En el mundo empresarial, elecciones suele ser sinónimo de incertidumbre, especialmente cuando no hay un ganador claro y de las urnas puede salir una aritmética parlamentaria endiablada que conduzca a la ingobernabilidad. Sin embargo, en el caso de Cataluña, que la CUP rechace investir a Artur Mas president de la Generalitat, y que haya que repetir elecciones en marzo, se ha recibido con alivio, e incluso respaldo por parte de empresarios y patronales.
Las elecciones, en este contexto, se consideran un "mal menor" en comparación con el escenario en que podía desembocar la política catalana con un gobierno de Junts pel Sí y la CUP. La resolución rupturista del 9 de noviembre que erigía a la Generalitat de Cataluña como sujeto político ajeno a las leyes españolas, era el principal temor.
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Un 'no' a la ruptura
Desde la patronal catalana Foment del Treball, presidida por Joaquim Gay de Montellà, explican a elEconomista que, ante la situación planteada de un hipotético gobierno catalán con la CUP como bisagra, "la convocatoria de elecciones es lo más razonable".
De hecho, fuentes de esta organización afirman su respaldo a los nuevos comicios, ya que solventarían la inquietud que mostró precisamente su presidente, Gay de Montellà, ante un posible Govern netamente independentista cuya hoja de ruta es la ruptura con el Estado español.
Aunque el propio Montellà siempre ha lamentado los constantes adelantos electorales como un atraso y falta de gobierno, estas fuentes explican que lo mejor es "dibujar un nuevo escenario", donde la CUP no tenga ni la llave del Gobierno ni de la caja.
Otra de las principales patronales de Cataluña y que representa a las pequeñas y medianas empresas, Pimec, ha reconocido a este periódico que ni lamentan ni celebran esta nueva fecha electoral.
Fuentes internas de la organización aseguran que aunque hay "cierta preocupación" por la situación política, la incertidumbre que pueda derivar de la parálisis que vive Cataluña en lo político "no se refleja" en la economía. Con estas palabras se ratifica la versión que dio hace unas semanas su presidente, Josep González, que aseguró "darle igual" si Junts pel Sí y la CUP pactaban.
Esta indiferencia no se debe a un desinterés por la política, sino que las patronales y empresas prefieren fijar la mirada en la recuperación económica que se ha registrado en 2015 y también en las positivas previsiones macroeconómicas que se manejan para 2016. Josep González siempre ha hecho hincapié en estas estimaciones que anticipan un crecimiento económico de alrededor del 3 por ciento en el ejercicio y una notable reducción del desempleo.
Por su parte, los empresarios contactados por elEconomista prefieren mantener la cautela, pero también subrayan sentirse "más tranquilos", ya que la resolución independentista sí provocó "pánico". Un empresario que se confiesa "exconvergente", aplaude unas nuevas elecciones, ya que un proceso independentista sin la mayoría necesaria, afirma, "es una locura que provocaría una fuga masiva".
Prueba del temor que generó la resolución son las deslocalizaciones inmediatas días después de dos cadenas hoteleras que trasladaron su sede fiscal a Madrid. Quienes se fugaron no eran precisamente desconocidos, sino que se trataban de miembros muy vinculados de forma indirecta a la política o con cierta representatividad institucional.
Uno de los casos más paradigmáticos fue Derby Hotels, propiedad del presidente del Gremio de Hoteleros de Barcelona Jordi Clos; o Único Hotels, propiedad de Pau Guardans Cambó, nieto del político catalán Francesc Cambó, y perteneciente a una de las familias cercanas a la órbita de Convergència y propulsora histórica del catalanismo. En política, se produjo el abandono de Antoni Fernández Teixidó, diputado histórico de CDC y de su ala más liberal, que abandonó la formación tras la resolución.
Tranquilidad en la espera
En la mayoría de decisiones políticas existe un precedente económico que ejerce como antesala, y la percepción hoy es que la economía pesa más que el desaguisado político. Fuentes consultadas por este diario explican que "si esto hubiera pasado hace dos años, la preocupación y la tensión sería máxima, pero las perspectivas son tan favorables en el ámbito macroeconómico y de consumo que no nos permiten darle excesiva importancia a lo que hagan o dejen de hacer Junts pel Sí y la CUP".