-Jubilación a los 60 años. ¿Se puede hacer? Por supuesto, pero para eso tendría que aparecer en el programa algún punto para fomentar a natalidad pues nuestro sistema de pensiones se basa en que los jóvenes pagan a los viejos su pensión. Con la baja demografía, no se puede hacer. El sistema está a punto de quebrar.
¿Hay otra forma de pagar esas pensiones? Sí, abriendo la puerta a la inmigración. Pero, claro, eso puede originar varios problemas: como cabrear a una parte de la población que luego acaba votando a partidos de extrema derecha. Luego, ya no se pueden echar para atrás.
-Prohibir despidos a las empresas con beneficios. Alerta roja: el absentismo laboral pasará del 6% a una cifra mayor. ¿Y qué hacemos con los empleados insolidarios y perezosos? ¿Y con los ejecutivos inútiles? ¿Aguantarlos para siempre?
-Derogar las reformas laborales y aumentar el salario mínimo. No está mal como idea, sobre todo por lo que nos han recortado, pero entonces, las empresas serían más remisas a contratar y el paro no bajaría. Duele pero es así.
-Supeditar el Banco Central Europeo a los políticos. Eso significa que los estados se financiarán emitiendo deuda que les comprará el BCE. Se disparará el gasto público, pues los políticos creerán que tienen una chequera inagotable y el déficit se tornará inasumible. ¿Pruebas? Es lo que hicieron con las cajas, a las cuales controlaron y hundieron.
-Reforma progresiva del IRPF. Suena a subida de impuestos. ¿Más?
-Nacionalización de las empresas estratégicas: desde telecomunicaciones hasta alimentación. ¿Se convertirán otra vez en máquinas de enchufar amigos?
-Suspender el pago de parte de la deuda. Peligro máximo: cambiaría la opinión de las agencias de calificación sobre España que pondrían la nota de deuda española al borde del bono basura, la prima de riesgo se dispararía, los inversores extranjeros ya no verían tan atractiva a España, aumentarían los costes de la deuda y no tendríamos dinero para financiar… los gastos del Estado, entre ellos pensiones, salarios de funcionarios, obras públicas, hospitales…
Eso no quiere decir que todo sea un sinsentido: la persecución del fraude fiscal, el control de los paraísos fiscales, reducir el IVA a ciertos productos, es algo que debería estar en todos los programas.
Pero las consecuencias para las finanzas del Estado serían las contrarias de las que pretenden. La prueba es que Pablo Iglesias propone como modelo a Venezuela. El país latino está sumido en una crisis económica profunda con la mayor inflación del mundo, escasez en los supermercados, ruina de la producción en todas las industrias… eso sin hablar de la falta de libertad de expresión y los crímenes.