre tiene como horizonte último conseguir la independencia. Cuando escucho las propuestas federalistas o confederales, que buscan otorgar una singularidad a Cataluña y al País Vasco frente al resto de España, creo que no se dan cuenta de que lo único que se conseguiría es dar un decisivo impulso a un proceso que busca alcanzar la secesión. Es poner en una posición de igualdad a esas comunidades con España con un funcionamiento bilateral que sería enormemente insolidario con el conjunto de la nación. Un aspecto positivo del proceso escocés es la dimisión de Alex Salmond, que ha sido coherente con el fracaso cosechado en las urnas. Nada que ver con la actitud de Artur Mas cuando sufrió una espectacular derrota en las urnas, aunque consiguió mantenerse en el Gobierno con la ayuda de ERC, y al que las encuestas auguran que camina con paso firme a un nuevo fracaso en el que CiU dejaría de ser la primera formación política catalana en las autonómicas.
La campaña en Escocia ha demostrado que es muy fácil agitar a la población con la épica de la independencia, la historia utilizada como propaganda y el victimismo para esconder la ineficacia en la gestión de gobierno. Es lo mismo que desde hace varios años vivimos en Cataluña. La gestión del tripartito y ahora del Gobierno de Mas ha sido desastrosa, pero queda escondida con esa apelación permanente antiespañola. Al igual que en Escocia se habla de cabeza y corazón a la hora de analizar el voto y las tendencias electorales. Los escoceses han apoyado mayoritariamente la unión, pero ayer se escuchaba que ha sido el voto del miedo a la ruptura o de la cabeza ante los riesgos económicos que comportaba la secesión. La realidad es que Escocia lleva tres siglos unida a Inglaterra formando el Reino Unido. En numerosas guerras, los soldados escoceses han anegado con su sangre los campos de batalla en defensa de la libertad y la democracia. Han gobernado Reino Unido, que ha tenido numerosos primeros ministros y ministros escoceses, y la Administración pública se ha nutrido de políticos y altos funcionarios de ese territorio. Escocia nunca ha sido ajena o ha estado marginada de la Unión. Otra cuestión distinta es que siempre existen oligarquías que prefieren, por intereses personales y sentimentales, como sucede en Cataluña, romper un Estado para manejar a su antojo esa nueva nación resultante. Nada le hubiera gustado más a Pujol que ser el presidente de una Cataluña independiente donde nunca se hubiera conocido el escándalo de corrupción de su familia, porque habría controlado la Policía, la Justicia y la Hacienda. El Parlamento de Cataluña aprobó ayer la ley de consultas que pretende dar un marco legal a la consulta independentista que convocará Mas para el 9 de noviembre. Es sorprendente que los socialistas catalanes hayan apoyado fervorosamente esta disparatada iniciativa con la excusa de que quieren un referéndum legal. No entiendo que Miquel Iceta apoye una consulta que busca la ruptura de España y que sabe que nunca será autorizada. Es una muestra de la debilidad del PSC.