Genial y sensacional, como siempre la pluma inconfundible y brillante de D.Rafael Torres, siguiendo con el simil, solamente le digo: ¡¡¡Gracias Maestro!!!.
El anti-paseillo
MADRID, 27 (OTR/PRESS) No está bien traído lo de "paseillo" para designar la comparecencia de algunos imputados de postín ante el juez que instruye el sumario de sus presuntos ilícitos: el paseillo es una cosa que se hace antes de iniciar la faena, y éstos lo hacen después, cuando, dependiendo del resultado de sus faenas, lo que queda es recibir la aprobación o la bronca del tendido. Y eso es precisamente lo que los abogados de Cristina de Borbón, y la Fiscalía, y hasta el ministro, pretenden evitar, que el tendido, asomado a la embocadura del callejón por donde se entra al Juzgado de Palma, le monte el pollo a la Infanta por lo que entiende, unánime, como una faena espantosa.
También se quiso evitar eso, mediante ardides y gran despliegue policial, en la última comparecencia de Blesa al juzgado que lleva el caso de la ruinosa compra del banco de Florida, pero un tendido lleno de preferentistas, de víctimas de negocietes como ése, de la consiguiente quiebra de Caja Madrid y de la pérdida de sus ahorros, no es fácil de burlar.
Las figuras de postín le tienen pánico al paseillo, pese a que, como queda dicho, no es ese garbeo inicial que las cuadrillas, embozadas en el capote bonito, efectúan tras los alguacilillos. En esto de la Infanta, o de Blesa, los alguacilillos no van delante, sino detrás. Pero le tienen pavor a esos pocos pasos por la intemperie, por la calle, porque, como queda dicho, ahí se encuentran con ese "respetable" al que manifestaron tan poco respeto.
Creen los uncidos por la gracia de un estatus superior que los demás no existen, que son tan inferiores, tan piernas, tan insignificantes, que no existen, sino sólo su dinero, que por eso Blesa miraba sin ver, o sea, que ni miraba, a la pobre gente a la que arruinó la vida. Pero en el anti-paseillo no le quedó otra que sentir su ira, su odio, su desprecio, y ahí es donde se le caen los palos del palio, del sombrajo en realidad, a cualquiera, pues tanto daño hecho, y sin castigo, significa su exclusión de la vida comunal tranquila.
¿No piensan nunca en eso quienes, desde el poder, hacen daño a sus semejantes? El anti-paseillo, al lado de esa exclusión radical, es incluso lo de menos.