Buenos días Javier:Gracia por tu respuesta.¿La tarjeta de embarque cosa del pasado? Lo siento, no estoy de acuerdo.Ha cambiado el soporte, pero no creo que nadie pueda subir a un avión comercial sin ella. Ya son pocos los que la llevan en papel, la mayoría la llevamos en el móvil, pero todos la llevamos.Y lo más importante: cuando, por ejemplo, tengo que acreditar la realización de un viaje para que la universidad me lo pague, me pide la factura y la tarjeta de embarque. Si no las presento, sea en el soporte que sea, no me lo pagan.Cuando compro cualquier cosa de cierto valor, siempre pido la factura; sea en la tienda de la esquina, en Amazon, o en el comercio más innovador del mundo. Es lo que garantiza mis derechos como consumidor y acreditar qué, cuándo, cómo y dónde he comprado y lo que me va a pedir el fabricante si, por ejemplo, tengo que hacer uso de la garantía de 2 años.Cuando yo compré mi casa, el vendedor era una excelente y honrada persona. Pero por muy del pasado que parezca, yo no le habría dado mi dinero sin pasar por el notario y el registro. Quizás si todas la entidades ofrecen un contrato cuando se produce una compra o traslado de participaciones de un fondo de inversión no es por inercia o capricho, sino porque es necesario. Yo así lo entiendo y no creo que sea algo gratuito ni una cuestión de falsa seguridad.Ante cualquier incidencia, no necesariamente atribuida a vosotros, ¿cómo acredito yo ante hacienda o un juez el número de participaciones, la fecha y todos los demás detalles en que las he comprado o traspasado?Sinceramente, en mi opinión no es algo accesorio. Para mí resulta imprescindible que los clientes podamos disponer de los justificantes y contratos que acrediten la actividad y movimientos que realizamos.Un saludo