Año 1956. Decimoséptimo de la dictadura de Francisco Franco, 61 años antes de la república independiente de Cataluña. El hombre se llama
Francesc Vergés i Ordeig y, superada la treintena,
se convierte en el alcalde de su pueblo, Sant Pere de Torelló, en la comarca de Osona (provincia de Barcelona). En sus nueve años como regidor, hasta 1965, Francesc Vergés hará llegar allí la línea de autobuses y dejará su huella poniendo el reloj en el campanario. Resulta difícil ponerse en la cabeza de aquel hombre e imaginar que esa comarca suya mutará, seis décadas después, de carlista profunda a independentista radical. O que
una de sus nietas, Marta Rovira i Vergés, sería un día la candidata indepe con más opciones de convertirse en la próxima presidenta de la Generalitat.
La historia -o parte de la historia- de los orígenes familiares de la secretaria general de ERC, a quien Oriol Junqueras señala desde la cárcel de Estremera de cara a las elecciones del 21 de diciembre, la cuenta la propia secretaria general de ERC en su biografía autorizada, Marta Rovira, cada dia més a prop (cada día más cerca), que la periodista Eva Piquer publicó en 2014. En el libro, la abogada y política nacida en Vic en 1977 relata que su abuelo materno Francesc -el «avi Quico»- se quedó huérfano muy joven y que, al ser el primogénito, le tocó sacar adelante a la familia.
Conocido ya de joven como buen futbolista en la comarca junto a sus hermanos Ramón y Josep, Francesc crió primero ganado, aunque
la familia se ganó la vida sobre todo con un colmado de alimentación en la calle Verdaguer donde vendían «un poco de todo», explica a Crónica el historiador Gerard Verdaguer. Aquello se convirtió después en un estanco. Incluso, según afirma su nieta, el alcalde llegó a montar la primera farmacia del pueblo para que su hija Rosa, madre de Marta, trabajara en ella. El abuelo, con todo, acabó jubilándose en la única sucursal que había en el pueblo, del Banco Popular. Y su nieta llegó a conocerlo bien.
«El abuelo y Marta», recordaron sus padres en el libro, «sentían delirio el uno por el otro». De él heredó, según la autora, su «vocación de servicio». «El abuelo Quico dedicó toda la vida a ayudar a los vecinos del pueblo», le dijo Rovira. Lo que hoy solivianta a la familia es que, por lo publicado en un periódico y en algunas webs, se diga que el abuelo Francesc fue ya en la Transición militante de Fuerza Nueva.
¿Es verdad? ¿Simpatizó el avi Quico con el breve partido de extrema derecha que lideró Blas Piñar y que se opuso con contundencia a la Constitución de 1978 (como ahora Esquerra)? «No, de ninguna manera», responde a este suplemento uno de los dos hijos del alcalde y tío carnal de Marta Rovira, Pau, desde su casa en Sant Pere de Torelló (2.400 habitantes). «Mi padre era una buena persona, un hombre amable que se llevaba bien con todo el mundo, de todos los colores... Fue alcalde en aquella época porque le dijeron que tenía que llevar el pueblo», concluye Pau.
«No tenía ideología, ni de izquierdas ni de derechas»