TRAS EL ATENTADO DE BARCELONA
Unidos en el dolor y juntos en la respuesta
Mariano Rajoy
Prevenir, combatir y erradicar el terrorismo yihadista debe ser la prioridad por encima de las diferencias
La luminosa Barcelona, la acogedora, la vibrante; la protagonista de tantas historias de nuestra literatura, de tantas obras de nuestro arte y de tantas páginas de nuestra historia; la ciudad de Gaudí y de los mejores JJOO de la historia; la "flor de las bellas ciudades del mundo" hoy se alza dolorida, pero entera, después del
brutal ataque del terrorismo yihadista del pasado jueves.
Es muy difícil encontrar palabras de consuelo para el dolor que sentimos, para explicarse la falta de humanidad que retratan los atentados de Barcelona y Cambrils. Hemos perdido muchas vidas inocentes con la crueldad que solo puede incubar el fanatismo asesino y no es fácil encontrar algún alivio ante una tragedia de semejante magnitud.
Al mismo tiempo, en momentos tan duros, hemos vuelto a descubrir los gestos, las actitudes y la templanza que retratan a una sociedad solidaria y madura. Comportamientos cuyo coraje y humanidad nos reconfortan. Pienso en el civismo ejemplar y en la viva solidaridad que –desde el primer instante– hemos visto surgir, tanto en Barcelona como en Cambrils o entre los vecinos de
Alcanar. Son comportamientos, en muchas ocasiones heroicos, que han dado la vuelta al mundo, igual que el grito unánime que, junto a don Felipe, el president Puigdemont y la alcaldesa de Barcelona, pudimos oír todos juntos en la plaza de Catalunya: "
No tinc por, no tenim por".
Estamos llamados a uchar juntos contra la barbarie del fanatismo, el odio y el terror
Dolor compartido
Junto a ello, resulta no menos emocionante constatar la oleada de afecto que llega a Catalunya y a España desde el último rincón del globo. Todos los españoles compartimos hoy el mismo dolor de los catalanes, y agradecemos sinceramente la misma solidaridad que nos llega de tantos países amigos, especialmente de nuestros socios europeos. Porque cualquiera de nosotros sabe que Barcelona, auténtica capital del Mediterráneo, es una de las ciudades más vitales y abiertas de España y de Europa. Y si el fanatismo y el terror la escogieron como objetivo de su locura irracional es porque el bullicio de sus calles y su alegría encarnan todos los valores, derechos y libertades que el yihadismo detesta.
Lugares tan simbólicos como la Rambla o el paseo marítimo de Cambrils, transitados por personas de las nacionalidades más diversas, hablan del país tolerante, abierto y acogedor que somos y que, pese a la barbarie de los terroristas, seguiremos siendo.
Quedan aún incógnitas por despejar y quedan todavía, ante todo, criminales que detener y poner a disposición de la Justicia para que sobre ellos recaiga todo el peso de la ley. Sin duda pagarán por sus crímenes más pronto que tarde. Quiero reiterar mi apoyo más firme tanto a los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana, a todas las policías locales, así como a la Guardia Civil y la Policía Nacional. Los españoles les estamos agradecidos y somos conscientes de contar con unos servicios de seguridad que están entre los mejores del mundo. De igual modo es necesario reconocer el papel de todos los miembros del sistema de salud y de Protección Civil en su fundamental labor de asistencia a los heridos. A ellos quiero reiterar el apoyo y el reconocimiento del Gobierno.
Debemos ser conscientes de la magnitud de la tarea que afrontamos.
Antes de Barcelona y Cambrils hemos sufrido atentados en Madrid, en París, en Londres, en Bruselas, en Niza y en muchos otros lugares. El terrorismo yihadista es la principal preocupación de los ciudadanos europeos y, por tanto, prevenirlo, combatirlo y erradicarlo, debe ser la prioridad absoluta de quienes tenemos el encargo de los ciudadanos de gestionar los asuntos que a todos son comunes. Tengamos las ideas que tengamos, votemos a quien votemos, y discrepemos en lo que discrepemos, quienes creemos en la democracia y en las sociedades libres y abiertas estamos llamados a permanecer unidos en la defensa del legado de la civilización contra la barbarie del fanatismo, el odio y el terror. Este es el tema de nuestro tiempo. Y estamos obligados a ganar esta batalla.
En momentos duros, hemos vuelto a descubrir una sociedad solidaria y madurado
Valores y unidad
El terrorismo que hoy afrontamos es de carácter global. Es una amenaza conjunta que nos exige una respuesta conjunta. No existen ni la seguridad absoluta ni el riesgo cero, como trágicamente hemos podido comprobar. Pero si queremos ser verdaderamente eficaces contra el terrorismo, debemos estar unidos no solo en el dolor sino, como hemos hecho estos días, también en la respuesta. Por ello estoy convencido de que las distintas instituciones y fuerzas políticas seguiremos estando a la altura de la responsabilidad a la que estamos obligados. Estoy convencido de que veremos reforzados esos valores y esa unidad en lo fundamental durante la reunión del Pacto Antiterrorista que esta mañana se celebra en Madrid.