Raül Romeva, consejero de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia de la Generalidad de Cataluña, "minister" según sus tarjetas de visita, es el primer diputado que llama "falangistas" a todos los participantes de una manifestación, en concreto la del pasado domingo en Barcelona en contra del proceso separatista, y no pasa nada. Tiene mérito lo de Romeva, que despacha a un número comprendido entre las 6.500 (cifra de la Guardia Urbana mandada por Ada Colau) y las 15.000 personas (según los convocantes, en ese caso Sociedad Civil Catalana), con un "falangistas" que pretende humillar a gentes de las más variadas procedencias ideológicas menos la suya, uno de los nacionalismos más cerriles de Europa, equiparable al de la Liga Norte o los Auténticos Finlandeses.
Así que Romeva, en sede parlamentaria, sesión plenaria, fase de control al Ejecutivo autonómico, respondió a una pregunta del diputado de Ciudadanos Fernando de Páramo sobre sus 87 viajes al extranjero para vender el humo del proceso con un exabrupto que le saldrá gratis a pesar de que muestra la verdadera naturaleza de su humor político y el desprecio a quienes son contrarios a que Cataluña se convierta en una república y mucho menos dirigida por individuos de su estofa.
"Supongo que usted [por De Páramo] está más cómodo rodeado de falangistas, que son todos aquellos que estaban en la manifestación este domingo cuando usted hablaba de democracia", bramó Romeva puesto en pie. El estupefacto diputado al que iba dirigida la réplica balbuceó que "no permitiré que nos llame falangistas ni a nosotros ni a los que se manifestaron el domingo", y ahí se acabó todo porque la presidenta de la cámara, Carme Forcadell, matizó que Romeva no había llamado falangistas a los miembros de Ciudadanos, sino a los ciudadanos con los que se codeaban el pasado domingo. De modo que no hubo alusión directa a los naranjas, asunto zanjado.
Ni en el PP, ni en Ciudadanos ni mucho menos en el PSC se inmutaron demasiado. En realidad, ni se inmutaron. Permanecieron plácidamente sentados en sus escaños porque ellos se habían rumiado muy bien el tema de los presupuestos autonómicos con adenda para celebrar el referéndum, pero lo de Romeva no estaba en su guión ni tuvieron reflejos para encajar en toda su dimensión el alcance de que el andoba insultara a un amplio número de sus votantes con el apelativo de "falangistas", tal como ha quedado reflejado en las páginas siete y ocho de la transcripción de la humillante sesión. Peccata minuta, una nonada del amigo Raül que luego, al natural y en los pasillos, es la mar de majo.
De modo que el pavo real conocido como Cocoliso por la disidencia, dado el perfecto rasurado diario de su cráneo pelado, insulta a miles de personas e Inés Arrimadas, Xavier García Albiol y Miquel Iceta hacen la vista gorda por no estropear el momentazo oposición que vendría después, el insumiso gesto, ¡vaya pasada!, de negarse a votar la disposición adicional de los presupuestos en el que se incluyen unos cuantos millones de euros para celebrar el próximo referéndum. ¿Prevaricación? Vamos, no jodamos.
Hace tiempo que lo propio de la oposición sería no contribuir con su presencia y a modo de extra a la conversión del Parlamento en un artefacto golpista. Y que Romeva tachase de "falangistas" a quienes se expresaron de forma cívica, pacífica y festiva (como reza la propaganda nacionalista respecto a sus manifestaciones) en contra del proceso era una inmejorable ocasión para decir basta, hasta aquí hemos llegado, aprueben ustedes que la Tierra es plana, pero no con nuestro concurso en calidad de bultos sospechosos. No pasó y ahí se quedaron, hechos unos boniatos, cómplices necesarios para adornar las cacicadas avaladas por la Mesa de la cámara, la CUP y Junts pel 3% con el atributo de una oposición tan amordazada como inútil, vergonzante y prescindible.
Sí, sí, Arrimadas estuvo durísima cuando le dijo a Puigdemont que si los presupuestos anteriores eran los últimos autonómicos, ¿qué eran los actuales? Ahí le has dado. Y Albiol espetó a Puigdemont que es español aunque no lo sepa o no quiera. ¡Cuánto arrojo! Iceta, por su parte y como siempre, equidistante, es decir, equis con los nacionalistas y distante con los demás. Magnífico papelón, tremebunda actuación. ¿Ha dicho "falangistas"? Se habrá equivocado. Ya sabéis como es Romi, pelillos a la mar.
Todo esto pasó antes de trascender la sentencia del Tribunal Supremo sobre la actuación de Francesc Homs en el 9-N de 2014, trece meses de inhabilitación. Se llega a saber antes y el Páramo le admite a Romeva que tiene razón, que todas las personas que están en contra del proceso y se atreven a salir a la calle a proclamarlo son unos fachendas feixistes y falangistas rancios y asquerosos, que es lo que con su abrumador silencio conceden Arrimadas, la prima de Rivera, Iceta, el sanchismo catalán, y Albiol, delegado de Mariano, por orden de representación parlamentaria. Ese es el nivel. Salen unos ciudadanos con sus banderas a reivindicar el imperio de la ley, un consejero con ínfulas de ministro plenipotenciario les califica de "falangistas" y no sólo cuela sino que resulta de lo más normal hasta para los beneficiarios de los votos de esas excrecencias de la sociedad que en su puñetera vida han sido invitados a un concierto del Palau de la Música Catalana.