EL KAMIKAZE
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Un kamikaze no es un piloto japonés suicida. No, aunque no lo creáis. Es una nueva categoría profesional.
Suele ser un joven de 20 a 30 años que ha conseguido ser director de una sucursal bancaria. El joven suicida sabe que en tres años (a lo sumo) será ascendido, degradado, o echado a la calle. Lo sabe y, aunque continuamente sonríe, está aterrorizado.
Pero ha hecho una apuesta fuerte, y asume sus consecuencias. Para conseguir su objetivo (ser ascendido, la permanencia es imposible; sabe que no se jubilará en su puesto) tiene que faltar diariamente a la lealtad hacia sus compañeros y subordinados. Sobre todo si los percibe como un obstáculo. Cuando se dirigen a él no los escucha ni intenta comprenderlos, sino que calcula en qué medida ayudan o entorpecen su objetivos.
Siendo políticamente correcto con todos, tiene que engañar diariamente a muchos clientes (no de manera grosera, sino no diciendo toda la verdad, o diciendo medias verdades), sobre todo cuando intenta colocar productos de riesgo. Su vida es muy dura. Ya hemos dicho que está aterrorizado; a veces, hasta se da asco a sí mismo, pero esos momentos son muy fugaces y pasan enseguida.
Sabe que, tarde o temprano, los clientes descubrirán que les han vendido la moto; pero para entonces, con un poco de suerte, él ya no estará para dar la cara. Tres años pasan rápidos, y él sabe entretener, tiene buena labia, sabe ser convincente. Los clientes, a la larga, enviarán a hacer gárgaras a... su sustituto (sonríe para sí), y ¿dónde irán a meter su dinero? A otra sucursal donde los atenderá otro kamikaze (ahora sonríe abiertamente). Esto es un engranaje absurdo, piensa, pero es lo que hay, yo no soy filósofo para a ponerme pensar si está bien o mal y, en cualquier caso, yo no puedo cambiar las cosas.
Su perspectiva vital y profesional no va más allá de los 4 ó 5 años; 10 años son una eternidad, ni se lo plantea.
Lo malo es cuando se ve forzado (siempre se llega a ese momento) a recurrir a sus amigos y familiares para colocar productos. Sabe que serán otros cadáveres en el camino, pero esto es como una bicicleta: si dejas de pedalear, te caes. Bueno, piensa, de amigos se puede cambiar; si ya no hay un puesto de trabajo para toda la vida, tampoco hay amigos para toda la vida.
En cuanto a sus parientes, hace tiempo que su vida familiar está destrozada: se divorció y tiene que pasar pensión a los dos críos. Ahora tiene una amiga, también divorciada. No tienen mucho tiempo para verse, y la cosa, como otras veces, no durará mucho. Engañar a sus padres lo lleva peor (a ellos y a mis hijos nunca, se dice con un regusto a insinceridad).
Nos los topamos todos los días por la calle, sonrientes, ufanos, impecables en la ropa, con su cartera de piel de marca, con su reloj descomunal, con su pluma Montblach de 700 euros ..., perdidos, aterrorizados.
http://www.youtube.com/watch?v=WoI52SNtCWs