Re: Desbandada en cataluña
el gallego es todo menos tonto...jjj
La advertencia de Fainé a Junqueras en el 3-O que aprovechó Rajoy. Bancos como tanques
«Es una de las decisiones más difíciles de mi vida». El presidente de la Caixa, Isidro Fainé, nacido en Manresa en cuna humilde hace 75 años, estudiante en la Universidad de Barcelona, toda una carrera en la entidad y apasionado del Barça vio a partir de la noche del domingo que iba a tener que beber el cáliz que miraba de reojo desde hacía semanas.
Los preparativos se aceleraron cuando Fainé constató que la Generalitat iba a aplicar la Ley de Transitoriedad y proclamar la indepedencia. Era Insoportable para CaixaBank que no podía dejar a los clientes y accionistas en el limbo de saber si su patrimonio seguía bajo el paraguas del fondo español de garantía de depósitos y del Banco Central Europeo. Era temible para los clientes y accionistas de Gas Natural, que preside Fainé, expuestos a cualquier tarifazo o medida energética ocurrente de la nueva Generalitat independiente.
Con la decisión tomada, el financiero catalán fue a ver el martes, el 3-O al vicepresidente económico, Oriol Junqueras, y le hizo la advertencia. O la Generalitat frenaba al día siguiente el procès para abrir una etapa de negociación o la Caixa tomaría la decisión de dejar su sede centenaria en Cataluña. Fainé salió con la impresión de que no haría falta, de que Junqueras haría un intento de convencer a Carles Puigdemont.
El banquero también había explicado al Rey su triste plan. Felipe VI le había convocado esos días en Zarzuela, dentro de la ronda con representantes del poder económico para pulsar las consecuencias de la secesión antes de su discurso del martes.
Pero llegó el miércoles 4 y no hubo nada. Puigdemont se dedicó a atacar al Rey y Rajoy no puso en marcha el artículo 155 o medidas que tranquilizaran a, entre otros, los clientes y accionistas de CaixaBank. Las pérdidas en Bolsa superaban el 10% y no había ya tiempo que perder. Fainé habló con el presidente del Sabadell, Josep Oliu, y acordaron la entente. Había que actuar a la vez y rápido, porque quien sabe si Puigdemont y Junqueras, sabedores de sus intenciones, intentarían frenarlos con alguna norma nacionalizadora. Además, Fainé y Oliu se jugaban un calvario judicial si los accionistas les acusaban de negligencia. El Rey gastó su munición sin efecto.
Oliu dio ya el paso el jueves, pero Fainé tenía que esperar 48 horas más. El motivo se lo había explicado él mismo a Soraya Sáenz de Santamaría y a Luis de Guindos. Había empresas catalanas, incluida CaixaBank, que no tenían actualizados sus estatutos y solo podían cambiar de sede convocando junta de accionistas. Es decir, un infierno de reunión con los radicales rodeando el edificio en que se decidiera ir a Valencia.
Guindos ya había vaticinado fuga de capitales el día 26 de septiembre en el Senado ante un inconsciente senador de Esquerra, Joaquim Ayats, y vio, al igual que Rajoy, que ayudar al banco catalán era un servicio al Estado que podía tener efectos letales en el separatismo. Por mucho que el Rey allanara el camino ¿para qué precipitarse en aplicar el artículo 155, si la entidad donde los catalanes tienen depositados 50.000 millones iba a anunciar que se marchaba socavando los cimientos del nacionalismo? Es una jugada al más puro estilo de Rajoy. CaixaBank le hace el trabajo y encima le debe un favor por cambiar la ley que libera a la cúpula del banco de someterse a una violenta junta de accionistas.
Además, el Gobierno sabía que no solo era el banco. La Fundación la Caixa y el hólding Criteria también tendrían que moverse por temor a represalias de la Generalitat, como así ocurrió este sábado. Es increíble pero todo el tentacular centro de poder de la Caixa tiene sede fuera ya.
Por eso es dudoso que Fainé vaya a sentirse en deuda con Rajoy, porque el favor ha sido mutuo, porque el movimiento de CaixaBank ha agrietado el PDeCAT, la antigua Convergéncia, el partido tradicional de la burguesía catalana. El conseller de Empresa de la Generalitat, el teóricamente menos radical Santi Vila, empezó a agitar el árbol de que no convenía la declaración unilateral de independencia. Vila es el miembro de la Generalitat que mantiene mejores relaciones con la Caixa.
En la este siglo XXI, no es la ministra de Defensa o el de Justicia, los que aplacan una insurrección. Puede ser más eficaz el asalto a la caja de Cristóbal Montoro o el decreto de Guindos de barra libre para el que quiera salir de Cataluña. Los bancos son los tanques. El Gobierno sigue temiendo, pese a todo, que esta semana puede tener que intervenir, porque hay independentistas que desean una Cataluña sin bancos, sin empresas y sin euros.