Una de las noticias más positivas de los últimos días ha sido la decisión de Vox de presentar a Francisco José Alcaraz como candidato a senador por designación del Parlamento de Andalucía. Esta propuesta es posible gracias a los doce diputados que sacó el partido de Abascal en las elecciones autonómicas del pasado 2 de diciembre.
Alcaraz es una víctima del terrorismo que perdió a su hermano Pedro y a dos sobrinas, Esther y Miriam, gemelas de tres años de edad, en el atentado de ETA contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza (diciembre de 1987). Fue presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) en los años en que Zapatero negoció políticamente con la banda terrorista. Alcaraz lideró –con el apoyo de contadísimos medios de comunicación, entre ellos esRadio, Libertad Digital y muy pocos más– la denominada Rebelión Cívica, que sacó a la calle en varias ocasiones a miles y miles de ciudadanos que se oponían a ese proceso de negociación con ETA bajo el lema "En mi nombre, no". Fue la época más brillante y activa de una asociación, la AVT, que habían fundado en 1981 tres mujeres con mucho coraje: Ana María Vidal Abarca, Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O’Shea.
Ahora, Alcaraz, a petición de Santiago Abascal, ha decidido dar el salto a la política, y se convertirá en el primer cargo institucional a nivel nacional de un partido, Vox, que cuenta en sus filas desde su fundación con otro referente moral para muchos españoles: el exfuncionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que estuvo secuestrado por ETA 532 días en un inmundo agujero construido en una nave industrial de Mondragón, hasta que fue liberado por la Guardia Civil.
Es fundamental que se oiga la voz de las víctimas del terrorismo en las instituciones. Alcaraz no va a ser la primera víctima que ocupe un puesto institucional. Antes que él lo han hecho otras: Enrique Múgica fue ministro de Justicia, diputado y Defensor del Pueblo; Maite Pagazaurtundua, Teresa Jiménez Becerril o Bárbara Durkopp, eurodiputadas; Marimar Blanco, Jaime Mateu y Eduardo Madina, diputados; María Caballero, senadora; por no citar a todos los concejales de PP, UPN y PSE que ocupaban su puesto en diversos ayuntamientos del País Vasco, Navarra y otras partes de España cuando fueron asesinados por ETA.
Esa voz de las víctimas sigue siendo imprescindible, más aun en unos tiempos en los que han sido arrinconadas y declaradas molestas por el poder político, porque al final son como la voz de su conciencia al recordar a ese poder algunas actuaciones que ha tenido en el pasado. El anuncio de Alcaraz, hecho este lunes en Es la Mañana de Federico, de que exigirá que se hagan públicas las actas de la negociación llevada a cabo por Zapatero con ETA, y que están depositadas en el Centro Henry Dunant, es un buen ejemplo de la aportación positiva que las víctimas pueden hacer desde plataformas institucionales.
Además, cuando lo que está en juego en estos momentos es contar la verdad de lo que ha supuesto el terrorismo de ETA durante más de cincuenta años e impedir que el nacionalismo vasco o el mundo que rodea a la banda terrorista falseen la realidad, tener a un grupo de víctimas del terrorismo en las Instituciones es también una garantía de que la batalla para que no se tergiverse la historia se va a dar.
Vox ha acertado plenamente con la propuesta de que Alcaraz sea senador por la Comunidad Autónoma de Andalucía. Los que conocemos bien al futuro senador estamos convencidos de que seguirá siendo ese espíritu libre incómodo para el poder, porque lo que le mueve es la Memoria de sus seres queridos y del resto de víctimas del terrorismo, que se respete la Dignidad de estas y que se haga Justicia con los asesinos. NI más ni menos.