No voy a comentar los últimos sucesos de Copenhague, se comentan solos. Hoy me gustaría reseñar una efeméride para quien quiera conocer. Hoy se cumplen 415 años del asesinato en la hoguera del filósofo y proto-científico italiano Giordano Bruno. A este buen hombre al que tanto debemos, figura sin par del Renacimiento, le dieron un buen "puñetazo" por "ofender" a la Iglesia Católica con su defensa de un Universo infinito compuesto de múltiples estrellas similares al sol, cada una de las cuales con sus respectivos planetas orbitando alrededor de ellas y formando una infinidad de galaxias y sistemas solares. La Ciencia ha terminando dando la razón a Bruno gracias a las modernas tecnologías y descubrimientos astronómicos. Bruno también fue un pionero al afirmar la posibilidad real de existencia de vida extraterrestre en otros planetas y otras galaxias.
Permaneció encarcelado los últimos años de su vida y sometido a penosos tormentos. A diferencia de Galileo, él no quiso retractarse de sus opiniones y prefirió morir con dignidad y en nombre de lo que él más amaba: La Filosofía, igual que Sócrates. A diferencia de sus verdugos católicos él sí fue fiel a su doctrina hasta el final: "Lo único que se debe temer es el ser despojado de la humana perfección y justicia". Y a diferencia del piloto jordano ejecutado recientemente por el ISIS, él no pudo ir por su propio pie al cadalso y fue conducido en mula, como era habitual en estos casos debido a que los reos no podían ni caminar a causa de las graves torturas y huesos rotos. Fue quemado en público en el Campo dei Fiore (una plaza de Roma donde en el siglo XIX los humanistas laicos erigieron una estatua en su honor) hasta que su cuerpo fue reducido a cenizas; se le inmovilizó la lengua con una brida de cuero, algunas fuentes añaden que también se le taladró la lengua con un clavo, para que no pudiese decir ni una palabra a la audiencia. La Iglesia amando a sus enemigos, como de costumbre.
La Iglesia no se atreve ni a mencionar este crimen vergonzoso, mucho menos a pedir alguna disculpa o a reconocer su error. Por supuesto, para eso hace falta humildad. Todo lo contrario: A su inquisidor y asesino intelectual, el jesuita Roberto Belarmino, lo hicieron santo en 1930, doctor de la Iglesia en 1931, y en 1969 crearon un título cardenalicio con su nombre. ¿Su penúltimo titular, antes de ser proclamado papa? Jorge Bergoglio, alias papa Francisco, el de los "puñetazos". El que quiera entender, que entienda...
Je suis Giordano Bruno. (1548-1600) IN MEMORIAM