Así es, Snakke. Estudié biológicas. A eso le agradezco, sobretodo, que aplico el método científico en todo lo que hago. No a las creencias, sí a lo que puedo demostrar o -razonablemente- prever.De ahí a estudiar producción en RTVE. Agradecido a esto porque me espoleó la fibra creativa.De ahí a programar para un distribuidor de ordenadores. Con lenguajes que ya son prehistoria pero me ayudó a estructurar el pensamiento.De ahí a una empresa de publicidad. Entrené, especialmente, habilidades comunicativas.De ahí a mi empresa de imagen y sonido. Un gran cliente me llevó a la quiebra. Aprendí que uno puede hacer bien las cosas pero que circunstancias externas pueden acabar con todo.De ahí a ser agente de Mapfre, uno de los dos únicos AIE con un programa especial que no se repitió jamás (creo que era demasiado costoso). De ahí a tener una oficina fueron meses hasta acumular 10 años como agente. Mapfre era, por entonces, una fuente de pensamiento mutual, lo mejor en materia de filosofía social del seguro. Aprendí que lo que uno hace tiene trascendencia para los demás y a decir "NO" cuando mi propuesta no era la que convenía o el cliente era perjudicial para el asegurador. Llamémosle ética de negocio.De por medio hice el curso de mediador de seguros titulado (mal llamado "de corredor", pues pasé a ser un agente con más estudios e independientes).En el 8º año, más o menos, convencido de que me estaba perdiendo algo clave, me inscribí en la 1ª promoción del curso de Gerencia de Riesgos de AGERS, la Asociación Española de Gerencia de Riesgos y Seguros. De ahí a la Univ de Barcelona donde cursé una EU en Gerencia de Riesgos. La Gerencia de Riesgos me cambió la vida. Antes yo era un vendedor de seguros, entrenado técnicamente, pero un vendedor. A partir de ahí cambié la clave: empecé a pensar en riesgos, en cómo tratarlos, en que debía disponer de las mejores herramientas para la transferencia de esos riesgos y que el seguro era lo que venía al final y debía ser como un zapato para el pie: ni grande, ni pequeño, ni inadecuado para el interés del cliente. Eso, obviamente, era un callejón sin salida para un agente. Vi con claridad que había cambiado de bando, que ya no podía representar a una marca porque mi papel consistía en ser una parte del cliente: la que sabe de riesgos y de seguros.Como corredor, pronto aprendí que no llegaría a nada si no me especializaba. Corren un gran riesgo los clientes del corredor que dispara a todo lo que se menea. Necesitaba ser uno de los mejores en las áreas en las que me especializaría. Y creo estar en camino de conseguirlo. Ser corredor me ha hecho libre, independiente y dueño no sólo de mi tiempo sino también de qué hago y qué cuento. ¡Menuda parrafada te he soltado! Así ya sabes de qué pie calzo.Saludos,