Buenas.
Me parece un artículo muy interesante; si bien soy un poco más escéptico sobre el escenario futuro, espero que las consideraciones que recoges vayan consolidando una tendencia progresivamente más relevante a la hora de construir.
En cualquier caso, me gustaría apuntar alguno de los hándicaps a los que se enfrenta la construcción prefabricada.
• La necesidad de adaptarse a una parcela de geometría variable. Los modelos suelen quedar bien en espacios abiertos, formando manzanas completas, pero no son fáciles de adaptar a la parcela urbana de un casco viejo o a entornos urbanos parcialmente desarrollados.
• Va en contra de la concepción artística enraizada en gran parte de los arquitectos superiores. No son ingenieros ni, intuyo, son partidarios de que el un proceso mecanizado les quite peso relativo dentro del organigrama de una obra.
•El coste del proceso (diseño, industrialización,…) hace necesario una elevada producción para amortizar la prefabricación. El ciclo de explotación de algunas patentes las hace inviables a la larga.
•Muchos de los sistemas no cuentan con la suficiente experiencia. Las nuevas patologías que surgen en estos edificios pueden suponer una losa importante en el imaginario de los consumidores.
• Haciendo autocrítica, estos sistemas suelen implicar una mayor exigencia para los técnicos que participamos. También es justo añadir que esa exigencia técnica no ha estado valorada por las empresas ni durante el boom ni, mucho menos, ahora; digamos que se juzga a los profesionales por otros valores (y creo que esto vale también para los operarios).
Por otra parte, matizaría en parte la afirmación de que los sistemas prefabricados son más baratos. Por la falta de rodaje, la menor flexibilidad, la necesidad de mayor control de proyecto,… los costes, al menos de momento, son muchas veces incluso más caros. Aparte de que la trampa es hablar de costes sin contar la repercusión del suelo, que afecta por igual a ambos. Por experiencia, hoy en día, todavía puede ser más caro un sistema prefabricado que uno tradicional y la principal prueba es que, al menos en el sector residencial, los promotores privados rarísima vez utilizan estos sistemas, quedando su uso especialmente para promotores públicos, que como es sabido suelen gustar de disparar con pólvora del rey.
En este sentido, estoy de acuerdo en que sería positivo, como se indica, aumentar el grado de industralización para reducir costes y acortar plazos. Pero, desde mi punto de vista, el precio de la ejecución material no es el principal factor a la hora de explicar los precios de promoción y venta. Que un piso valiese 300.000 euros no dependía tanto de lo cobrase el operario de turno. Así que rebajar estos costes tampoco puede ser la principal salida del sector.
Un saludo.