Pocos fueron capaces de anticipar el éxito de Podemos en las elecciones europeas de mayo. La formación liderada por el televisivo Pablo Iglesias se había constituido como partido político cuatro meses antes. Las encuestas le otorgaban, a lo sumo, dos escaños. Pero consiguió cinco. De las tertulias al Parlamento Europeo. Nacía en España el Partido de la Ira que desde entonces no ha parado de crecer. Según el sondeo del CIS correspondiente al mes de octubre, Podemos es ya la tercera fuerza política con más apoyo, la primera en intención directa de voto.
Pablo Iglesias pone así cara a un fenómeno que se ha extendido por varios países europeos. Desde el rechazo a las políticas comunitarias que propone la izquierda radical de Syriza en Grecia a la «guerra» contra los políticos del ultraderechista Nigel Farage. Una antipolítica impulsada desde Italia por Beppe Grillo, maestro en el uso de la televisión e internet; o por Marine Le Pen en Francia, capaz de hacer atractivo el radical Frente Nacional de su padre.
La izquierda radical de Syriza
El de Alexis Tsipras es el ejemplo a seguir para Pablo Iglesias. Formado en las juventudes comunistas y destacado líder estudiantil, el líder de la coalición radical de izquierdas Syriza hizo suyo el descontento provocado por el efecto de los rescates a la economía griega. Su éxito ha dinamitado el bipartidismo en Grecia.
Procedente del comunista KNE, Tsipras se incorporó a las juventudes de Synaspimos, partido ecologista de izquierda, mayoritario en la coalición Syriza. Y solo unos años más tarde, en 2004, entró en el Comité Central del partido. En 2006 se presentó como cabeza de lista a la alcaldía de Atenas y consiguió que Syriza fuera la tercera fuerza más votada.
Dos años después, con 34 años, ya era presidente del partido y consiguió representación parlamentaria. Desde su escaño se opuso a las medidas de austeridad impuestas por Bruselas y es partidario hacer una auditoría de la deuda griega para ver qué parte es legítima. Lo mismo que pide en España Pablo Iglesias.
En las elecciones consecutivas de mayo y junio de 2012 Syriza creció hasta los 71 escaños, insuficiente para evitar la coalición entre los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok. Frente a la preocupación en Bruselas por su rechazo frontal a la política comunitaria, Tsipras dejó claro que no pretendía sacar a Grecia de la eurozona.
La izquierda europea, representada en el Parlamento Europeo en el Partido de la Izquierda Europea, lanzó su candidatura para presidir la Comisión Europea en los comicios de 2014, aunque sin éxito. La suspensión del Pacto Fiscal Europeo o la conversión del Banco Central Europeo en un banco central «genuino» son algunas de las propuestas de Tsipras.
Ascenso y caída de Grillo
Cómico, actor y referente del descontento social. Beppe Grillo, estrella de la televisión en los años ochenta, llevó a internet sus críticas a la clase política unos veinte años después. El origen de su Movimiento Cinco Estrellas (M5S) está en su blog personal, lanzado en el año 2005. En su sitio web promovía un debate nacional sobre política que, en 2009, derivó en un partido político. Televisión, internet y críticas a los dirigentes, con quienes está «en guerra»: Pablo Iglesias ha tenido en quién fijarse.
El M5S surgió como un «no partido», con un «no estatuto». Grillo era su «no líder». Y su aspiración, la «libre asociación de ciudadanos». Populista, euroescéptico y enemigo del euro, Grillo convirtió sus 160.000 visitas de su blog (en el año 2009) en un importante éxito en las elecciones locales de 2012. Los «grillini» consiguieron varias alcaldías, entre ellas las de Parma, una de las más importantes del país.
Un éxito menor comparado con lo logrado en las legislativas de febrero de 2013. El M5S fue la formación en solitario más votada, con el 25,5 por ciento de los votos y 109 escaños. La coalición ganadora, en cambio, fue la encabezada por Pierluigi Bersani, que aglutinó al centro-izquierda en el Partido Democrático. Grillo se negó a ningún tipo de acuerdo de legislatura con la coalición ganadora contra los deseos de las bases del partido.
Histriónico y provocador, sus excesos se volvieron contra él en las elecciones europeas de mayo. Confiaba en superar al PD, pero se quedó en el 21 por ciento, la mitad de lo conseguido por la coalición que lidera Matteo Renzi. La «vieja política» asumió el nuevo lenguaje de Grillo y lo derrotó.
Extrema derecha en Francia, Reino Unido y Holanda
Hija del histórico líder del Frente Nacional Jean-Marie Le Pen, Marine Le Pen ha sabido disimular el programa rupturista del partido ultra hasta convertirlo en el más votado en Francia. Eso ocurrió en los pasados comicios europeos, cuando el Frente Nacional se impuso sobre los conservadores de la UMP, en crisis desde la derrota de Nicolas Sarkozy, y sobre el Partido Socialista de François Hollande, relegado a un humillante tercer puesto.
El discurso radical de Le Pen ha ocupado el lugar que los «viejos partidos» han abandonado. El Frente Nacional ya es el partido más votado entre los obreros y los sindicalistas y espera hacerse fuerte en los antiguos «cinturones rojos», territorio dominado históricamente por la izquierda francesa. Le Pen recela de la Unión Europea, discurso compartido por todos los partidos que se han hecho fuertes con la crisis económica.
En el Reino Unido, Nigel Farage, líder del ultra UKIP, tiene como meta principal abandonar la Unión Europea. El discurso soberanista, antieuropeo y xenófobo de Farage ha llevado a UKIP a conseguir el 27 por ciento de los votos en las elecciones europeas de mayo. Sus 24 eurodiputados superan a todos los que suman los demás partidos británicos. UKIP ha crecido a lomos de la desafección ciudadana: en las generales de 2010 obtuvieron el 3,16 por ciento de los votos. A Farage le preguntaron en una ocasión si estaba en guerra con el Partido Conservador de Cameron, su rival en la derecha británica. El líder de UKIP contestó que la suya era una «guerra» con «toda la clase política».
En Holanda, Geert Wilders combina su rechazo al Islam y los inmigrantes con una política económica y social propia de la izquierda. Así consigue el respaldo de los desencantados y de los grupos más vulnerables, como los ancianos. Wilders se estrenó en la política en las elecciones de 2006, con nueve escaños. Cuatro años después, convertido en la llave para formar Gobierno, respaldó una coalición entre liberales y democristianos que pronto fracasaría. En 2012 su partido perdió 11 escaños. Y en las europeas de este 2014 tuvo que conformarse con ser la cuarta fuerza política. Logró los mismos cuatro escaños que en 2009, aunque con un 20 por ciento menos de votos. Unas declaraciones xenófobas realizadas dos meses antes de las europeas dejaron a Wilders en una posición muy débil.