Los humanos estamos mal diseñados para tomar decisiones de inversión, eso ya lo sabíamos. Un estudio reciente nos indica que los gestores profesionales no son una excepción. En el paper “Selling fast and buying slow: heuristics and trading performance of institutional inversors” se analizan 783 carteras de gestores profesionales con un patrimonio gestionado medio de 573 millones de dólares.
La conclusión del estudio es que los gestores añaden valor en sus decisiones de compra, pero no en sus decisiones de venta. Un sistema de venta aleatorio (o un mono) lo haría mejor que los gestores. ¿Cómo es esto posible?
Pueden existir distintos motivos. Para empezar los gestores actúan muy condicionados por el comportamiento reciente de la acción. Cuando los retornos recientes son muy extremos, ya sean positivos o negativos, los gestores son mucho más propensos a vender. Si por ejemplo una acción ha subido un 50% mientras el resto de la cartera no se ha movido, el gestor querrá consolidar estos beneficios sin prestar tanta atención a cómo han cambiado los fundamentales. Y algo parecido ocurre cuando una acción tiene un comportamiento muy negativo: posiblemente el gestor quiere dejar de recordar el sufrimiento que le ha acompañado en esa acción y mantener esa posición sea una tarea psicológicamente difícil.
Todo lo anterior no ocurre en las decisiones de compra. Algunos lo atribuyen al hecho de que la decisión de compra se hace “mirando hacia adelante“, mientras que la decisión de venta es “mirando hacia atrás“. Parece razonable pensar que cuando tenemos una posición en nuestra cartera, nuestro sesgo será mayor. Pero es posible que existan otras explicaciones.
Según el estudio el gestor profesional no presta la misma atención a las decisiones de compra que a las decisiones de venta. La compra es una decisión mucho más reflexiva, fruto de un proceso de análisis y descubrimiento que puede resultar más excitante para el gestor. Como afirma un gestor en el estudio: “Vender es simplemente un ejercicio para obtener efectivo para la siguiente idea de compra”. Cuando se analizan las decisiones en momentos de mayor atención, por ejemplo, cuando las compañías publican resultados, los gestores sí añaden valor en ambas decisiones. Por lo tanto, no parece un problema de habilidad, sino de los propios sesgos que acompañan a los gestores por su condición humana.
En rojo el resultado de las decisiones cuando se publican resultados, en azul el resto de casos:
Tener un buen proceso de inversión que nos proteja frente a nuestros propios errores y debilidades es clave. La calidad de las decisiones que se toman a lo largo del tiempo es el factor realmente importante, aunque sea algo mucho más difícil de evaluar al observar cualquier gestor profesional desde fuera.
Para el caso de Madriu SICAV nuestra solución ha sido sistematizar las decisiones. Unas buenas reglas de inversión nos guiarán en el futuro, evitando que caigamos en nuestros propios errores cognitivos. Hablaremos de todo ello en nuestro próximo webinar el día 14, estáis invitados.